En la recta final de las celebraciones en honor a la Mare de Déu de Gràcia, la ciudad rindió un homenaje, en el Ayuntamiento, a las figuras que encarnan la continuidad de las fiestas patronales: las mujeres que han sido reinas desde el año 1947. Como recordó el alcalde, José Benlloch, son «siete décadas de nervios e ilusión que se renuevan cada año», gracias a unas jóvenes que el munícipe definió como «unas auténticas enamoradas de Vila-real».

En el acto, las reinas más longevas fueron Mari Carmen Díaz Arrufat y Conchita Ibáñez Ferriols, que ostentaron el cargo en 1954 y 1959. Díaz recordaba que el año en el que fue máxima representante «todavía se hicieron toros en la antigua vila, que llegaba prácticamente hasta Sant Pasqual». Posteriormente, los eventos taurinos se trasladaron a una plaza ubicada en un solar en la actual avenida del Cedre.

Ambas recuerdan sus reinados con mucho cariño, y afirmaron que en su época estaban muy respaldadas por la ciudadanía, «tenía detalles con nosotras». Ahora, aseguran, tanto la localidad, como las fiestas, han crecido mucho, y les sorprende, «el bullicio de estos días en la calle».

En la cita participó también la actual reina, Verónica Fortuño, que reivindicó y aseguró que tiene «más responsabilidad de lo que pensaba». Pese a ello, animó a las jóvenes a optar a su relevo porque es «una gran experiencia».