Elon Musk inauguró la moda de los grandes multimillonarios que intentan conseguir la vida eterna invirtiendo muchos millones en empresas que tratan de revertir el envejecimiento humano.

Ahora es el magnate Jeff Bezos quien anuncia que dedicará cientos de millones de dólares a su propia empresa anti-envejecimiento.

Rápidamente otros multimillonarios se han apuntado al proyecto con donaciones ingentes.

Bezos cree que durante los últimos años se han producido avances tan importantes en la biología molecular del envejecimiento que él podría alcanzar la eterna juventud.

Entre los científicos de primera fila reclutados por Bezos para este trabajo destaca el premio Nobel Shinya Yamanaka, que algunos medios han calificado como «el mago de la medicina regenerativa».

Se trata de un proyecto extraordinariamente ambicioso.

¿Podría tener éxito?

Ya hubo en la historia otros intentos de inmortalidad

No hay nada nuevo bajo el sol.

La búsqueda de la inmortalidad y de la eterna juventud es uno de los sueños más arraigados en toda la historia humana. Desde la antigüedad millones de personas dedicaron su vida a encontrar el “elixir de la vida eterna juventud” con nulo éxito.

Algunos de ellos, como Alvar Nuñez Cabeza de Vaca, exploraron las regiones más recónditas del planeta, y aunque fracasaron rotundamente al encontrar la añorada fuente de la eterna juventud, contribuyeron significativamente al conocimiento geográfico y antropológico.

También la medicina antigua cayó en la tentación de buscar la vida eterna. Por supuesto ni Hipócrates, ni Galeno, ni Avicena lo consiguieron.

Incluso muchos de los buscadores de la inmortalidad acortaron su vida significativamente.

Por ejemplo:

El elixir de la eterna juventud

Se puede argumentar que por aquel entonces no se sabía nada de biología molecular y en cambio ahora se sabe mucho.

Es verdad. Pero la biología molecular ya lleva varias décadas intentando frenar el envejecimiento.

Un claro ejemplo es Linus Pauling, ganador de 2 premios Nobel. Trabajó intensamente en el tema hasta el punto de volverse célebre por su empleo de dosis masivas de vitamina C. Pero por más que lo intentó, un cáncer de próstata acabó con su vida.

Desde entonces se ha utilizado una panoplia de moléculas “de la eterna juventud”.

Pero la gente ha seguido envejeciendo y muriendo.

¿La vida eterna en una máquina?

Vistos los sucesivos “fracasos”, Marvin Minsky, el gran gurú de la inteligencia artificial del MIT, dejó de confiar en el progreso médico y buscó la vida eterna por otros caminos. En concreto mediante los superordenadores.

Durante los años 80 del siglo pasado, Minsky estuvo convencido de que para el año 2000, aunque nuestro cuerpo muriese, habría súper-ordenadores capaces contener nuestra mente. Y si nuestra mente seguí activa en el ordenador, nosotros viviríamos eternamente aunque fuese en un soporte no biológico.

Minsky instó para que la gente ahorrase y pudiera pagar su soporte no biológico. Calculaba que el super-ordenador que soportaría nuestra mente “costaría tanto como una buena casa en un barrio caro”.

Marvin Minsky murió el 24 de enero de 2016, a los 88 años. Y los que seguimos por aquí aún estamos muy lejos de conseguir (si es que alguna vez lo logramos) el ordenador que sirva de soporte a nuestra mente.

La esperanza de vida sí que avanza

Es indudable que la medicina consiguió extraordinarios progresos incrementando la esperanza de vida de los seres humanos. A nivel mundial en 1900 la esperanza de vida de un ser humano era de 32 años. Un siglo más tarde alcanzó los 72 años (y mucho más en los países avanzados).

Pero no debemos confundir la esperanza de vida con la duración máxima de la vida.

La esperanza de vida es un valor promedio. A principios del siglo XX no había antibióticos, ni cloración del agua potable, ni apenas vacunas. La mortalidad infantil era enorme y mucha gente moría joven de enfermedades infecciosas. Por eso el promedio de vida de los seres humanos era tan bajo.

Pero a la vez, durante toda la historia humana hubo personas que por causas genéticas, ambientales y estocásticas gozaron de una salud excelente y alcanzaron una extraordinaria longevidad.

Por ejemplo en la localidad de Österröd se encontró, maravillosamente bien conservado, el esqueleto de una mujer que vivió en el paleolítico, en una sociedad de cazadores recolectores. Esa mujer murió alrededor de los 90 años de edad. Medía 1.70 de altura, había tenido varios hijos y aún conservaba todos sus dientes sin caries.

Poco antes de la caída de Granada, Ibrahim Alí Atar capitaneaba el principal cuerpo de caballería Nazarí a sus casi 90 años. Y su lanza seguía siendo temida (de hecho lo mató un arquero desde lejos durante el ataque a Lucena).

En la batalla de Lepanto, una de las galeras Venecianas que tuvo la actuación más destacada estaba capitaneada por un centenario.

Hoy en día, concretamente en el año 2011, el proyecto RENACE (Red Nacional de Centenarios) del Dr Juan Martinez, encontró que en España había unos 18.000 centenarios. Y alrededor del 60% de ellos tenían una salud excelente.

¿Tiene cura el envejecimiento?

Hace un par de años estaban de moda las predicciones de personajes como:

Entonces llegó (probablemente para quedarse) la pandemia de la Covid-19. Por primera vez en décadas la esperanza de vida descendió significativamente en los países más desarrollados.

Qué dice la ciencia

A pesar de su fortuna, Jeff Bezos y Elon Munsk morirán por más que hagan. La duración de la vida, está limitada por una serie de razones, entre las cuales se encuentra el envejecimiento. Pero como veremos en posteriores artículos, no es ni mucho menos la única causa.

Musk, Bezos y los multimillonarios que dilapidan millones persiguiendo la quimera de la eterna juventud, podrían preocuparse más por las amenazas reales de salud que pueden cambiar la historia.

La reciente alerta de los editores de las 233 principales revistas médicas advirtiendo que «se acerca una catástrofe mucho más mortífera que la Covid-19» debida al cambio climático y la destrucción de hábitats, es un buen ejemplo.

El incremento de la resistencia bacteriana a los antibióticos podría llevarnos a situaciones apocalípticas y no a largo plazo.

Si invirtieran parte de su dinero en estas amenazas reales, en vez de perseguir quimeras, no solo pasarían a la posteridad como más solidarios con la humanidad, sino que podrían conseguir vivir mucho más.

¿O acaso, como indica la lista de la revista Forbes, no murieron de Covid-19 cientos y cientos de millonarios?