Manolo Beltrán, decano de los ganaderos de lidia de la provincia de Castellón, deja la ganadería después de cuatro décadas volcado en la que fue su gran pasión y su principal ilusión. Lo venía augurando estos años atrás y lo ha cumplido. Cuando su mayoral, Tomaset, dejara de estar al frente, él también se cortaría la coleta. Y así ha sido, poniendo fin a un capítulo repleto de éxitos con una lucha incesante a través de distintos encastes por encontrar los secretos de la bravura. «Todo tiene un final. Durante este periodo creo que he visto cumplidos muchos de los sueños que tenía como ganadero, no puedo pedir más», añade con la voz entrecortada Manolo Beltrán, sintiendo la añoranza de no tener entre sus manos ese gran proyecto ganadero que inició a finales de los 70.

Manolo Beltrán es uno de los mejores amigos del artista Juan Ripollés, quien ha disfrutado de grandes momentos durante las cuatro últimas décadas en el Mas de Coc.

Profeta en su tierra

La ganadería de Manolo Beltrán ha sido santo y seña en la fiesta taurina de Castellón. De hecho, es el ganadero que más ha lidiado en la plaza de toros de la capital. Y, además, con triunfos sonados. Ahí están los seis novillos que han sido premiados con la vuelta al ruedo, seis, que se dice pronto. Por no hablar de sus éxitos en todos los cosos de la provincia. El último más ensalzado en Vinaròs, donde Varea indultó un novillo en 2011, que se quedó padreando en la ganadería durante nueve años.  

Manolo Beltrán buceó en los distintos encastes con el objetivo de buscar el toro bravo que siempre persiguió como ganadero. Pasó por Murube, posteriormente probó con Santa Coloma y, finalmente, se quedó con animales procedencia Guadalest y Salvador Domecq. «Al final es lo más comercial, lo que me ha dado las mayores alegrías», matiza. El ganadero expone, asimismo, que dentro de estas dos sangres hay diferencias notables: «Lo de Guadalest tiene más clase y un mayor recorrido. Lo de Salvador Domecq es muy bravo, pero quizá humilla menos».

Imagen del ruedo de Mas de Coc con el legendario Victorino Martín de picador, Amores, Carrasco...

Rufino, su consejero 

Le entra la nostalgia al ganadero cuando recuerda tantas tardes vividas y los amigos que han luchado junto a él para llegar a buen puerto dentro del complicado mundo del bravo, como es el caso de Rufino Milian: «Me ha ayudado mucho en esta aventura. Ha sido mi hombre de confianza, siempre me ha mostrado su fidelidad y le ha dolido igual que a mí ver este final». La melancolía le llega cada vez que, a partir de ahora, entra en Mas de Coc y ve los cercados vacíos. Tiene propuestas de otros ganaderos y quizá acepte alquilar los predios con tal de ver las laderas de nuevo llenas de toros. 

El torero Luis Francisco Esplá ha sido uno de los más asiduos a la ganadería de Manolo Beltrán, donde su opinión siempre era tenida en cuenta a la hora de seleccionar las vacas que después se quedaban como madres. En la fotografía ambos comparten sonrisas con Ripollés.

Germán coge el testigo

Hace escasos días que se embarcaron en Mas de Coc las últimas vacas con el hierro de Manolo Beltrán, que salieron de esta finca de Cabanes con destino a otra cercana, la de Germán Vidal, quien ha querido darle continuidad a este legado y estrenarse como ganadero de lidia ordinaria. Un total de 26 vacas, un semental y 22 crías pastan ya en El Cortijo. «Fue rápido y fácil. Me llamó Manolo, subí a su finca y bajé con las vacas compradas. Siempre me ha gustado tener ganado de lidia. De hecho, hace quince años hice mis pinitos pero con la crisis posterior desistí. Ahora me he vuelto a ilusionar», desvela a este periódico Germán Vidal, al que muy pronto veremos anunciado en los carteles. El legado de Manolo Beltrán está en las mejores manos. Y que dure.

Otra imagen para el recuerdo de una jornada en la finca de Cabanes inmortalizada por la cámara del histórico Canito en 1988.