Los grandes proyectos urbanísticos que empezaron a gestarse durante la anterior legislatura, con el gobierno popular encabezado por el exalcalde Juan José Rubert, empiezan a redefinirse, con el objetivo de hacerlos viables a pesar del actual parón que afecta al sector inmobiliario, con una oferta que satura el mercado y una escasa vivienda, agravada por la dificultad de los ciudadanos de acceder a créditos hipotecarios.

Y es que los propietarios de estos grandes espacios que en su día fueron industriales y que se recalificaron como residenciales y dotacionales, empiezan a estudiar otros horizontes que impulsen el desarrollo de unos proyectos que, en algunos casos estaban medianamente claros y, en otros, todavía se están definiendo.

De esta forma, a la estela del programa que está a punto de acometerse en el solar de las antiguas oficinas de Azuvi, cuyo uso se modificó de residencial a terciario --ante el obstáculo que supone el declive del sector inmobiliario-- otros planes urbanísticos cercanos, ubicados todos ellos en la zona sur del casco urbano, en el entorno del barrio del Hospital, están considerando la posibilidad de introducir un mayor espacio para la implantación de comercios de mediano formato.

CAMBIOS // Según ha podido saber este rotativo, esta es una situación que se propone para futuros proyectos en el área, como el que pretende desarrollar los 128.000 m2 que actualmente ocupa la nave --ya en desuso-- de la empresa Azuvi que, finalmente, adquirieron varias entidades financieras, lo que permitió liquidar las deudas de la mercantil, especialmente con los trabajadores, y desbloquear la modificación del suelo de industrial a residencial.

SIMILITUD // Algo similar ocurre con los planes que afectan al área de la vieja nave de Fritta --también abandonada-- y su entorno, que ocupan una extensión próxima a los 120.000 m2, en los que también podría ampliarse el área destinada a sector terciario y de servicios en detrimento del espacio reservado a la edificación de viviendas en este sector.

En cualquier caso, el propio alcalde de Vila-real, José Benlloch, se ha mostrado partidario de “retocar el convenio” de Fritta, para reducir las alturas previstas para los edificios planteados, al menos uno de ellos de gran envergadura y con un máximo de 80 alturas.

El munícipe considera que ya existen previsiones de suelo “más que suficiente” en el casco urbano y fuera del actual Plan General de Ordenación Urbana destinado a la construcción de pisos, con los que, según asevera, “se daría respuesta a la demanda de los próximos 30 ó 40 años”. H