Ratifican 7 años para el repartidor de supermercado que violó a una anciana en Benicàssim

La víctima, una turista alemana, pidió la compra a domicilio y él la forzó en la entrega y huyó

Pudo ser identificado más tarde gracias al ADN recogido

Imagen del condenado, sentado en el banquillo durante el juicio.

Imagen del condenado, sentado en el banquillo durante el juicio. / GABRIEL UTIEL

CASTELLÓN

Su segundo recurso, presentado ante el Tribunal Supremo tras rechazar el primero el TSJCV, también ha sido desestimado. El repartidor de supermercado condenado por la Audiencia Provincial tras violar a una anciana de 86 años durante la entrega de su compra en un domicilio de Benicàssim irá a prisión, definitivamente, durante siete años.

Así lo ha confirmado el alto tribunal de Madrid en una resolución a la que ha tenido acceso este diario. Como avanzara en su día este diario, el condenado, de 36 años y de origen colombiano, fue sentenciado a siete años de prisión y otros siete posteriores de libertad vigilada por forzar a la anciana. 

La víctima era una mujer alemana que pasaba sus vacaciones en un apartamento alquilado y, por tanto, se encontraba especialmente sola y desamparada.

De hecho, tras el suceso, la víctima llamó a su casero para pedir ayuda y fue este, al percatarse de la gravedad de los hechos, quien decidió acompañarla al cuartel de la Guardia Civil para denunciar.

La Audiencia sentenció al hombre a pagar una indemnización de 3.000 euros a la afectada, que declaró por videoconferencia desde su país, por daños morales y deberá hacer frente también al pago de las costas procesales.

Las testificales

La sentencia declaró probado que el ya condenado accedió a la casa, sin el permiso de la moradora, cuando fue a descargar la compra. Dejó las bolsas en la cocina y le dijo a la mujer que tenía la espalda «muy curvada» y que él era fisioterapeuta y le podía dar un masaje. Cogió de inmediato una silla, la puso frente a él e hizo que la mujer se sentara. El repartidor, que entonces tenía 34 años --52 menos que la víctima--, empezó a masajearla y ella le pidió que parara y le dio diez euros para que se fuera. Sin embargo, el hombre «aprovechándose de su superioridad física» la empujó sobre el sofá y empezó a hacerle tocamientos, quitándole a la anciana la ropa interior. El agresor sexual se sentó en una silla, intentó penetrar a la mujer sin éxito --aunque sí lo hizo con los dedos, hechos que se considera penetración igualmente a nivel penal--, y le pidió que lo masturbara. Cuando hubo acabado, el hombre huyó de la casa, pudiendo ser identificado por ADN.

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