Para Andrés Fernández (Murcia, 17 de diciembre de 1986) empieza una nueva temporada. En apenas una semana, el guardameta cedido por el Oporto hasta el 30 de junio ha visto cómo ha cambiado radicalmente su rol. La grave lesión de Asenjo ha cambiado el que era su hábitat habitual en la Liga esta temporada, el banquillo, por los tres palos de la portería. Las opciones europeas del Villarreal, el equipo más seguro del fútbol español, pasan ahora por sus manos, y tanto frente a Osasuna como en la visita del Espanyol, no ha defraudado.

--Del banquillo a titular sin previo aviso. Un portero nunca sabe cuándo llega el protagonismo.

—Y menos cuando llega en una situación que no es fácil… pero hay que estar ahí, preparado siempre. Otras veces toca salir de improvisto, pero lo afrontas de otra forma. Nunca quieres que pasen este tipo de cosas; me pongo en el lugar de Sergio [Asenjo]. Los futbolistas somos ante todo personas.

--Lo de Asenjo ha sido un golpe durísimo para el vestuario.

—Sí, por todo. Porque Sergio, aparte de que es un jugador muy querido, es un gran portero; siempre lo ha demostrado. Lo admiramos por cómo volvió a salir de otra lesión de gravedad, y lo volverá a hacer.

--¿Ha podido hablar con él tras la grave lesión?

—La verdad es que no ha habido mucho tiempo para hablar. Tiene tanta gente que le está enviando mensajes, apoyándole, que es complicado; pero él sí que nos ha transmitido mucho apoyo.

--Asenjo le ha dejado el listón muy alto: el menos goleado en España y uno de los más seguros de las grandes ligas europeas.

—Será difícil igualar lo que estaba haciendo Asenjo, pero no solo este año, sino en los anteriores. Solo pienso en ayudar en todo lo que pueda. Al final, siempre he pensado que lo importante es el objetivo del colectivo, que el equipo consiga la plaza europea y, por qué no, la plaza de Champions. Ese es mi objetivo. Lo demás está en un segundo plano.

--Tras el último regreso a Primera, usted era la primera opción del Villarreal para la portería.

—Sé que hubo una opción y que no se llegó a un acuerdo. Pero eso ya ha quedado tan atrás que casi ni te acuerdas. Fue hace mucho.

--¿Se mosqueó mucho con Osasuna por no dejarle salir del club entonces?

--Más que cabrearme, fue la rabia de la postura del dirigente de aquel momento [Miguel Archanco], que después se ha demostrado que no actuó como debería haber actuado. Sí, queda esa rabia de por qué conmigo actuó de otra forma. Pero son cosas del mundo del fútbol.

--Está en el Villarreal cedido por el Oporto. ¿Ha pensado qué sucederá más allá del 30 de junio?

—Me queda un año más de contrato con el Oporto. No quiero pensar más allá, igual que antes, cuando solo entrenaba, no pensaba en el futuro. Lo que tenga que venir, que venga, y seguro que será bueno. Mientras, a trabajar.

--Le toca jugar precisamente en el tramo decisivo de la temporada, ¿el más complicado?

—Esto es complicado durante todo el año. Si no sacas puntos al principio, después no llegas. Ahora estamos en una posición bastante buena y con opciones de estar lo más arriba posible.

--Usted ha estado acostumbrado al sufrimiento de la lucha por la permanencia en las últimas temporadas. ¿Agradece este respiro?

—Al final siempre se sufre, luchando por evitar el descenso o peleando por una plaza en Europa. Hasta que no te retiras no puedes descansar. Es cierto que aquí no hay problemas para mantener la categoría, pero, por mucho que se diga, siempre está la presión de alcanzar un objetivo mayor. No es igual el sufrimiento, es verdad, pero sí que sigue habiendo bastante presión.

--¿Se piensa dentro del vestuario en el objetivo de acabar entre los cuatro primeros?

—Yo creo que no. La gente piensa que se pueden ganar todos los partidos de aquí al final, pero solo si vamos partido a partido podremos sacar muchísimos puntos. Al final se verá si nos da para estar arriba.

--Su inicio en la portería del Villarreal fue complicado, algunos errores le marcaron…

—A veces las cosas salen mejor, otras peor. Desde fuera se ve diferente. El fútbol demuestra que un día estás abajo y discutido y, después, todo cambia. Tanto futbolistas como técnicos tenemos que intentar mantener siempre la tranquilidad.

--Se mantuvo la calma tras la estrepitosa derrota en Europa League ante la Roma. ¿Fue el peor momento de la temporada para el Villarreal?

—La derrota en la ida fue dura. Nadie se la esperaba. Pero esta plantilla tiene eso, que sabe mantener la calma. Después de aquello intentamos volver a ir partido a partido, y con esfuerzo y ganas las cosas acaban saliendo.

--En Europa comenzó jugando. De repente, en las dos últimas jornadas de la liguilla desaparece. ¿Cómo se lo tomó?

—Al final siempre he dicho que el entrenador es quien pone y no pone, y si confía y se siente con más confianza más con tu compañero no hay más que hablar. Por dentro puedes estar jodido, pero hay que acatarlo. Unas veces te pasa en contra y otras a favor. Y ya está.

--¿Quiénes han sido sus referentes en la portería?

—Me fijaba mucho en Íker Casillas, y en Molina. También en Pamplona tuve el espejo de Ricardo, un porterazo que me enseñó muchas cosas del mundo profesional.

--Ha citado a Casillas y Molina, dos modelos muy diferentes.

—Sí, es cierto. Molina jugaba más adelantado, y luego Íker lo paraba todo. Todos los porteros nos veíamos reflejados en él.

--Y dentro de esos dos modelos, ¿por cuál se decanta?

—Hay que buscar el equilibrio, y es el propio equipo el que te lo da. Por ejemplo, el caso de Ter Stegen en el Barça es extremo, pero es lo que necesita el Barça, un portero que saque bien el balón desde atrás. Aquí también jugamos mucho con el portero, pues te da salida a la hora de mantener la pelota y tener posesión. Yo creo que tampoco hay que abusar, pero siempre es una buena alternativa.

--¿Cómo va con los pies?

—No es el juego de pies lo que más problemas me da. Me defiendo. Ahora el portero ha cambiado mucho. Antes estaba siempre en la línea; ahora es un apoyo más.

--Recientemente, el Villarreal se vio envuelto en una polémica ante el Madrid. ¿Está a favor del uso de nuevas tecnologías en el arbitraje?

—No creo que parar los partidos durante unos 30 segundos para discernir si una jugada es penalti o no afectara mucho. Se quitaría mucha presión a los árbitros, y también muchas horas de polémicas y opiniones.