La crisis sanitaria del covid-19 en Castellón ha cambiado hábitos en el modo de vida de los castellonenses, con reflejo en el mercado inmobiliario. Y es que un tercio de castellonenses se compra casa en lugar de piso, cuando hace solo un lustro, en 2015, estas transacciones apenas suponían una décima parte.

Profesionales del sector apuntan a dos modelos de esta búsqueda de tipología de inmueble. Tras la experiencia del confinamiento durante el estado de alarma y la posibilidad de teletrabajar, son familias que buscan más espacio para vivir, a ser posible, con balcón, terraza, terreno e incluso piscina.

Unos, de más poder adquisitivo, que cambia su piso en el centro de la capital por una casa construida desde cero en parcela en las afueras de Castelló, Benicàssim o Borriol. Y otros, residen en localidades de menor tamaño, como Burriana, la Vall d’Uixó o les Alqueries, etc. donde se compran casas de segunda mano, más económicas, que requieren mínimas reformas cuyo coste se va asumiendo paulatinamente. Esta tipología triunfa menos en la capital de la Plana, donde los precios de estas viviendas independientes, medianeras, en el casco histórico, se han rebajado en un 15%, pues luego se añade el gasto en rehabilitación.

Obras de autopromoción

A las puertas del verano, en Castelló hay varias obras en marcha de autopromoción de casas. Sergio Pardo, gerente de Grupo Pardo, explica que se ha elevado el interés por comprar unifamiliares, y mejor si tiene jardín, con parcelas de 200 metros o más, y con piscina. «Hay un repunte de clientes, quizás tras la experiencia del covid-19, que se lo pueden permitir por su poder adquisitivo. La demanda está creciendo en Benicàssim (Montornés o ya lindando con Orpesa, en Torre Bellver) o Castelló (en Lledó o Gran Vía).

«Funciona bien en este 2021 la compra de parcela para hacer la casa a su gusto, existe mucho más demanda de presupuesto. De un par de encargos al año, ahora tenemos ya 9 casas para iniciar su construcción», concretó Pardo. El coste del suelo --según zona y localidad-- es el que marca la diferencia sobre el precio final, y a este se suma el de construcción (al alza, por la falta de mano de obra especializada) y el desembolso fijo de promoción (gastos de arquitecto, aparejador y tasas por licencias). 

Un hogar de calidad

En la misma línea, desde Aincas inmobiliaria, su gerente, Fernando Falomir, coincide en que «el comprador valor más opciones de un hogar de calidad con espacios para disfrutar: terrazas, balcones más amplios o vivienda unifamiliar». Y en ese sentido, recibe más encargos de autopromoción. «Hemos duplicado la demanda durante la pandemia. El público objetivo que busca construirse casa en la Coma procede de Castelló. Son parejas estables, y tienen una edad de entre 35 y 55 años, de media 50».

Para Juan Carlos Rodríguez, director de la oficina inmobiliaria Área Vivendi de Castelló, «se ha notado un aumento de demanda de unifamiliares, en la Marjal de Castelló o en Benicàssim, con villas o adosados con algo de terreno. Los pisos se siguen vendiendo mucho pero es cierto que si no tiene balcón o terracita, menos. Se ha levantado también la búsqueda de áticos o primeros con patio».

Por su parte, el presidente del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Castellón, Francisco Nomdedeu, apuntó que «el piso es el rey indiscutible, porque suele ser más barato que una casa y tiene un uso más práctico, pero con la pandemia ha habido un cambio de mentalidad y hay muchos castellonenses que se han planteado cambiar su modo de vida y comprar una casa». Muchos buscan en poblaciones que no son la capital o bien en zonas rurales, de fácil adquisición, pero siempre hay quien tiene más poder adquisitivo para comprarse villas más grandes o en ubicaciones más cotizadas. «Otro motivo es buscar más calidad de vida, con espacios al aire libre, o el auge del teletrabajo que se está instaurando. Muchos no residen en la ciudad donde tienen el centro de trabajo, sino que viven en otra y compaginan presencialidad y trabajo a distancia», añadió Nomdedeu.