Independizarse se ha convertido en misión imposible para los jóvenes de Castellón a causa de las trabas que impone el clima de inestabilidad laboral y económica que afecta desde hace años a esta población y que ha agravado la pandemia.

Apenas dos de cada diez personas menores de 30 años de la provincia residen en una vivienda en propiedad, ya sea en régimen de alquiler o compra, frente a las seis de cada diez (62%) que aún conviven en el hogar familiar. Y esto no ocurre por falta de voluntad, sino ante la carencia de ingresos suficientes o de un trabajo fijo. Pese a que la mayoría de los jóvenes de la provincia trabajan o estudian --a excepción de los 8.997 parados--, solo un tercio puede subsistir con sus ingresos propios, cuya media ronda los 897,70 euros.

A esto se añade la inestabilidad laboral que, aunque es menor que en el resto de la Comunitat Valenciana, los contratos parciales y temporales todavía representan gran parte de los empleos y comportan que un 24% de los menores de 30 años vean muy probable quedar en desempleo. Todas estas conclusiones forman parte del informe elaborado para el Institut Valencià de la Joventut (IVAJ) tras el inicio de la pandemia.

En casa

Dafne y Enya Sanchis son dos de las jóvenes que, como muchas otras, conocen estas afirmaciones a la perfección. Ambas son hermanas y residen junto a sus padres en Castelló, pese a las ganas de emanciparse y estar ya trabajando para reunir ingresos.

La primera de ellas, Dafne, tiene 26 años, estudió Publicidad y Relaciones Públicas y ahora desarrolla su propio proyecto empresarial como alternativa de futuro: «El coronavirus provocó que se pararan todas las entrevistas de trabajo que estaba haciendo», advierte, lo que le obligó a volver a casa de sus padres después de haber estado residiendo en València.

Dafne considera que «el covid ha complicado mucho el mundo de la empresa privada, pues no hay faena de lo tuyo o no tienes experiencia pese a reunir una amplia formación», dice. Lamenta al mismo tiempo otros condicionantes que se suman a la ecuación, como los precios del alquiler «cada vez más caros», pues los pisos asequibles que encuentra «ofrecen una calidad de vida muy baja o tienes que asumir convivir con otras personas, es decir emanciparte a medias», comenta.

Dafne y Enya junto a sus padres MANOLO NEBOT

Su hermana, Enya, tiene 24 años y cuenta con el grado de Magisterio de Primaria. Tiene trabajo fijo en una academia «pero los ingresos no me dan para poder independizarme, ya que estoy preparando una oposición y las academias son caras», valora, sin evitar confesar sus ganas de salir de casa y «crecer a nivel personal».

"Si tengo que estar formándome hasta los 35 años cómo quieres que me independice"

Pese al apoyo que recibe de sus padres, Enya afirma con rotundidad que «el sistema no está adecuado a la juventud», con los constantes requisitos de conocimientos y experiencia para acceder al empleo: «Si tengo que estar formándome hasta los 35 años cómo quieres que me independice», cuestiona la joven, quien añade que «por muchas ayudas que den, si esta es la situación, el sistema no funciona».

De hecho, organizaciones como el Consell de la Joventut de Castelló (CJCS) comparten los problemas de Dafne y Enya: «La situación laboral de los jóvenes es deplorable, pues pese a estar bien formados, muchos han tenido las prácticas o becas como únicas experiencias laborales», además de criticar el precio «disparado» de los alquileres actuales.

Acciones

El director general del IVAJ, Jesús Martí, pone el acento en que «emanciparse no solo es trabajo y vivienda, sino también mantener una vida relacional y tener ciertas habilidades», siendo esta otra de las líneas de acción del Consell, además del apoyo en el acceso a la vivienda y la adquisición de habilidades, con herramientas como el ocio educativo: «Tenemos que contestar a lo que tenemos delante e invertir en ello, pero también en mirar más allá en cuestiones como la movilidad o la salud mental», dice Martí.

Respuestas, no solo estas, para personas en situaciones como Dafne y Enya con el objetivo de quitar el candado que frena la emancipación.

La inestabilidad económica y laboral entre los jóvenes se refleja en los datos de parados del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) relativos a este mismo mes de abril --los últimos disponibles-- cuando un total de 8.997 personas menores de 30 años figuraban en situación de desempleo y sin ocupación alternativa alguna, ya fueran estudios o constar como autónomos.

Las cifras se dividen de forma prácticamente similar entre los grupos de edad que constan en la estadística, con 4.878 personas de hasta 24 años paradas y otras 4.119 de entre 25 y 29 años. Por sexos ocurre algo similar en la primera franja mencionada, mientras que en la segunda son las mujeres las que sufren una dificultad mayor para poder acceder al mercado laboral.

De esta forma, el colectivo juvenil representa el 19,74% de los parados de la provincia de Castellón, por lo que una de cada cuatro personas, del total de 45.568 del territorio, es joven.

El apunte positivo pasa porque este porcentaje resulta notablemente inferior a la media estatal, en el 37%, situando a España a la cabeza de las carencias en el acceso al trabajo respecto a la población de menor edad, pues la media de la Unión Europea ronda alrededor del 17%, tasa apenas superada por tres puntos en el conjunto de Castellón en el balance de los últimos meses.