Hace 10 años, iniciaba su andadura en España el proyecto RENACE (Red Nacional de Centenarios) con el objetivo de conocer qué factores determinan que una persona pueda llegar a vivir 100 años.

Antes de que la COVID-19 redujera significativamente nuestra esperanza de vida, España era uno de los lugares más longevos del mundo. Por aquel entonces había entre nosotros más de 18.000 centenarios. Aproximadamente la mitad de ellos eran independientes y no necesitaban ayuda ni para comer, ni para realizar sus tareas diarias y se sentían muy satisfechos con sus vidas.

en el año 2011, la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) empezó a localizar a muchas de las personas que tenían más de cien años. Con los ancianos que se ofrecieron voluntarios, y firmaron un consentimiento informado, empezaron a realizar una serie de estudios encaminados a averiguar cuál era el secreto de su longevidad.

Los centenarios no lo saben

Lo primero que se hizo fue preguntarles a qué atribuían ellos el haber llegado a una edad tan avanzada.

Sus respuestas fueron de lo más diversas:

Se encontraron respuestas para todos los gustos. Tantas y tan diversas que la primera conclusión del estudio fue que los centenarios no tenían ni la más remota idea de lo que los había hecho vivir tanto tiempo.

¿Los datos lo explican?

Sin embargo, los primeros datos sobre RENACE empezaron a aclarar el panorama.¿O no?

La clave es saber cuánto influye la genética, el ambiente o el azar

En buena parte la esencia de los estudios como RENACE es averiguar cuánto influye la genética, cuanto el ambiente y cuanto el azar a la hora de vivir cien años.

En otras palabras, si uno quiere llegar a centenario ¿debe elegir bien a sus padres, debe llevar una vida saludable o simplemente debe tener suerte?

El problema es que determinar la contribución relativa de la genética, del ambiente y del azar no resulta sencillo.

Por ejemplo, uno de los problemas a los que nos enfrentamos es la interacción genotipo-ambiente.

A menudo los centenarios tienen parientes cercanos muy longevos. Y eso, a primera vista, parece un argumento de peso en favor del componente genético.

Pero si dos hermanos viven en una familia que se desvela cuidando a sus mayores, podrían llegar a centenarios en buena parte porque los han cuidado muy bien, aunque pensemos que el componente genético es importante, pues ambos hermanos comparten la mitad de sus genes.

Sin duda dos hermanos pueden llegar a centenarios porque tienen buenos genes, pero también porque los dos se han educado en la misma familia desarrollando costumbres saludables y también porque su familia los cuida muy bien.

Esta interacción genotipo-ambiente puede entenderse fácilmente con un ejemplo ganadero.

El granjero y la vaca lechera

Imaginemos que un pequeño granjero compra una vaca lechera muy cara porque es de muy buena calidad genética. Sin duda esa vaca dará más leche que las otras vacas de la explotación gracias a su mejor genética. Pero es casi seguro que, como es muy cara, el ganadero la va a cuidar mejor que a las otras vacas, lo que también influye en su elevada producción de leche.

Por si el asunto no fuera suficientemente complejo, tampoco podemos olvidar a la suerte. Un individuo con genes extraordinarios y que viva en el mejor de los ambientes puede perder la vida muy joven por ejemplo en un accidente de tráfico.

El progreso de la biología molecular también ha revelado una serie de factores, como la longitud de los telómeros (los extremos de los cromosomas), que tienen su influencia sobre la longevidad.

Pese a estas dificultades, se ha logrado estimar el peso que tienen la genética, el ambiente y el azar.

Tener buenos genes ayuda, pero no basta

Pese a que se ha insistido tanto en la importancia de «elegir bien a los padres», los componentes genéticos por sí solos explican entre el 15 y el 20% de la variabilidad a la hora de disfrutar de una gran longevidad.

El llevar una vida saludable, estar en un buen ambiente y vivir bien cuidado explica entre un 25 y un 30% de la variabilidad en longevidad.

La interacción entre genotipo y ambiente (tener buenos genes y a la vez llevar una vida saludable estando bien cuidados) es responsable de alrededor de un 10% de la variación en longevidad

Lo llamativo del asunto es que al menos un 40% depende del azar.

Llegar a centenario es un evento altamente improbable. Debemos tener buenos genes y a la vez cuidarnos mucho, y no olvidarnos de recibir buenos cuidados. Pero sobre todo es necesario tener mucha suerte.