Que la pandemia y sus restricciones han tenido un impacto emocional en la población en lo que ha venido en denominarse la otra pandemia, la psicológica, se ha venido repitiendo en numerosas ocasiones en los últimos meses. Unas consecuencias que han pasado especial factura entre los más jóvenes, entre los que se ha detectado un incremento de casos de autolesiones o tendencias suicidas. Desde la Generalitat valenciana han puesto cifra a ese problema: en los centros educativos de la provincia de Castellón se ha duplicado la detección de este tipo de conductas.

El impacto antes de la llegada del covid y sus limitaciones de la libertad, era reducido, rondaba el 0,6% del total del alumnado castellonense y si bien las magnitudes siguen hablando de una pequeña minoría, el hecho de que en el curso 2020-2021 se haya alcanzado un 0,13% no ha pasado desapercibido y ha llevado a la Conselleria de Educación a modificar las estrategias de prevención, en especial mejorando la formación de los docentes --que son los que identifican y deben abordar en primera instancia los casos-- y el acompañamiento emocional de quienes lo sufren.

Echando la vista atrás, la incidencia de las tentativas de suicidio o las autolesiones entre adolescentes detectadas en los centros educativos ha experimentado una escalada en los últimos años que invita a la reflexión. En el curso 2018-2019 suponía el 0,06% del total del alumnado de la provincia, como ya se ha dicho, en el curso siguiente llegó al 0,6% y en el último año se ha vuelto a duplicar.

Un problema que ya existía

La pandemia ha agravado claramente un problema que ya existía y que «cabe atribuir a temas exteriores al ámbito escolar», inciden desde la Conselleria. La directora general de Inclusión Educativa, Raquel Andrés, resalta al respecto, que los factores de riesgo sobre los que suelen trabajar tienen que ver con la depresión, el maltrato, el acoso o situaciones familiares complejas como la separación de los padres, entre otros.

Desde el departamento que dirige Vicent Marzà llevan tres años formando a los docentes para actuar ante este tipo de incidencias, aunque ha sido esta misma semana, coincidiendo con la celebración del Día de la Prevención del Suicidio, cuando se ha presentado un nuevo protocolo de intervención y una guía de actuación.

«Hay que acabar con el tabú del suicidio. Con la presentación del nuevo protocolo y guía de actuación va a marcarse un antes y un después»

Directora general de Inclusión Educativa - Raquel Andrés

Andrés asegura que la intención de la Conselleria es «acabar con el tabú del suicidio» y hablar abiertamente de él. Tanto es así que considera que con la presentación del nuevo protocolo «va a marcarse un antes y un después» en el tratamiento de lo que no deja de ser la peor consecuencia de una enfermedad psicológica que hay que tratar y prevenir. Las claves del nuevo modelo de actuación son «el diálogo y la observación».

El objetivo principal de Educación es «crear círculos y espacios seguros para el alumno que está pasando por esa situación, que su centro lo sea». Para ello, tienen muy en cuenta los factores de protección, como las amistades, asegurarse de que no estén solos, cómo está estructurada la clase, quién puede proteger al estudiante que atraviesa por ese bache tan lesivo. A partir de la detección se establece un equipo de intervención que incluye a los docentes, el orientador --con el que cuentan todos los centros-- y las familias. En los casos más graves, se derivan a otros departamentos o áreas de actuación.

Cualquiera es susceptible de convertirse en un salvavidas, un compañero, un profesor, un amigo... Ante cualquier sospecha o indicio de que se está haciendo daño o que piensa en hacérselo, hay que comunicarlo a los equipos directivos para dar una respuesta rápida y efectiva. Raquel Andrés asegura que la Generalitat cuenta con las herramientas para reaccionar.