ENTREVISTA

George Monbiot, zoólogo: "Nos enfrentamos a una extinción masiva a no ser que cambiemos radical y rápidamente nuestras políticas"

En su último libro, 'Regénesis' (Capitán Swing) Monbiot aboga por que el ser humano se retire del terreno que utiliza para la producción de alimentos y permita la renaturalización

George Monbiot.

George Monbiot.

Natalia Araguás

La ganadería y la agricultura son la mayor amenaza medioambiental para el planeta, con permiso de los combustibles fósiles, sostiene el zoólogo George Monbiot (Londres, 1963). En su último libro, 'Regénesis' (Capitán Swing) Monbiot aboga por la renaturalización: que el ser humano se retire de la ingente cantidad de terreno que utiliza para la producción de alimentos y permita que los ecosistemas naturales (bosques, selvas y sabanas) lo repueblen.    

Usted cree que de seguir con el sistema actual de producción de alimentos corremos el riesgo de colapso medioambiental y de una quiebra alimentaria semejante a la crisis financiera de 2008. ¿Qué ve más próximo y por qué?

Nos enfrentamos a un peligro real de los que pocos son conscientes. El sistema de alimentación está perdiendo resiliencia del mismo modo que el sistema financiero en 2008. Esto se debe a un grupo reducido de empresas internacionales con estrategias similares a los bancos en 2008. La ganadería se concentra en cuatro empresas mundiales con los mismos métodos de transporte y regulación en todas partes. El sistema ha perdido diversidad y esto es muy peligroso, se trata de un sistema complejo como el financiero, cuando hay problemas no degenera paulatinamente sino que colapsa de un día para el otro. Los Estados inyectaron dinero en los bancos y salvaron la situación, pero el sistema alimentario no se puede salvar de la misma manera, el colapso será inmediato, muchísimo peor e impactará en millones de personas.  

¿Lo ve como un futuro próximo?

En 2007 se hubieran reído de nosotros si anunciamos la crisis financiera de un año después, pero era inevitable y solo lo vemos mirando atrás. Hay que reformatear ese sistema y actuar ahora. 

Es un gurú mundial del movimiento de renaturalización. ¿Por qué es urgente dejar que la naturaleza recupere el terreno que le arrebató el hombre?

Estamos avanzando muy rápidamente a la extinción masiva de las especies y hacia un colapso ecológico parecido al que sucedió hace 251 millones de años. Entonces desaparecieron el 90% de las especies, las plantas murieron, la desertificación fue masiva. Me parece que nos enfrentamos a algo muy similar ahora mismo, al menos que cambiemos radical y rápidamente nuestras políticas. Hay dos cosas que hacer, dejar los combustibles fósiles y abandonar la ganadería para que el terreno que ocupa lo repueblen los ecosistemas naturales, con eso resolvemos el 95% de problema. 

¿Nos podemos extinguir como los dinosaurios?

Sí, hablo de la extinción del Pérmico-Triásico. La superficie de la Tierra era un único continente y hubo erupciones masivas en el área de Siberia. Los gases con efecto invernadero hicieron aumentar la temperatura de 8 a 10 grados. Esto llevó a la extinción masiva de las especies y sucedió entre los 3 y los 5 grados de calentamiento. Costó cinco millones de años para cualquier sistema vivo volver a nacer, en la playa ves el fósil de la primera planta que apareció, y tardamos más de diez millones de años para recuperar la biodiversidad que existía. Ahora también aumenta la temperatura de 3 a 5 grados, con la diferencia que en el inicio de Triásico tardamos millones de años para que esto sucediera y ahora son décadas. 

Le han acusado de radical por promover que la producción alimentaria salga de las fábricas en vez del suelo. ¿Cómo argumenta su propuesta?

Nos hemos pasado 12.000 años explotando la tierra, pero la mayoría de nuestra comida ya se produce en fábricas, sobre todo si hablamos de ganadería. A los cerdos y las gallinas los criamos encerrados en fábricas y los matamos en ellas pero no nos gusta pensar esto, preferimos pensar que toda la leche que bebemos viene de vacas pastando. No queremos saber, informarnos. Lo que yo propongo es mucho más eficiente y mucho menos cruel que las fábricas de hoy en día y además serviría para reducir la huella de carbono.

¿Cuáles son las iniciativas más prometedoras en este sentido? En su libro habla de cereales perennes o harinas sintéticas altas en proteínas. 

Existen microorganismos que podíamos estar cultivando como bacterias y hongos, millones de especies con diferentes características, se trataría de empezar la cadena de producción alimentaria desde el principio. Su concentración de proteína es mucho más alta que las plantas, el máximo sería la soja, que tiene un 37% de proteína. Las proteínas microbianas se parecen más a la proteína animal, tienen mejor sabor y necesitan menos procesado.

Aunque pinta un panorama desolador, cree que la pandemia ha abierto un momento propicio para el cambio. ¿Todo es posible, si hay voluntad política?

Durante los últimos 50 años nos habían dicho que los gobiernos no pueden hacer nada, pero en la pandemia aplicaron cambios masivos y la gente lo aceptó. Ejercieron su poder, tomaron decisiones desagradables, pero necesarias. Se reintrodujo la idea de que un gobierno puede tomar decisiones sensatas e imponerlas. 

¿Por qué cualquier cambio que tenga que ver con la alimentación genera una oposición tan feroz?

La comida es algo visceral, va directa al estómago, y la asociamos nuestra identidad. Si cuestionas eso, la gente se siente amenazada. Pero ya ha cambiado radicalmente nuestra forma de alimentarnos: hace dos generaciones la dieta dependía del lugar de procedencia, no era en muchos casos una dieta sana ni apetecible, pero la gente se identificaba con ella. En los últimos cuarenta años existe una dieta estándar global, las personas de una misma clase social comen de forma similar en todo el mundo.  

¿Y no serviría volver a las viejas dietas locales? 

La comida de proximidad es un mito. No tenemos tierra suficiente para plantar cerca de donde vive la gente, el promedio medio de distancia entre donde se cultiva y donde se come finalmente el producto son 2.200 kilómetros. 

Greta Thunberg le define como una de las voces más intrépidas e importantes del movimiento climático mundial actual. ¿Se conocen?

He visto a Greta varias veces, vino un día a mi casa y pasamos un par de horas maravillosas juntos. Es brillante, tiene una mente estratégica. Comprende la situación medioambiental, en toda su profundidad y extensión. Entiende cómo intervenir y se ve a sí misma haciéndolo. Además es muy divertida, como se ve a veces en sus respuestas cortas, hirientes. Ha cambiado la conversación global con la edad que tiene y ha mandado a un misógino a prisión. Quién sabe qué va a conseguir cuando llegue a los 20.

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