El verano del 2021 centra las miradas del sector turístico de Castellón para volver a resurgir, aunque con la vista puesta en otros desafíos, algunos arrastrados de hace años como la falta de crecimiento de la planta hotelera y otros derivados de la pandemia, bien sean las ayudas, dinamizar la actividad o recuperar los grandes festivales, tal y como desgrana el secretario autonómico responsable del área, Francesc Colomer

La temporada estival está a la vuelta de la esquina. ¿Hay lugar para el optimismo en el turismo?

Yo diría que para el optimismo realista. Esa es la idea y también el sentir del propio sector. Venimos de una travesía en el desierto muy dura y cualquier dinámica será positiva. Este va a ser un verano de transición, del resurgir gradual y paulatino. También le digo que más allá del verano hay vida y horizonte pero todos somos muy conscientes de que tenemos prisa histórica por remontar cuanto antes. Hemos perdido mucho y urge remontar.

¿El actual progreso de la vacunación propicia ya ese despegue en las reservas o todavía frena la planificación de las vacaciones?

Acelerar el ritmo de vacunación es hoy la mejor política turística y económica posible, amén del valor sanitario, social y humanitario. De ahí que el certificado verde constituya una herramienta lúcida para dinamizar el turismo. Las reservas y el movimiento comenzó a notarse con el levantamiento del cierre perimetral y al compás de cada avance que demos en la dirección correcta, se consolidarán las reservas al alza.

Ha hablado en diversas ocasiones de la oportunidad de cambio que la pandemia ofrece. ¿Se está aprovechando el momento para materializar esa transformación?

La transformación debe ser la actitud permanente que adoptemos. Debemos interiorizar la innovación y el inconformismo. La pandemia debe ser una oportunidad para acelerar los cambios que habíamos incubado en clave de sostenibilidad, ODS y transformación digital del sector. Ya teníamos claro que estos iban a ser los ejes para competir en ese mercado llamado mundo. Reinventar el turismo ya era el propósito de nuestra ley de Turismo, Ocio y Hospitalidad, aprobada un año antes de la crisis sanitaria. La rueda está inventada, lo importante es quitarle los palos, que ruede y que fluya el cambio.

El mercado nacional sigue predominando en Castellón. Con el certificado digital europeo ya sobre la mesa, ¿cómo trabajan para captar más visitantes extranjeros?

Esta misma semana hemos presentado la campaña de promoción internacional valorada en 2 millones. Nos centramos en tres objetivos. En primer lugar, Europa occidental con Francia, Países bajos o Alemania. Europa del Este y especialmente Rusia o mercados emergentes, como puede ser el polaco. Y, finalmente, mercados de radio lejano pero que son estratégicos por su potencial como China, Asia o EEUU. La inteligencia de mercados ilustra nuestras opciones. Sin olvidar Reino unido que es el principal emisor, pero considero que debemos contemplar todas las opciones y evitar las grandes dependencias y monocultivos que puedan tornarse en contra. Esta es una regla de oro para la vida en general y para la gobernanza turística en particular.

La provincia lleva una década sin ver crecer su planta hotelera, en parte por la estacionalidad. ¿Cómo se puede dar la vuelta a este escenario?

Lo que han hecho nuestros buenos hoteleros es renovar y cualificar sus establecimientos. Quiero ponerlo en valor. El hotelero suele ser un emprendedor nato que no especula e invierte en economía productiva y creación de riqueza. Esto me causa un gran respeto. No todo es crecer en la vida pero lo cierto es que estamos volcados en la desestacionalización para hacer sostenible el destino en todos los prismas. Castellón necesita pulir su producto y sobre un buen producto se construye esta industria. Avanzamos gracias al esfuerzo de muchos municipios, Diputación y todos los subsectores. El camino es profesionalizar decisiones, abandonar el amateurismo y las ocurrencias. No soy partidario de grandes anuncios que acaban en frustración. Es de pico y pala.

Muchos establecimientos celebran la iniciativa del Bono Viatge. ¿Cuál es su futuro y qué balance hace para Castellón?

El balance es razonablemente positivo. Teníamos que hacer una política de estímulo de la demanda en una coyuntura muy dura. Lo prioritario era y sigue siendo ayudar al tejido empresarial con fórmulas que mitiguen las pérdidas y contribuyan a no cerrar, mantener los equipos, el empleo. Nuestro bono valenciano ha despertado interés en toda Europa y tratan de replicarlo. He sugerido al sector que si tenemos que prolongarlo en el 2022, lo haremos.

El sector hotelero denuncia verse «excluido» de los planes de ayudas como el Resistir Plus pese a la afección de la pandemia. ¿Contempla la Generalitat algún otro mecanismo específico de apoyo?

Lo cierto es que la opinión del sector me importa mucho y lamento si se confirma la ineficacia de las ayudas precisamente para el sector que más las necesita. Lo cierto es que las reglas del juego venían determinadas desde el ámbito central y, si algo ha fallado, apuesto por la rectificación y la subsanación para que los recursos lleguen a este sector prioritariamente. Aquí no tenemos stock de fabricación. Temporada que se pierde, oportunidad que no vuelve. No fabricamos zapatos o tornillos que los guardas y ya los venderás. A veces pienso que no se acaba de entender cómo funciona este mundo del turismo.

¿Ha habido algún avance en la ampliación de fondos de las ayudas para el ocio nocturno?

Hemos solicitado a Hacienda más recursos para que la Generalitat no se deje a nadie fuera de las ayudas. En turismo no tenemos la competencia sobre este asunto pero la asumimos con gusto para ayudar. Mi equipo gestionó con diligencia los 8 millones que nos encomendaron. Todos. Esperamos poder culminar este reto en un futuro inmediato.

Durante la crisis ha reivindicado el papel de la hostelería y el ocio nocturno. ¿Cómo ha sido ejercer el papel que ha jugado para el entendimiento de las patronales con el Consell sobre la gestión de la pandemia?

Ha sido un papel complejo pero me identifico en él. No me cuesta defender al sector y construir argumentarios que asumo porque me nacen. Sigo pensando que el ocio reglado puede ser un gran aliado para evitar las socializaciones nocturnas fuera de todo control y mesura como los botellones y fiestas clandestinas. Ha sido edificante ver cómo los epidemiólogos aprendían de los buenos hosteleros la verdadera realidad del sector y viceversa.

Castellón acoge cada año festivales como el FIB, el Arenal, el Rototom o el Peñíscola From Stage. Algunos de ellos se han adaptado a ciclos de conciertos más reducidos y otros aguardan a una mayor normalidad. ¿Cuándo volverá el formato previo a la pandemia?

Desearía poder contestar con precisión, pero no puedo ni debo. No será este verano. Necesitamos dar carpetazo a esta tragedia. Pero volverán seguro. Nos va la identidad y singularidad de nuestra oferta. El mundo es más aburrido y gris sin el esplendor de estos festivales. Que el Rototom, con el impresionante nivel de responsabilidad y grandeza de Filippo Giunta al frente, renunciara el otro día, ha sido un golpe muy duro. Resurgiremos en 2022 y el mundo volverá a ser más interesante y feliz.