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el reportaje: en la zona cero, dos meses después

Luces y sombras del incendio de Azuébar: primeros brotes y sin ayudas

En el monte donde el fuego obligó a evacuar un pueblo ya germinan brotes, pero falta apoyo económico para la agricultura. Un informe pone en duda ahora que se descontrolara por un reventón térmico

La alcaldesa de Azuébar, Jéssica Miravete, esta misma semana, con la superficie quemada al fondo. Las llamas llegaron muy cerca del pueblo.

Dos meses después de iniciarse el fuego que hizo abandonar sus casas a 300 personas en Azuébar, el virulento incendio que pasó en un instante de controlado a virulento no está claro que se produjera por un reventón térmico, un fenómeno meteorológico que no acaba de acoplarse a las tesis de los expertos. Los bomberos recuerdan cómo les obligó a un cambio rápido de estrategia para proteger su propia seguridad y la de todo un pueblo. No fue tanta la magnitud como lo difícil de afrontar por el sorpresivo cambio de temperatura capricho de la naturaleza. En la zona cero del parque natural ya se observan brotes de matorral mientras los agricultores de Azuébar sí que echan en falta esas ayudas económicas, que reclama su alcaldesa al Estado, por los cultivos de toda una vida echados al traste por las llamas. 

Regeneración natural

El incendio de Azuébar --declarado el 14 de agosto-- afectó a 420 hectáreas, 220 de ellas del parque natural de la Serra d’Espadà, cuyo director, José Vicente Escobar, explica cómo será la forma de proceder. «Nuestro criterio es no actuar de momento porque tenemos un banco de semillas en el suelo muy bueno. Todo el arbolado que había era maduro y, por tanto, con mucha semilla». Y destaca cómo «en todo el parque natural tenemos especies rebrotadoras y estas, a partir de la raíz, vuelven a brotar. Si actuamos ya, alteramos el suelo, que ahora está muy mineralizado, y con unas lluvias se puede perder. La idea es esperar. Ver cómo regenera». Lo esperable es tener suficiente vegetación en los próximos meses.

Azuébar ha perdido cultivos y valor medioambiental del parque natural. El fuego no causó daños humanos ni a animales ni a las viviendas. Rafael Martín

«Ya están rebrotando matorral y especies herbáceas como las gramíneas (avena silvestre), coscoja, aladierno … Es lo esperado. Están germinando semillas de pino y de carrascas, que ya tienen los primeros brotes. El año ha sido bueno, ha llovido y la humedad del suelo favorecerá la regeneración», dice. «Para tener una masa arbolada como la que había hay que esperar algo más de diez años», añade Escobar. Para el arbolado, primero habrá que esperar unos cinco años y, si no rebrota, «se plantarían los necesarios según el tipo de suelo: en los ácidos, alcornoque; si hay humedad, roble; y en las secas y calizas, carrasca". La siguiente actuación consistirá en reponer muros de mampostería en seco que han podido caer por el incendio y así asegurar el suelo, «para evitar que se creen barrancos y escorrentías», avanza. 

Amenaza por sorpresa

«El incendio de Azuébar, cuyo origen fue presumiblemente un rayo, se descontroló en un instante y todavía los expertos lo están estudiando y no tienen claro que fuera un reventón térmico. Un barranco atravesaba el pueblo y por esa zona el fuego hubiera discurrido a gran velocidad, como el agua. Decidimos evacuar para evitar situaciones de pánico». Con estas reflexiones repasa Fernando Kindelán, jefe de la sección forestal del Consorcio Provincial de Bomberos de Castellón, lo vivido.

Los bomberos tuvieron que afrontar condiciones adversas y sorpresivas antes de lograr extinguir el fuego. Mediterráneo

«Hemos tenidos incendios de 20.000 hectáreas y en esta apenas fueron 400 y pico. Pero sí hubo circunstancias meteorológicas anómalas», recuerda. En plena extinción, parecía controlado, pero ya de noche subió la temperatura 10 grados de golpe y «generó un guión distinto». «Justo la semana pasada tuvimos una reunión con la Unidad Técnica, Meteorológica y de Previsión de Análisis del Fuego (de la Conselleria de Medio Ambiente). No terminan de ver claro que fuera un reventón térmico. Nos comunicaron que todavía están evaluando las características de este caso porque no se adaptan bien. Estamos esperando el informe definitivo de esta unidad y Aemet», indicó Kindelán.

Esa noche las unidades afrontaron el fuego bajo 40 y 41 grados, «algo demencial». «Se generó en un minuto una situación peligrosa. Lo primero fue asegurar al combatiente, reordenar recursos y reforzar con más medios». Y se optó por evacuar --ya en otras ocasiones se produjo en Eslida o Soneja--, en lugar de confinar a los vecinos en sus casas. «Se preparó el terreno para el amanecer. Con el frente de llamas más débil, se hizo un ataque frontal duro con medios aéreos y se pudo extinguir a lo largo del día siguiente», cita.

Ante el fuego, solo una norma

Durante la noche se produjo un cambio brusco de temperatura, 10 grados más de golpe. Los equipos soportaron temperaturas de más de 40 grados. SIAB

«Cuando hay un fuego hay solo una norma que cumplir. Si no tienes garantías de salir con seguridad quédate en tu casa. Cierra las ventanas, persianas y avisa al 112. Es peor entrar en pánico y salir por una carretera por la que no sabes si está transcurriendo el fuego o se va a volver. La mayoría de fallecidos suele ser gente escapando del fuego en coche. Si se te cruza de repente en la carretera puedes tener un accidente, no puedes pasar,…», repasa Kindelán. «Lo que está siendo más común es el confinamiento si no hay peligro de que arda el pueblo. Solo evacúas a personas más vulnerables, con problemas respiratorios..», indicó --una decisión similar ante el volcán de la Palma--.

¿Está Castellón preparada para los 'nuevos' incendios?

¿Y fue un incendio de sexta generación? «Este término es solo una manera de clasificar un gran incendio. Ocurren desde hace tiempo. Aquí en Castellón hemos tenido de 30.000 hectáreas, violentos y con desplomes hace 25 años pero ahora se les pone nombre», cita.

En opinión del bombero, «la realidad actual en nuestra provincia es que tenemos menos incendios que antes. Las políticas de sanción y prevención han funcionado. Hay menos presencia en poblaciones rurales de personas quemando rastrojos porque se cultiva muy poco. En Azuébar, de hecho, han hecho un estudio y las zonas labradas de cultivos hace 50 años tenían 230 hectáreas y ahora solo 17», asevera. «Todo eso es terreno ganado al monte y dificulta la extinción, pero por otro lado reduce el riesgo de ignición porque hay menos actividad agraria, pero no es la única causa. También están los rayos que van a estar siempre o la densa masa forestal, impenetrable», analiza.

El trabajo de todo el personal movilizado en Azuébar fue encomiable. siab

Cinturones para proteger de las llamas los pueblos del interior

Los trabajos de mitigación respaldados por Diputación y Generalitat han llevado a «habilitar un cinturón de seguridad alrededor de los pueblos, urbanizaciones o zonas sensibles. Con esa capa de vegetación ligera nos hacemos fuertes durante una extinción y dificultamos la propagación a las zonas pobladas. Es bastante pionera en España y da seguridad. Pretendemos dar una primera limpieza y luego divulgación para que a través de las normas urbanísticas sean los vecinos o ayuntamientos que mantengan esas zonas».

La alcaldesa: "La zona catastrófica se ha quedado en nada"

La alcaldesa de Azuébar, Jéssica Miravete, ha lamentado que los agricultores de la población cuyas parcelas afectó el incendio no vayan a poder obtener ayudas económicas, pues solo los que tengan seguro agrario tendrán compensación del Estado, «y no los hay con estas características».

La alcaldesa reivindica ayudas para los agricultores. Ahora no tienen nada. Rafael Martín

El anuncio del Ministerio «a bombo y platillo» para declarar Azuébar zona catastrófica «al final se ha quedado en nada». «Se ha demostrado que esas parcelas, cultivadas y limpias, han sido los mejores cortafuegos y darles la espalda no tiene ningún sentido», añade.

Decisiones por instinto

La munícipe recuerda cómo el mayor incendio forestal de este año en la Comunitat le obligó a tomar «decisiones duras, que se escapan al día a día». Se fue guiando por el instinto: «Desde retirar los vehículos de la Glorieta para dejar libre el punto de recarga de agua a preavisar a los vecinos a prepararse una pequeña bolsa con lo imprescindible . Solicité agua a Chóvar, comida a Soneja...». El fuego estaba a 200 metros de las primeras casas cuando se evacuó. Pero no hubo que lamentar daños humanos, animales o en viviendas. «Todo gracias al trabajo encomiable de los bomberos. En algún momento tuvieron que tirar las mangueras y salir corriendo. Se quemaban», recuerda. Con vistas a la recuperación, toca retirar árboles quemados para evitar que caigan, reponer señales de tráfico, reparar fajines y caminos, como uno dañado por el peso de los vehículos con una subvención del Ministerio del 50%, «teniendo que costear el resto». 

Para los vecinos tener que evacuar fue traumático. Recuerdan cómo dejaron todo al libre albedrío del fuego: "la casa, los enseres y hasta los recuerdos», rememoraron. Rafael Martín

Los vecinos: "Fue traumático, pero irnos de casa fue la decisión correcta"

¿Y los vecinos? «Nos tuvimos que ir de casa. Pero era la decisión correcta», rememoran. «El viento cambió y las llamas parecían llamar a las puertas de las primeras viviendas. Fue traumático. Se dejó todo al libre albedrío del fuego, la casa, enseres y hasta los recuerdos», dice. Más de 300 personas salieron, unos en autobuses a Soneja donde fueron acogidos, y la mayoría con sus familiares, hacia Castelló, València, Canet o Segorbe… «Hubo una tormenta con un trueno tremendo, muy gordo, sobre las cinco de la tarde y al poco apareció ya el fuego. Estaba lejos por el monte de la Noguera pero el poco viento que hacía y el calor lo avivaron y rápidamente se escampó. De noche teníamos las llamas enfrente y llegó un bando del ayuntamiento para que nos fuéramos y lo más pronto posible», relatan Juan Gómez, Juan Molina, Ramón Murria y Vicente Murria, con cultivos perdidos. «Tengo dos fincas de oliveras y están todas en el suelo, calcinadas», aseguraba Gómez. «Mis dos garroferas, enormes y viejas, que daban un montón, se han quemado», lamentó con tristeza Vicente. 

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