El intenso granizo caído en la tarde del domingo ha dejado en el término municipal de Moncofa una imagen desoladora. Vicente Canós, que lleva una larga trayectoria en las tareas del campo explica que «las cosechas de hortalizas y verduras se han perdido el 100%, no vamos a salvar nada, porque son de temporada y no hay tiempo material para recuperar nada», lamenta.

Los cultivos de acelgas, lechugas o habas que estaban a punto de recolectarse para lanzarlas al mercado, han visto como la tormenta a echado a perder el trabajo y, en consecuencia, el posible beneficio del agricultor. «La verdad es que ante la climatología tan adversa te ves impotente, porque siempre estás expuesto al clima, todo se cultiva al aire libre», comenta Canós. Y las consecuencias pueden ir a más. Cultivos como tomates y melones que ya están sembrados. Si la planta ha sufrido daños, están a tiempo de replantar y aunque se retrase la cosecha, el agricultor podría sacarla adelante.

Dar un paseo por los términos municipales de Nules, la Vilavella o Artana es esclarecedor de la envergadura de lo sucedido. La tierra está cubierta de un manto verde irregular, el que generan las hojas de los naranjos que sufrieron el embate de la tormenta. Los lindes de los caminos están salpicados de un particular color blanco. No es granizo, sino flor de azahar. La clave de la catástrofe citrícola. Donde no hay flor no habrá fruto.

Benjamín Roglá, de la Vilavella, como tantos y tantos otros vecinos, se acercó ayer a sus propiedades para comprobar en qué estado estaban los árboles y la huerta. Los primeros, muy afectados. En especial los que ya estaban podados --es época de eso--, «al estar las copas más desprotegidas, el daño ha sido mayor». Eso árboles no producirán la próxima campaña, con todo lo que eso supone. Los que no han sido podados también se han visto perjudicados, pero en menos medida. En cualquier caso, en conjunto, los estragos son desalentadores. Ni que decir tiene que alchachofas, patatas, cebollas, tomateras... no van a recuperarse de la granizada. Habrá que replantar.

Aunque los del campo han sido los daños más relevantes y significativos, en entornos urbanos como el de Nules las escenas se corresponderían con las de cualquier jornada después de una gran nevada, aunque el blanco que ayer por la mañana todavía se acumulaba en muchas calles lo formaban pequeñas bolitas de hielo que, por la gran cantidad, se resistían a derretirse.

Bien lo sabe una vecina de la calle Santa Cecilia, que ayer amaneció con su garaje inundado porque el hielo salía a borbotones por el inodoro, «lo nunca visto, en mi vida», asegura.