Todos los 18 de noviembre se celebra el Día Europeo para el Uso Prudente de los Antibióticos. Una iniciativa europea de salud pública cuyo objetivo es sensibilizar sobre la amenaza que la resistencia a los antibióticos supone para la salud. Y para insistir en que se tomen con mucha prudencia y solo para aquellas dolencias para las que realmente pueden resultar útiles.

Porque los antibióticos no curan las infecciones causadas por virus, como el resfriado común o la gripe, y únicamente son eficaces para combatir las infecciones bacterianas. Y la decisión sobre su uso es competencia exclusiva de los médicos.

Los antibióticos son medicamentos que sirven para tratar infecciones causadas por bacterias. Pueden actuar eliminándolas directamente (antibióticos bactericidas) o bien dificultando su crecimiento y multiplicación (antibióticos bacteriostáticos).

El uso inapropiado, el sobreuso o el abuso de antibióticos tienen como consecuencia la selección de cepas de bacterias que pueden resistir el tratamiento, lo que se conoce como resistencia bacteriana, una realidad que preocupa a los especialistas por el riesgo que podría entrañar para la salud de las personas.

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«España nunca ha sido un modelo en el uso apropiado de los antimicrobianos y ostenta uno de los mayores índices de resistencia bacteriana de Europa», afirma el doctor Roi Piñeiro Pérez, miembro del Comité de Medicamentos de la Asociación Española de Pediatría (AEP).

Sin embargo, durante los últimos años y gracias a las campañas de concienciación lanzadas por el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) del Ministerio de Sanidad y otras iniciativas de sensibilización a nivel mundial, se ha conseguido una significativa reducción en el uso de antibióticos.

Antibióticos: armas poderosas cuando se usan bien

«Los antibióticos son armas muy poderosas, pero si no las usamos bien dejarán de ser útiles», advierte Piñeiro.

«Las bacterias también están vivas y luchan, al igual que nosotros, por sobrevivir. Si abusamos demasiado de una forma de atacar, aprenderán la forma de defenderse. Por desgracia, hoy ya tenemos bacterias superresistentes que han construido su propio bunker y son muy difíciles de tratar, incluso con antibióticos», señala el experto de la AEP.

«Durante los primeros meses de la pandemia por SARS-CoV-2, existió un empeoramiento en dicho uso que respondió a la incertidumbre diagnóstica y terapéutica propia de aquellos meses. Por suerte, esta tendencia ha sido revertida y en la actualidad los datos sobre consumo de antibióticos han vuelto a mejorar», afirma el infectólogo.

Esto conduce a una reducción en los índices de resistencia bacteriana, aspecto que favorece a todos los miembros de la comunidad puesto que las infecciones por bacterias resistentes incrementan los índices de mortalidad. «Vamos por el buen camino», asegura.

La implicación de pacientes y doctores, clave para mejorar el uso

Para avanzar hacia un uso correcto de los antibióticos es necesario, por una parte, mejorar la concienciación de la población y, por otra, igualmente importante, mejorar la formación de los sanitarios para que los prescriban de forma correcta.

«Cualquier sanitario tiene claro que no administraría quimioterapia a un paciente no oncológico. Tampoco solicitaría un TAC o una resonancia magnética a todo paciente que acudiera a urgencias. Sin embargo, todavía se prescriben antibióticos con cierta ligereza en muchos centros sanitarios de este país, tanto en Atención Primaria como en atención especializada», advierte el representante del Comité de Medicamentos de la AEP.

La formación entre los diferentes profesionales sanitarios en el uso de esta intervención farmacológica es muy variable y, en muchos aspectos, deficiente. Por eso, señala, ayudaría mucho que se reconociera oficialmente la especialidad de Enfermedades Infecciosas vía MIR, «porque de antibióticos parece que todos los médicos saben, y no siempre es así».

Si a esto le sumamos la presión por parte de los ciudadanos para que los facultativos les prescriban un antibiótico, el resultado no podrá ser apropiado. «Mientras la gente siga pensando que con los antibióticos ‘te curas antes y mejor’, solo podremos dar pequeños pasos hacia adelante», asevera Piñeiro.

Cuándo se considera que se está haciendo un uso inapropiado de los antibióticos

Entre los diversos motivos por los que se puede considerar que el uso de un antibiótico es inapropiado, los más habituales son:

Sería el clásico «por si acaso», que tiene un significativo componente humano (miedo a dejar una posible infección bacteriana sin tratamiento) pero un nulo componente científico. La clave para revertir esta tendencia es la formación continuada de los sanitarios.

En el momento en que existe certeza de cuál es la bacteria causante de la enfermedad, ya sea mediante cultivos o pruebas diagnósticas rápidas, se debe cambiar el tratamiento al antibiótico que cubra específicamente dicha bacteria según antibiograma. Es decir, dirigir el tratamiento.

Esa caja de antibióticos en la que sobraron cuatro pastillas, no se debe tomar si no ha existido previamente una prescripción facultativa.