Un estudio demuestra que la disfunción cognitiva en los perros de compañía reproduce varios aspectos clave de la demencia humana.

Los expertos resaltan que estas mascotas, al vivir con sus dueños, capturan la diversidad genética y ambiental que es imposible que recapitulen los animales de laboratorio.

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La demencia engloba la pérdida de memoria y el deterioro del pensamiento, el comportamiento y la capacidad de realizar tareas cotidianas.

La causa más común es la enfermedad de Alzheimer, para la que aún no existe cura y cuya principal limitación es precisamente la falta de modelos animales.

Sin embargo, gracias a esta investigación de la Universidad de Budapest publicada en GeroScience, se ha descubierto la idoneidad de estos perros como modelo animal para estos estudios.

Beta amiloide 42: el péptido que comparten perros y humanos

Los perros, aunque envejecen aproximadamente diez veces más rápido que los humanos, están expuestos a factores de riesgo similares y algunos desarrollan demencia canina.

«Cuando un perro muestra una menor capacidad de aprendizaje o un aumento de la ansiedad, puede estar luchando contra la disfunción cognitiva», afirma el primer autor del estudio, Silvan Urfer.

«Esto puede diagnosticarse mediante un cuestionario que evalúa la función cognitiva del perro. Las puntuaciones de 50 puntos o más son indicativas de que existe disfunción», ha detallado.

En los humanos, las características moleculares del Alzheimer incluyen el depósito de un péptido en el cerebro llamado beta amiloide 42. Este péptido es idéntico en los canes.

«Nos interesaba saber si los niveles de beta amiloide 42 en los cerebros de los perros están relacionados con la función cognitiva y la edad», afirma Matt Kaeberlein, otro de los autores del estudio.

Para ello recurrieron a Eniko Kubinyi, creador del Banco de Cerebro y Tejido Canino junto con el veterinario Kalman Czeibert y la genetista Sara Sandor del Departamento de Etología de la Universidad de Budapest.

De este modo, los investigadores húngaros analizaron el cerebro y el líquido cefalorraquídeo de los canes fallecidos, junto con una documentación exhaustiva del rendimiento cognitivo previo de los perros.

Este sistema permitió encontrar conexiones significativas entre el beta amiloide 42 y la edad en las tres regiones cerebrales investigadas -corteza prefrontal, corteza temporal e hipocampo-.

Además, la abundancia de beta amiloide 42 también se correlacionó con la puntuación obtenida en el cuestionario de la «Escala de Disfunción Cognitiva Canina».

Según los investigadores, la relación entre el deterioro cognitivo y la abundancia de dicho péptido puede reflejar una trayectoria similar de envejecimiento en perros de compañía y humanos.

Un estudio para frenar el Alzheimer

A partir de esta sorprendente investigación, los expertos pretenden estudiar diversas intervenciones destinadas a prevenir o tratar la enfermedad de Alzheimer.

Este tipo de demencia que actualmente padecen unas 800.000 personas en España, es también la enfermedad que mayor discapacidad genera en personas mayores.

En 2015 había alrededor de 47 millones de personas con demencia en el mundo. Si la prevalencia de demencia actual se mantiene constante, en el año 2050 habrá alrededor de 130 millones.

Esta gran expansión, sumada a la falta de claridad en las causas y mecanismos de la enfermedad de Alzheimer, hace de esta patología un importante problema social.

Por ello, los investigadores húngaros piden la colaboración ciudadana para que donen el cuerpo de su perro en el momento de su fallecimiento.

Estos recursos serán útiles para realizar estudios a mayor escala en el futuro a medida que se disponga de más especímenes.