La economía social ha aguantado la pandemia y, pese a que decenas de pequeñas empresas se han quedado por el camino, la fórmula cooperativa ha seguido creciendo. «Durante las crisis económicas brillamos porque somos muy resilientes. Y fuera de las crisis, también. Y esa adaptación tiene un elemento primordial, las personas. No queremos que nadie se vaya y preferimos ajustarnos el cinturón», resume Emili Villaescusa, presidente de la Confederación de Cooperativas de la Comunitat Valenciana (Concoval).

Las empresas cooperativas avanzan con fuerza y cada vez son más los emprendedores de la provincia que optan por un modelo que trabaja con criterios sociales y solidarios. En Castellón, y según los últimos datos de Concoval, ya son 365 y entre todas dan empleo a casi 9.000 personas de manera directa. Y un apunte más: en 2020, en plena pandemia, se crearon en la provincia 19 nuevas cooperativas, prácticamente la misma cifra que en 2019 y 2018 y casi el doble que en 2017, cuando fueron 12.

Aunque existen varios tipos de cooperativas (en Castellón las de más tradición y más peso son las agrarias y las de crédito), una de las más numerosas son las de trabajo asociado, un fórmula en la que los trabajadores son socios y empleados, todo a la vez. Y también son las que más están aumentando. De hecho, de las 19 nuevas empresas creadas en la provincia durante el año pasado, 18 fueron de este tipo y en total las de trabajo asociado ya representan casi el 60% (210 de 365).

Pero, ¿por qué las cooperativas resisten más? ¿cuál es el secreto de su éxito? Emilio Sampedro, presidente de la Federación Valenciana de Empresas Cooperativas de Trabajo Asociado (Fevecta), asegura que una de las claves está en la flexibilidad y la capacidad de autorregulación del modelo cooperativo. «La pandemia nos ha puesto a prueba y lo que ha hecho el sector cooperativo ha sido resistir de muchas maneras: adaptándonos, diversificando la actividad, creando nuevas líneas de negocio... pero siempre manteniendo al máximo el empleo. Eso es lo que nos diferencia, que en nuestras empresas las personas son lo primero», dice.

Refugio para desempleados

En 2020 las cooperativas han sido un refugio para profesionales en paro (casi la mitad de los emprendedores atendidos por Fevecta estaba en esa situación), pero también se erigen como una alternativa en la que recalan autónomos y trabajadores por cuenta ajena como vía para mejorar sus condiciones de trabajo. «Todos los datos evidencian lo ventajoso de esta forma de empresas frente a otras formas jurídicas», insiste Sampedro, que cita, por ejemplo, su régimen fiscal: «Contamos con un tipo impositivo del 20 % frente al 25 % de las empresas mercantiles», una tasa que puede reducirse al 8 % si se sigue una serie de parámetros como exceder de un número de trabajadores estipulados por ley. Pero es que, además, las cooperativas son la única sociedad mercantil que puede elegir el régimen de Seguridad Social de sus socios.

Para los que defienden este modelo, las cooperativas son el futuro. Y lo son, dicen, porque ofrece empleo estable y de calidad. De hecho, la estabilidad de los puestos de trabajo en este modelo empresarial es superior a la media del resto de fórmulas, dado que el 84% de los trabajadores son indefinidos, según Concoval. Y hay más. El 85% de los cooperativistas tienen jornadas a tiempo completo.