El municipio de Viver cuenta con un entorno natural privilegiado, en el que sobresalen tres parajes que resultan imprescindibles para quien visite esta población, el parque de La Floresta, el Sargal y San Miguel.

La Floresta

La Floresta es un parque natural de 40.000 metros cuadrados de extensión. Se sitúa en el cauce del barranco Hurón, que atraviesa la población. Las paredes del barranco, cubiertas de helechos y estalactitas, las casas colgantes, construidas sobre ellas, la variada y frondosa vegetación y sus cascadas y saltos de agua, hacen de este lugar un insólito, sobrecogedor y bellísimo paraje.

Quizá el nombre de Viver nació en la Floresta. Probablemente los romanos, aprovechando la frescura del sombreado paraje y la corriente contínua y abundante de las aguas de varios manantiales, construyeron allí su vivarium de peces. El parque dispone de varios servicios deportivos (pistas de tenis), juegos para niños...

El Sargal es un paraje rodeado de montañas. Mediterráneo

El Sargal

Situado en la margen izquierda del Palancia e incrustado en su valle, se halla este magnífico paraje, rodeado de montañas.

Destacan las Cuevas del Sargal, un grupo de oquedades que forman un amplio frente, bello y atrayente. Sirvieron de abrigo a los primeros pobladores de la zona, desde el Paleolítico Superior hasta el Neolítico. Geológicamente se formaron por la acción de las aguas de la fuente del Pontón y existen formaciones cársticas de interés.

Cuenta con paelleros y mesas, para poder pasar el día con la familia o amigos.

San Miguel es el principal manantial de Viver. Mediterráneo

San Miguel

Es el manantial más importante de todo el término municipal, con un caudal de 200 litros por segundo. Está situado a tan solo un kilómetro de distancia del pueblo, en un acogedor paraje.

Próximo al nacimiento se halla el antiguo molino de Aguas Blancas, actualmente lugar de acogida para grupos de escolares, y junto a él, llama la atención una vertiginosa caída de agua que movía otro molino abajo. Es un lugar excelente para pasar un día al aire libre, disfrutando del frescor del agua en movimiento.