20 AÑOS DESPUÉS | Antonio Ponce Suboficial mayor de la Guardia Civil

«La tragedia de la Todolella segó la vida de muchos jóvenes y sus familias»

20 años de la tragedia de Todolella: Entrevista a Antonio Ponce, suboficial mayor de la Guardia Civil

Erik Pradas

CASTELLÓN

Antonio Ponce (Sevilla, 1961) es uno de esos guardias civiles que conoce bien la provincia. Desde que en 1983 comenzara su andadura profesional en Castellón, ha pasado por los cuarteles de Viver, Burriana, Benassal, Cabanes y por diversas unidades en la capital de la Plana. También fue uno de los investigadores de una tragedia en la Todolella de la que hoy se cumplen 20 años. Un total de 18 personas fallecieron por la mala combustión de unas estufas en el albergue municipal tras la celebración de un 50º cumpleaños. Un dramático accidente que sigue pesando en la historia provincial.

Nos situamos en el 6 de febrero del 2005, hace hoy 20 años. ¿Cómo se produce ese primer aviso, qué recuerda de esos primeros instantes y qué información les aportan inicialmente sobre lo sucedido?

Yo era sargento primero en la unidad orgánica de policía judicial de Castellón. Recibimos una llamada urgente para movilizar a toda la sección. Eran las primeras horas de la tarde, pero en pleno invierno la noche cae en seguida y había que darse prisa. Sobre el terreno ya había desplegados compañeros de varias especialidades del puesto de Vinaròs. Muchas patrullas se trasladaron a la zona para atender a las familias de las víctimas y redirigirlas al pabellón de la Todolella (espacio que se habilitó por parte del ayuntamiento) o al Hospital Provincial, donde está el Instituto de Medicina Legal y Forense. 

Imagino que los acontecimientos y la gravedad de la situación se iba conociendo a medida que pasaban los minutos. ¿De cuántas víctimas se tenía constancia durante los primeros momentos? 

En las primeras horas a nosotros ya nos llega que había un número elevado de personas que habían muerto. El número concreto fue aumentado, pero ya teníamos móviles y se tenía constancia de que eran muchas las víctimas. El aviso que entra a la central COS es de los supervivientes, la persona que organizaba la fiesta y su pareja, que descubrieron los cadáveres al despertarse al día siguiente de la fiesta.

Lo que sucedió en la Todolella hace dos décadas es uno de los capítulos más negros de la historia provincial. ¿Podría recordarlo para aquellas personas que no lo vivieran o lo desconozcan?

Celebraban un acto festivo, un cumpleaños como has dicho, y aquello derivó en el fallecimiento de 18 personas por colocar una estufa cuya mala combustión originó la tragedia. Inhalaron monóxido de carbono y perecieron, con lo que se conoce como la muerte dulce. 

Una muerte dulce que no es tan dulce, pues no todo el mundo fallece durmiendo sin percatarse. En este caso, como en otros muchos, hubo gente que intentó salir de la habitación y, tristemente, no lo logró. ¿No había ventilación en esa ala del albergue?

En la celebración hubo una cena y música hasta la madrugada...hubo quien dilató más la fiesta, quien se retiró a dormir antes y quien se marchó a su casa..El anfitrión sobre las 15.00 horas se despertó, observó alguna anomalía y llamó a Emergencias. Lo hermético del edificio, con sus ventanas y balcones, es una cosa y luego está lo que hubieran hecho ellos para aislarse de ese frío. Colocaron algunas mantas para taponar recovecos y demás.

¿De dónde salieron aquellas estufas y cuál era su deficiencia?

Aquellas estufas no formaban parte de la instalación municipal . Las llevaron los propios asistentes a la celebración del albergue.

¿Cuánto se tarda en morir por inhalación de monóxido de carbono? ¿Es un proceso lento o rápido?

Los informes periciales forenses estiman que el fallecimiento de una persona por inhalación de monóxido de carbono es cuestión de pocos minutos. No hay oxígeno y afecta al organismo de forma rápida, al cerebro y al corazón. 

Una vez tomaron conciencia de la magnitud de lo ocurrido, ¿qué fue lo más duro de gestionar en una tragedia de esta envergadura? 

Lo más duro fue ver personas tan jóvenes sin vida. Uno de los fallecidos era menor, tenía 17 años, y el resto, de ahí hasta los 50. Sus proyectos de vida se vieron truncados tanto para ellos, como para su entorno. Había padres, madres, hermanos... La tragedia segó todas esas vidas. El ayuntamiento y la Conselleria de Sanidad movilizaron a un equipo de psiquiatras y psicólogos para atender a los familiares, a quienes no llamábamos hasta tener la certeza de la identificación.

¿Cómo fue esa labor policial y forense sobre el terreno en un pueblo tan pequeño (120 habitantes), que no está dotado de una infraestructura para llevar a cabo toda esta árdua tarea?

Desde que se llegó al lugar, la comisión judicial (con la jueza y los médicos forenses desplazados) comenzamos a intentar identificar a estas personas y se procedió al levantamiento de los cadáveres. Teníamos el inconveniente de que los finados estaban durmiendo, no llevaban la documentación encima...había quien la guardaba en la maleta o directamente se la había dejado en un coche estacionado fuera. Prácticamente, cuando se precintó la puerta de entrada a la ermita, a altas horas de la madrugada del lunes, estaban todos identificados, contando con la ayuda del homenajeado, que conocía a quienes estaban allí, claro.

¿Es de los hechos más trágicos y duros a los que se has enfrentado durante su carrera? 

La muerte de una persona siempre te llega. Y aunque esto no sea un homicidio doloso o un asesinato, las heridas de esas familias son muy profundas. Hablamos de un fatídico accidente y de personas que esto no lo van a poder superar nunca. En mi carrera he visto accidentes de circulación con fallecidos, entre otras muchas muertes; pero siempre impacta gravemente lo que nos toca ver. Es nuestra profesión, pero somos seres humanos y a esto nunca se acostumbra uno.

Hablamos de un suceso de hace 20 años y con unos medios técnicos que no eran los de hoy en día. Ya había teléfonos móviles, pero no GPS por ejemplo. ¿Fue difícil llevar a cabo aquella investigación?

En este caso es que estaba muy claro desde el principio que era un fatal accidente. Desde el momento en que accedimos al habitáculo donde estaban los fallecidos, se notaba la carga y descarga de oxígeno. Era palpable lo que sucedió y las labores de identificación y de gestión con los familiares se hicieron de la forma más profesional posible.

Actualmente hay muchas campañas de prevención sobre los riesgos de la utilización de braseros, estufas de gas y demás elementos. A pesar de esto, todos los años se produce algún fallecimiento en la provincia por inhalación. ¿Cuáles son las recomendaciones/ precauciones básicas?

No soy un técnico en la materia, pero la lógica diría que evitar el uso de esos medios para obtener una mayor temperatura. Deberíamos ser más tajantes con esta cuestión, revisar el correcto funcionamiento de aparatos antiguos y no dejarlos nunca enchufados al ir a dormir. De todos modos, un teléfono móvil cargando en la mesita también ha dado lugar a incidentes. 

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