Partimos de la Fuente de Morredondo, a la que llegaremos por la carretera que se dirige hacia Torás y Bejís, desviándonos en un punto señalizado. Dejado el vehículo en la fuente, y aprovisionados de agua, seguiremos hacia el Norte, ya andando el camino asfaltado. Al poco nos desviamos por un camino a la izquierda que pronto es senda, siempre paralelos al Barranco del Cañarejo, el cual cruzaremos pronto. La senda por la que vamos es un poco abrupta, pues es un itinerario recorrido en ocasiones por motos. Nos rodea un paisaje de pinos, sabinas, coscojas, romeros, donde también hay algunas carrascas, y cómo no, aliagas.

La senda sube en general de modo suave, salvo algún trozo al final, tras el cual llegamos a una gran loma plana, con un extenso afloramiento de rocas calizas; estamos en la Loma Vivas, uno de los parajes o partidas dentro de las Cambras. A nuestra izquierda queda la gran cantera de Morredondo o de las Cambras. A nuestra derecha veremos un bebedero colocado por los cazadores (importante no solo para las especies cinegéticas, sino también para otros animales, incluidos los insectos, y entre ellos las abejas). En toda esta loma existen abundantes restos bélicos; sería interesante visitar los conjuntos de trincheras; no obstante no hay camino, y los elementos se deben localizar buscando el paso entre el denso matorral.

La ruta arranca y termina en la Fuente de Morredondo. Mediterráneo

Cruzamos un estrecho carril pero seguimos por la senda marcada por un hito. No tardaremos en llegar a las vías (la del tren de Renfe y la Vía Verde de Ojos Negros), las cuales cruzaremos por debajo a través del Paso de la Colada del Corral del Calvo. El suelo ha cambiado y ahora es de rodenos (areniscas rojas), que son las rocas dominantes en las partidas de Monleón y el Rodeno. Podemos observar más restos de casetas militares.

Seguimos la pista de la derecha, que se dirige hacia las Casas de Monleón, pero nos desviamos por otro carril que nos lleva al gran navajo de Monleón, balsón para abrevar el ganado y la fauna silvestre, que se recarga por aguas de escorrentía. Este navajo es muy importante pues almacena agua incluso durante las épocas de más sequía. Volvemos por un atajo al camino que nos lleva a las Casas de Monleón, dejando un cerro a nuestra derecha, el Alto del Carrascal, poblado de carrascas y donde también hay abundantes restos bélicos.

Al llegar a las Casas de Monléon nos topamos con otro gran navajo, que tampoco suele secarse. Monleón, además de ser una partida es también un conjunto de casas o masías; fue abandonado hace más de 40 años, y la mayoría de las casas están en ruinas. Frente a una nave nueva nos vamos a la derecha; si fuésemos a la izquierda podríamos ir al Pozo o Fuente de Monleón. Antes de salir de las casas todavía vemos otro navajo más, en general seco.

Nuestro recorrido sigue el paso de la vía pecuaria llamada Colada de Monleón, primero entre bancales y luego por una zona pedregosa y con escasa traza, lo que nos obliga a estar atentos al GPS o a nuestra intuición. A la izquierda nos queda un pequeño cerro denominado el Altico. Un sembrado ha invadido el paso, pero lo bordeamos fácilmente, siguiendo por el camino a nuestra derecha. Continuamos por la escasa pero pedregosa traza, propia de pasos de ganado.

De nuevo cruzamos las vías, esta vez por el Paso de la Colada de Monleón, primero la Vía Verde (por encima), donde podemos descansar y contemplar las vistas en el pequeño mirador, y luego la vía del tren (por debajo). Ahora seguimos por la partida conocida como la Hoya de las Caleras, donde hay algunos restos de cantera y de caleras. Es un paisaje de matorral bajo y despejado, con muchas losas calizas, pues ha vuelto a cambiar el suelo. Seguimos la clara senda que recorre la vía pecuaria, bajando suavemente. Al rato vemos otro bebedero de caza.

Hoya de las Caleras, con la senda que sigue el curso de la Colada de Monleón. Mediterráneo

Llegamos a un camino de tierra, que seguimos recto, aunque podemos atajar los rodeos un par de veces a través de sendas. Entramos en la partida de El Pozo, llamada así por la presencia de un antiguo pozo que aún existe pero perdido entre zarzales. La zona presenta un pinar espeso, y constituye un rincón bien tranquilo. Sin apenas percatarnos, cruzamos el Barranco de Zalón. A nuestra izquierda queda el Alto del Niño, lleno de restos bélicos, y frente a nosotros asoman dos grades farallones de rocas rojizas, las Peñas Royas (también llamadas las Cambras, aunque éste nombre abarca toda la partida). Estas dos paredes están separadas por el Barranco del Espino (que en ese punto es nombrado como el Barranco Torres). Curiosamente, los barrancos del Espino y de Zalón casi llegan a juntarse; no lo hacen por apenas unos 100 metros, pero luego se separan, y no volverán a juntarse hasta mucho más adelante, cuando se unan con otros barrancos conformando el Barranco de las Ramblillas. Nos encontramos en una zona de alternancia de suelos, con rodenos, calizas y arcillas.

Cuando el paisaje se abre un poco tomamos una pista a la derecha, que da un rodeo por la pequeña partida conocida como del Covarcho, por la presencia de unas cuevas en sus lomas. Finalmente abocamos en el camino asfaltado que va de Ragudo hacia Torás, y que pasa por la Fuente de Morredondo, nuestro punto final de la ruta.

Ficha técnica

- Punto de partida: Fuente de Morredondo.

- Distancia: sobre 8 kilómetros.

- Tiempo previsto: de 3 a 4 horas.

- Dificultad: ruta media, pues circula en parte por senderos muy pedregosos.