El pimiento es originario de Méjico, Perú y Bolivia y llegó a Europa desde América de la mano de Cristóbal Colón. Los indígenas se referían a ellos con el nombre de chili, mientras que los españoles y los portugueses lo bautizaron con el nombre de pimiento o pimiento de Brasil.

La llegada del pimiento fue un cambio muy importante en las costumbres culinarias europeas, ya que se empleaba como complemento de la pimienta negra. Las variedades de pimientos grandes, suaves y poco picantes que se consumen en la actualidad se consiguieron a principios del siglo XX debido a los cultivos intensivos.

Se clasifican en dos grandes grupos según su sabor en dulces y picantes.

Pimientos dulces: Pueden ser rojos, amarillos o verdes, de forma y tamaño diferentes. Dentro de este grupo se incluyen tanto el pimiento morrón, como el dulce italiano.

Pimiento morrón: es grueso, carnoso y de gran tamaño. Rojo brillante liso y sin manchas, carne firme, sabor suave, tallo verde y rígido. Se utiliza crudo y asado o en guisos y estofados. Se vende fresco, seco y en conserva. Fresco, se puede recolectar verde o maduro.

Pimiento italiano: Largo, fino y de color verde intenso que cambia a rojo conforme madura.

Pimientos picantes: Los más conocidos en nuestro país, los de piquillo, de Padrón y los de Gernika.

Pimiento del piquillo: De color rojo intenso. Es carnoso y compacto. Ligeramente picante, también puede ser dulce.

Pimiento de Padrón: Son pequeños, de forma alargada y rugosa. Se consumen verdes y frescos y son de sabor ligeramente picante, también existen dulces.

Pimiento de Gernika: Es un fruto pequeño, se comercializan verdes, y encurtidos..

Cuando adquirimos pimientos en los mercados municipales es recomendable escoger ejemplares carnosos, duros, muy firmes, de color brillante y piel lisa. Si presentan arrugas o manchas y piel muy fina o poco firme, hendiduras, cortes o partes acuosas, son señales de mala calidad, perdida de sabor y nutrientes. Otra señal de frescura a tener en cuenta es el estado de su tallo, tiene que ser verde, firme y crujiente.

Una vez en casa se aconseja guardar los pimientos en el frigorífico y dentro de una bolsa de plástico perforada y así se conservar más de dos semanas. Una vez asados y pelados, también se pueden congelar, escaldándolos con anterioridad en agua hirviendo durante unos tres minutos.