Un ensayo aleatorio, comparativo y controlado con placebo, en adultos obesos con un índice de masa corporal superior a 32, arroja unas conclusiones de lo más esperanzadoras.

Sobre todo para esa dura realidad que parece machacarnos una y otra vez al poco tiempo de dar por terminado un plan de adelgazamiento: ¡La velocidad a la que recuperamos el peso perdido!

El estudio ha sido realizado por un grupo de investigadores de la Universidad de Copenhague y del Hospital Hvidovre, y está avalado por su publicación en la prestigiosa revista The New England Journal of Medicine, de la que hoy es portada.

Cuatro grupos y un año de trabajo

La investigación consistió en someter a los voluntarios seleccionados (que no tenían diabetes) a una dieta baja en calorías durante 8 semanas.

A partir de ahí, los participantes fueron asignados al azar durante 1 año a uno de los cuatro grupos que se someterían a estrategias diferentes para ver cómo iba evolucionando su peso.

Grupo de ejercicio: Se sometieron a un programa de ejercicio de intensidad moderada a vigorosa, más placebo.

Grupo de liraglutida: cuyos componentes serían tratados con liraglutida (3,0 mg por día) pero se limitarían a realizar de nuevo su actividad habitual.

Grupo de combinación: Al igual que el anterior serían tratados con liraglutida, pero además se sometían a un programa de ejercicios.

Grupo placebo: Realizaban su actividad habitual y además eran tratados con placebo más actividad habitual.

El objetivo del experimento era saber cuánto lograban mantener el peso que habían perdido tras la dieta baja en calorías de ocho semanas.

De este modo, se descubrió la importancia en este mantenimiento del fármaco liraglutida, que es un antidiabético y un inhibidor del apetito, y la eficacia de su administración combinada con la realización de ejercicio.

Fue el tratamiento claramente ganador.

Pero no solo eso: el experimento muestra que además de ayudar a las personas a perder más kilos, la combinación medicamento-ejercicio provocó una mejora significativa de su salud, con un descenso del nivel de azúcar en sangre y de la presión arterial.

Te puede interesar: La opinión de los expertos sobre el secreto de moda de muchos famosos para adelgazar

El martirio de la recuperación de peso

Es lo más habitual. Meses de sacrificio, renuncias, hambre, fuerza de voluntad, esfuerzo… y cuando ya nos parece que estamos en el peso ideal y abandonamos el régimen… en pocos días y casi sin darnos cuenta comenzamos a recuperar los kilos.

Es un proceso desesperante por su rapidez y desmoralizador para nuevos intentos en el futuro. A toda velocidad vemos como todo el esfuerzo ha desaparecido y nos encontramos otra vez con el mismo peso, si no más.

Es lo que los científicos conocen como recuperación de peso tras una pérdida inicial exitosa en personas con obesidad, y constituye un problema importante que de momento no está resuelto.

Porque hasta ahora no existía ningún estudio bien documentado sobre qué método de tratamiento es el mejor para mantener una pérdida de peso de forma saludable.

Te puede interesar: Por qué algunos tenemos hambre todo el tiempo

Así fue el ensayo

En el ensayo, los investigadores reclutaron a 195 adultos obesos. Y tras pasar las ocho semanas con dieta baja en calorías perdieron cada uno, aproximadamente, una media de 13 kg. Un éxito no sólo para el físico sino que, sobre todo, supuso una mejora significativa de su salud con un descenso del nivel de azúcar en sangre y de la presión arterial.

Todos los participantes en el estudio se pesaron mensualmente y recibieron asesoramiento nutricional y dietético centrado en la pérdida de peso saludable, según las directrices de las administraciones sanitarias y alimentarias danesas.

Al cabo de un año:

El grupo que solo practicaba ejercicio y el grupo que solo se medicaba mantuvieron la pérdida de peso de 13 kg, así como las mejoras de salud.

El grupo con placebo recuperó la mitad del peso y lo hizo, además, con un deterioro de todos los factores de riesgo. Por ejemplo, un posible desarrollo de diabetes de tipo 2 o de enfermedades cardiovasculares.

– Las mejoras más espectaculares se produjeron en el grupo que combinaba ejercicio y medicación. Los investigadores observaron que no sólo no recuperaban kilos, sino que experimentaban una pérdida de peso adicional, con la que acabaron el año 16 kilos por debajo de su inicio antes del régimen.

Los beneficios para la salud también aumentaron respecto a los grupos que tenían ambos tratamientos por separado.

Se observó el doble de pérdida de masa grasa, conservando la masa muscular, mayores índices de aptitud física, reducción del azúcar en sangre y mejora de la calidad de vida.

¿Por qué recuperamos el peso tras perderlo exitosamente?

Cuando perdemos peso, el principal cambio que observamos en nuestro cuerpo es una disminución de la grasa corporal. Esta reducción indica que las reservas de combustible del cuerpo se están vaciando, lo que provoca un descenso de la hormona leptina.

Normalmente, la leptina inhibe el apetito y aumenta el ritmo metabólico. Pero cuando los niveles de leptina caen en picado, lo que provoca esa situación es que el ritmo metabólico disminuye y el hambre aumenta.

Por eso no es culpa de los sacrificados del régimen encontrarse con que recuperan peso a toda velocidad. No deben culparse ni desesperarse. No es falta de voluntad ni dejadez.

Lo que les ocurre es que, además de lo dicho, nos encontramos con que el intestino también libera menos incretinas (hormonas que regulan el apetito) cuando perdemos peso, lo que podría persistir más allá de la dieta.

Y el final que nos depara nuestro propio cuerpo es que menos leptina y menos incretinas nos hacen sentir más hambre y pueden llevarnos a comer en exceso.

• «El problema es que las personas luchan contra fuertes fuerzas biológicas cuando pierden peso».

• «El apetito aumenta simultáneamente con la disminución del consumo de energía, y esto contrarresta el mantenimiento de la pérdida de peso».

• «Tenemos una hormona que estimula el apetito, y justo aumenta drásticamente cuando perdemos peso. Por su , y simultáneamente el nivel de las hormonas que suprimen el apetito desciende drásticamente».

Además, una pérdida de peso puede provocar la pérdida de masa muscular, lo que hace que el cuerpo reduzca el consumo de energía», explica el director del estudio, Signe Torekov, en Science Daily.

Torekov señala que muchas, demasiadas personas con obesidad han intentado perder peso antes… sólo para recuperarlo en poco tiempo. Y esto ocurre porque el consejo general se limita a comer más sano y hacer más ejercicio.

Pero sin un seguimiento el tratamiento no será suficiente:

«La gente tiene que entender esto. Una vez que se ha perdido el peso previsto, no se está ‘curado’. Lo más probable es que el ejercicio y el esfuerzo continuos tengan que seguir durante muchos años», sentencia el experto.