Los daños provocados por la granizada que cayó el pasado fin de semana en áreas de la provincia como Castelló, Vila-real ,Almassora, Benicarló o Peñíscola no serán finalmente consorciables y cada afectado deberá comprobar sus coberturas y reclamarlos a su propia aseguradora. Así lo confirmó ayer el presidente del Colegio Oficial de Mediadores de Seguros de Castellón, Antonio Fabregat, a este periódico. «El consorcio no se hará cargo porque ha sido un episodio muy localizado en algunas zonas y, de momento, tampoco se ha apreciado la declaración de zona catastrófica --reivindicada, por ejemplo, por Vila-real--», explicó.

Desde Unespa no pudieron ofrecer ayer el montante total al que ascienden los desperfectos por el episodio de tormentas, ni tampoco así la cifra de siniestros comunicados y que han sido objeto de una apertura de parte. Sin embargo, fuentes del sector consultadas por este diario aseguran que los daños podrían superar los 12 millones de euros entre la agricultura --solo en el campo se contabilizaron ocho millones, según las estimaciones de la Unió de Llauradors y 4.000 hectáreas afectadas, según Agroseguro--, los automóviles afectados y los desperfectos en ventanas, claraboyas y persianas de domicilios y negocios.

Colapso

En los últimos días las aseguradoras han recibido un aluvión de consultas tanto presenciales, como telefónicas, por este asunto. Tanto es así que en las oficinas de varias empresas se podían observar importantes colas en localidades como Castelló. Almassora o Vila-real. Tanto es así que algunas entidades han decidido posponer sus vacaciones para hacer frente a todas las reclamaciones.

Largas esperas se vieron también en los negocios de reparación de cristales, donde no daban a basto para atender tanta demanda para cambiar lunas de coche reventadas por el impacto del hielo. Por ello, muchos talleres decidieron abrir el día siguiente a la granizada, aunque fuese domingo.

El sector de los seguros tilda de «histórica» una granizada atípica tanto por el mes en el que se ha registrado (julio), como por las dimensiones de la piedra caída. «Hacía décadas que no se veía nada así al menos en la capital», decían.

La zona cero del citado episodio se registró en el Baix Maestrat, sobre todo en la localidad de Benicarló y ya en menor medida en Càlig, Vinaròs y Peñíscola.