Hasta este momento la pandemia zoonótica de la Covid-19 ha generado más de 220 millones de contagiados en todo el mundo, de los cuales alrededor de 5 millones ya han muerto. También tuvo un enorme impacto en la economía y en nuestro estilo de vida.

Pero pese a todo el terror que ha desatado el coronavirus SARS-CoV-2 en nuestro mundo, la realidad es que hemos sido extraordinariamente afortunados. Aunque no lo sepamos.

Y es que, aunque no sean temas conocidos, otras pandemias han estado (y algunas están todavía) a punto de desatarse. Y además de que pueden aparecer en cualquier momento, podrían llegar a ser mucho peores que la Covid-19.

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«Viruela del simio»

Por ejemplo, el Centro Nacional de Enfermedades Infecciosas, Emergentes y Zoonóticas de Atlanta (USA) confirmó el pasado mes de julio que más de 200 personas en 27 estados diferentes se encuentran en aislamiento riguroso y sometidas a minuciosas pruebas, para confirmar si se han contagiado o no de una variedad de «viruela del simio» que en algunas ocasiones ha conseguido dar el salto a los seres humanos en algunas zonas de África.

Recordemos que la viruela humana, producida por un virus de la familia poxviridae, fue una enfermedad terrible. Solo durante el siglo XX mató a más de 300 millones de personas. Y aunque muchos de nosotros apenas la recordamos, la viruela, además de ser extremadamente contagiosa, tenía una tasa de mortalidad entre quienes enfermaban superior al 30%. ¡Uno de cada tres!

Afortunadamente, un modélico programa de vacunación masiva de la población humana en todo el mundo consiguió erradicar totalmente la enfermedad en 1977.

Variola major, el virus de la viruela, se extinguió después de milenios desatando las peores pandemias de la humanidad.

Pero quedan muchos otros poxvirus peligrosos en diversas especies animales que, como el virus de la «viruela del simio», podrían dar fácilmente el salto a los seres humanos desde diversos animales.

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Así llegó a EE. UU.

El problema con la «viruela del simio» empezó cuando un ciudadano de Texas decidió viajar a Nigeria y visitar allí unas preciosas zonas selváticas. Todo muy exótico. Pero ahí se contagió. Y al volver a su casa puso en grave riesgo a las más de 200 personas que viajaban con él en el avión.

Por suerte, esta enfermedad es menos letal y menos transmisible que la viruela humana. Aún así mata al 10% de los contagiados.

Pero hay dos grandes grupos de cepas de este virus, y una de ellas es mucho más letal que la otra. Por suerte el tejano viajero se contagió con la cepa «buena».

Para ello tuvo que tener contacto directo con un animal infectado y no necesariamente tuvo que ser un simio.

A medida que se incrementan los estudios sobre el tema van reuniéndose evidencias de que, tras el declive de muchas de las poblaciones de simios por la pérdida de la masa forestal, diversas especies de roedores se han convertido en el principal reservorio de este poxvirus.

Desde entonces los casos de viruela del simio aumentan significativamente en África. A fin de cuentas, es mucho más fácil que un humano interactúe, incluso inadvertidamente, con un ratón o con una ardilla que con un simio.

La evolución de los virus

Una de las características de los virus es su capacidad para evolucionar muy rápidamente. En un contexto de pérdida de la biodiversidad, la selección natural favorece a los virus mutantes que son capaces de saltar la barrera entre especies.

Puede haber un declive de las poblaciones naturales de los grandes simios, pero las ratas y los ratones han incrementado enormemente su número debido a las actividades humanas.

Colonizar la población humana, tal y como ha hecho el SARS-CoV-2, es tal vez el mayor éxito evolutivo que puede conseguir hoy en día un virus al que la catastrófica pérdida de la biodiversidad producida por los seres humanos deje sin su hospedador habitual.

La «viruela del simio» es tan solo un ejemplo de los centenares de enfermedades emergentes que podrían asolar a los humanos como consecuencia de la pérdida de la biodiversidad asociada al cambio global antropogénico.

La rápida expansión por todo el mundo de virus emergentes, a través de los masivos viajes en avión sin ningún tipo de cuarentena, terminará por meter a la humanidad en graves problemas de salud pública más pronto que tarde.

Desafortunadamente hay otro tipo de amenazas graves para la salud pública, asociadas estrechamente al cambio climático.

La «fiebre misteriosa» en la India

Un ejemplo reciente se produjo durante los primeros días de este mes de septiembre.

Acaba de desatarse en la India una extraña enfermedad, denominada la «Mystery Feber». Esta «Fiebre Misteriosa» ha afectado a centenares de personas de todas las edades y condiciones, produciéndoles fiebre alta, dolores de cabeza y articulares, náuseas y erupciones cutáneas.

Lo peor es que la «Mystery Feber» es a menudo mortal en niños de corta edad, quienes fallecen muy rápidamente, a los pocos días de infectarse.

Aunque el brote acaba de desatarse este mismo mes, ya ha matado a más de 50 niños.

Los primeros estudios indican que se trata de una infección causada por la bacteria Orienta tsutsugamushi. La bacteria consigue acceder al interior de sus víctimas con la ayuda de un ácaro, Tunga Penetrans, que en su fase larvaria parasita principalmente a roedores, aves y reptiles, pero también a seres humanos.

Se van acumulando evidencias de que el incremento de temperatura y de lluvias torrenciales asociado al cambio climático reduce considerablemente la mortalidad de los adultos de Tunga Penetrans.

La consecuencia directa es que cada vez hay más animales y más humanos infestados por el ácaro, logrando que la población de Orienta tsutsugamushi alcance niveles nunca vistos anteriormente.

Nuevo coronavirus en Malasia

Para terminar de ilustrar la extraordinaria vulnerabilidad de la humanidad ante las nuevas enfermedades emergentes vale la pena contar el caso de un nuevo coronavirus, el CCoV-HuPn-2018 que recientemente ha conseguido infectar a seres humanos en Malasia.

En realidad se trata de una quimera, formada por la recombinación de los genomas de dos coronavirus diferentes: uno de ellos un coronavirus felino y el otro un coronavirus porcino.

Todos los indicios apuntan a que el nuevo coronavirus recombinante infectó primero a perros, para posteriormente conseguir saltar de estos perros a los seres humanos.

Por suerte este CCoV-HuPn-2018 no es ni mucho menos tan contagioso ni tan virulento como el SARS-CoV-2

Recombinación entre genomas diferentes, una amenaza

Desafortunadamente la recombinación entre genomas diferentes es una característica de muchos virus.

Combinando la aparición de nuevas mutaciones con la posibilidad de recombinación entre genomas diferentes, los virus emergentes representan una gravísima amenaza para la salud pública.

La Covid-19 mostró lo peligroso de una pandemia producida por un virus emergente. También nos enseñó las flaquezas de nuestra capacidad para luchas contra ellas.

Los psicólogos hablan de fatiga pandémica ante la Covid-19.

Pero vale la pena recordar que en una situación de destrucción masiva de la biodiversidad y de cambio climático como la que vivimos, hay una elevada probabilidad de que pronto se desate una nueva pandemia emergente tan grave que nos haga añorar los “buenos y viejos tiempos” de la Covid-19.

Deberíamos prepararnos para ello.