Mi madre, Encarna Andrés, tiene 89 años y se le detectó alzheimer hace 10 años. Repetía varias veces durante el día los hechos que le pasaban. También guardaba cosas y pensaba que le habían desaparecido. Me di cuenta de que esto no era normal y fui a hablar con la doctora, que nos derivó a la unidad de memoria del Hospital de la Magdalena. Le hicieron las pruebas y se confirmó. Su situación ha empeorado en esta última década, aunque su progresión va muy lenta. Todavía se defiende bastante bien: come sola, se ducha sola, se viste... Dentro de lo malo», apunta María José Vilar, su hija.

Unidad de respiro

En la actualidad, Encarna acude a la unidad de respiro de Almassora por la mañana. A mediodía va a casa a comer y vuelve por la tarde al centro, un ir y venir que genera un trastorno a los enfermos, por lo que los familiares reclaman un centro de día. «Los familiares trabajamos y tenemos que depender de alguien. Mi hermana es la cuidadora principal», señala María José, que añade que «al principio fue un poco duro, porque no te lo esperas, pero con el tiempo, como evoluciona bastante poco, lo llevamos bastante bien», señala, pues «se lo cogieron bastante a tiempo, en seguida fue a la unidad de respiro.

"Al principio fue un poco duro, porque no te lo esperas, pero con el tiempo, como evoluciona bastante poco, lo llevamos bastante bien

"Con el fallecimiento de mi padre, pegó un bajón y fue cuando tuvo que ir a este recurso y hemos notado mucho, que se le ha parado bastante la progresión», añade. Y es que en esta instalación realizan actividades para estimular su memoria con fotografías, gimnasia, juegos, pintura... Por lo demás, intentan sobrellevar lo mejor que pueden esta realidad. Su madre había sido siempre muy seria y ahora se ríe mucho, valora su hija.