Panaderías, bares, tiendas y sucursales bancarias. Hasta hace diez años, las oficinas de las entidades de crédito forman parte del entorno de las calles de pueblos y ciudades de Castellón. Pero eso fue hasta el 2010. Ese año empezó una oleada de cierres que aún hoy sigue imparable. El sector sigue con la tijera metida y en el primer trimestre de este año ha clausurado otras tres sucursales. Y para lo que resta del 2021 todo apunta a que la tendencia será la misma.

Al cierre del primer trimestre de este ejercicio quedaban en la provincia 261 sucursales bancarias, tres menos que en diciembre del 2020, según los últimos datos del Banco de España. Pero lo llamativo es que en los últimos doce años han desaparecido en la provincia 417 oficinas (el 60,9%) y casi la mitad de sus trabajadores. 

Las 261 oficinas bancarias que quedan en Castellón suponen la cifra más baja desde hace más de cuatro décadas. Hay que remontarse hasta 1977 para encontrar un número más reducido, cuando había 255 La diferencia es que hace 44 años la provincia contaba con 424.650 habitantes y ahora tiene más de 570.000. 

«Se avecina más ajustes y la impresión que tenemos es que la cascada de cierres continuará», apuntan desde la Federación de Servicios de CCOO-PV y recuerdan que entidades como BBVA, Caixabank o Santander han planteado este año ajustes de plantilla y la clausura de sucursales.

Los más damnificados por la reconversión que vive la banca son los municipios del interior. Más de 80 localidades de la provincia ya no tienen cajeros automáticos. Entre todos suman 25.000 habitantes, que deben recorrer más de 5 kilómetros de distancia para tener efectivo, según un reciente informe del Banco de España. 

El interior se ha quedado sin bancos (la Generalitat valenciana acaba de adjudicar a Caixabank la instalación de cajeros en medio centenar de localidades para luchar contra la despoblación), pero localidades como Castelló, Vila-real, Vinaròs u Onda tampoco han sido ajenas a la cadena de cierres.

 Un proceso que, además, radica en la crisis financiera iniciada a finales del 2007, pero también en la reducción de los márgenes de las entidades por los bajos tipos de interés y, sobre todo, por la progresiva digitalización del sector financiero, que hace cada vez más prescindible la sucursal física para operaciones tan sencillas como sacar dinero o realizar una transferencia.