ENTREVISTA
Eugenio Linares Escultor en madera: «Trabajo solo por encargo, y tengo una lista de espera de casi dos años»
Asturiano de nacimiento, vive afincado en Toiriz, un pueblo radicado en Ferreira de Pantón, en la Ribeira Sacra. Con siete años se trasladó a Galicia con su padre, que fue designado farero de Estaca de Bares. Su plena dedicación a la creación de esculturas en madera le llegó como alternativa profesional con la pandemia. Hace unos días mostró sus habilidades en la concentración motera de Dena

Eugenio Linares, montado en la motocicleta que talló en la concentración de Dena. / Tino Hermida
Tino Hermida
Él es el tallista de la motosierra. Y es que tirando de esta herramienta, y casi por casualidad, Eugenio Linares se vio inmerso en un mundo creativo que nunca había atisbado antes. La pandemia le empujó a hacer de esta destreza un medio de vida que sorprende por doquier. A cada paso, mejora y convierte cada tronco en la pieza que el cliente anhela. Otras veces sirve para dar otra vida a un árbol seco y lo convierte en arte.
En Dena, contratado por la peña motera Dena-Mita, trabajó durante dos jornadas para crear lo que le encargaron: una réplica de una motocicleta a tamaño natural en madera, y que la peña quiere conservar como símbolo para vestir el estacionamiento del pabellón de Coirón, el cual actúa cada año como recinto de la concentración motera.
–Su campo es crear en madera con motosierra. ¿Cómo surge esta pasión?
–Puede decirse que fue casi por casualidad. Mi padre, que era farero en Estaca de Bares, cuando encargó un tractor de madera, se equivocó, no lo precisó y le llegó sin cortar. Yo, que por entonces era portero en una discoteca, como buen hijo, me puse a ayudarle y eché mano de una motosierra. Fue así como me familiaricé con esta herramienta. Por intuición y casi por aburrimiento, hace cosa de una década se me dio por tallar un tronco y hacer de él una silla. La pieza le gustó a los amigos, tanto que empezaron a encargarme cosas… Yo hacía una o dos piezas cada año, pero todo cambió por el COVID.
–¿Fue ahí dónde empezó a dedicarse a esta actividad?
–Sí, con el confinamiento cerraron las discotecas, y tocaba quedarse en el paro o reciclarse y buscar una alternativa profesional. Ahí empecé a dedicarme y al poco vi que esto de la madera podía dar de sí… ¡Y a buena fe que lo dio! Puede sonar a contrasentido, pero la pandemia, en lo profesional, hasta me vino bien, porque de lo contrario no habría descubierto esta pasión.
–¿Puede decirse que vive de este tipo de trabajos?
–Sí. Trabajo únicamente por encargo, pero tengo tanta demanda que mi lista de espera es de casi dos años.
–¿Qué es lo que más le piden?
–Lo que más, bancos, coronados con motivos de caza, pesca o de la pasión de cada cual. También gente que tiene un árbol muy apreciado en la familia, y que se ha secado o que deben retirarlo por una obra, y el propietario me pide que talle una pieza a partir de su tronco.
–¿Los encargos le llegan de Galicia o de otras partes de España?
–Trabajo más en el resto de España que en Galicia. De hecho, he trabajado en Ibiza, Mahón, Huelva, Cuenca, Alicante, Cataluña, Cantabria, Asturias, Picos de Europa, León…
–¿Ha recibido encargos también de fuera de España?
–Me han contactado desde Portugal y algunos otros países europeos, pero en esos casos, si me encargan una obra y la tallo aquí, enviarla en muy costoso. Tampoco sé manejarme en otros países, de partida me resulta más complicado, tengo ya mucha demanda en España y no me he atrevido a dar el salto. Incluso tuve la oferta de un jeque árabe, que supo de mi trabajo porque yo había tallado en una feria del caballo, y algunos gallegos, que son afamados domadores de caballos árabes, trabajan en Arabia con ellos. Uno de estos domadores le enseñó al jeque mi obra, y aquel me ofreció ir Arabia Saudí para tallar cabezas de caballo en madera en la Feria del Caballo Árabe, que es la más importante de su género y que el mismo jeque organizaba, para poder regalar luego algunas piezas a sus amistades. El precio no era obstáculo para el jeque, pero era complicado: allí no hay madera, había que llevar el material, poner yo un dinero de partida… Los árabes son buenos pagadores, no escatiman el precio, pero siempre que el trabajo quede bien... Además, estaba, y estoy, felizmente asentado en Galicia con mi familia, no tenía el cuerpo para embarcarme en tamaña aventura y rehusé la oferta.
–¿Cuál fue el encargo más raro que ha tallado?
–La más extraña y más importante de todas fue una Virgen del Rocío monumental, de casi cuatro metros de altura, y que me encargó el Ayuntamiento de Hinojos en Huelva, a donde me desplacé para tallarla in situ. El lugar estaba en la ruta del Rocío y había allí un pino emblemático para los rocieros, que llamaban el Pino de los Mil Duros, un árbol enorme que a su sombra cobijaba gente y romeros a descansar y a rezar en la ruta. El árbol debía su nombre a que, contaban, hace años, un hacendado del lugar clavó en él 5.000 pesetas como primera aportación para construir una Casa de Hermandad del Rocío. Ese gran pino acabó secando y el Concello de Hinojos pretendió darle una nueva vida tallando con él una imagen del Rocío. Resultó un trabajo muy duro.
–Y en Dena le han pedido una motocicleta a escala real. Tampoco debe ser una petición usual.
–No, es la primera motocicleta que hago. Es una réplica de una Honda CBR de gran cilindrada.
«La moto tendrá un barniz especial de exterior»
–¿Cuántas horas de trabajo dedica a una obra como la de la moto de Dena?
–Cuando haya acabado, le habré dedicado unas 14 o 16 horas, entre la jornada del viernes y el sábado. La pieza quedará completa y se la dotará de un barniz especial de exterior para aguantar la intemperie. ¿Qué madera utilizó? Es un tronco de un plátano de sombra, difícil de conseguir y de muy buen madera.
–¿Alguna madera es mejor para este tipo de trabajos?
–El castaño o el pino, pese a que este último tiene mala fama, pero es buena madera para un trabajo así. Y el plátano, como en este caso…
–¿Y cuáles rechazaría?
–El roble y el eucalipto. Son maderas que rajan muy fácilmente y estropean la pieza.
–¿Qué máquinas utiliza?
–Tres motosierras, larga, media y corta, más un cúter que empleo para los detalles más pequeños, y una amoladora para las zonas que quiero que queden suaves al tacto. Su arte no es para un museo al uso. En realidad, no. Yo me dedico a crear cosas concretas que me pide el cliente. Lo del mundo abstracto, que crea un escultor al uso, es algo que me encanta, pero no, yo no me siento capaz de concebirlo.
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