Vila-real despidió ayer las fiestas en honor a la Mare de Déu de Gràcia con un emotivo retorno de la patrona a su ermitorio, tras casi 10 días en la ciudad. Miles de vila-realenses se volcaron, a pesar del mal tiempo, en la procesión de vuelta de la imagen al Termet, donde permanecerá hasta el próximo año. Y es que, aunque el día comenzó soleado, por la tarde, las nubes y la lluvia hicieron acto de presencia, por lo que el retorno estuvo pasado por agua.

El evento comenzó poco después de las 17.00 horas, cuando la reina de las fiestas, Paula Rico, y sus damas de honor, realizaron la habitual ofrenda floral a la Virgen, en la iglesia Arciprestal. Poco después, las jóvenes representantes de las fiestas del 2014, que vivían su última jornada muy emocionadas, acompañadas por autoridades y cientos de vecinos, emprendieron el camino hacia el paraje natural, arropando a la patrona en su regreso a casa.

En su primera parada ante los Carmelitas comenzaron a caer las primeras gotas, aunque la procesión continuó y, poco antes de llegar al cementerio, y ante la intensidad que comenzó a tener la tormenta, se decidió tapar la imagen con una lona transparente y cargarla sobre un pequeño camión de Serveis Públics que se había preparado para esta ocasión, en vista de las previsiones.

No obstante, los vecinos se mantuvieron fieles a la cita y acompañaron a la virgen hasta la ermita, donde, ya con más calma, se realizaron los gozos.

Acto seguido, los vila-realenses regresaron a la ciudad para apurar las últimas horas de los festejos, donde no faltaron un campeonato de ajedrez, un concurso de belleza canino o la última actuación, a cargo del grupo Los Puntos. Por la noche, multitud de personas acudieron al correfoc y al castillo final de fiestas. H