«Ojalá tuviéramos ese margen de seguridad en todos los proyectos de ingeniería». Claudio Olalla, doctor, ingeniero de Caminos y presidente de la Sociedad Española de Mecánica de Rocas, se ha referido en estos términos al explicar la diferencia entre la presión utilizada por Escal -de 2,4 bares en la profundidad de fallas del almacén Castor-- durante la inyección de gas que causó los seísmos en el norte de Castellón y el sur de Tarragona en 2013, y el límite de 49 bares marcado como umbral seguro por el Instituto Francés del Petróleo.

Olalla y el resto de peritos aportados por la defensa en la novena sesión del juicio celebrada en la mañana del martes en la Audiencia de Castellón subrayaron el comportamiento «responsable» de la mercantil Escal, remarcando que todos los planes de Castor fueron analizados exhaustivamente con anterioridad, y que respetaban los límites de seguridad.

Claudio Olalla, experto en Geomecánica, indicó que la clave a la hora de analizar el proceso de rotura que genera los seísmos es la sobrepresión, y que la utilizada en Castor durante las inyecciones no se acercó a los 49 bares del límite (algo más de 2 en la zona de fallas y de 7 en el techo del yacimiento). 

Isaac Álvarez, ingeniero experto en almacenamientos, afirmó que todos los planes respetaban los parámetros de presión, que se trató de un proyecto desarrollado conforme a los estándares más exigentes --«como los del Mar del Norte»-, y que fue avalado por auditores externos designados por las entidades bancarias. «Era un proyecto excelente», dijo. Recordó que la inyección de gas colchón estaba planificada en cinco fases, y que las dos primeras fueron con normalidad. Desgranó los días de la tercera, en septiembre de 2013, indicando que la reducción de caudal hizo que disminuyera la sismicidad, y que no hubo «sensación de riesgo» hasta el terremoto del día 24, que salta a la prensa y genera «la alarma» cuando ya había finalizado la inyección. «Durante la operación el yacimiento se comportó de forma idónea», dijo.

Riesgos

Julian Bommer, catedrático del Imperial College de Londres y experto en evolución de riesgos sísmicos destacó que la rigurosidad de los estudios previos y la respuesta responsable de Escal reduciendo el caudal, además de apuntar que los seísmos fueron eleves y acordes con la sismicidad natural de la zona. Aseveró que se desconocen las fallas que causaron los seísmos, así como los mecanismos que los provocaron. El único consenso científico, a su juicio, es que no tuvo relación con la falla Amposta y que debieron producirse por fallas pequeñas que estaban debajo, sin haber sido detectadas.

Anteriormente, representantes del Instituto Francés del Petróleo explicaron cómo determinaron el límite de los 49 bares, el umbral de presiones máximas.

Sismicidad en otros almacenamientos

Uno de los peritos que declaró en la Ciudad de la Justicia de Castelló fue Peter Meier, experto en sismicidad inducida y en proyectos de geotermia. Meier apuntó que en otros almacenamientos de gas en España, como Yela (Guadalajara), Serrablo (Huesca) o Gaviota (en el mar, frente a las costas de Vizcaya), se produce sismicidad similar a la que se produjo en el entorno de Castor durante las operaciones de inyección. Este miércoles se celebra la penúltima sesión del juicio, que trata de determinar la responsabilidad de Escal y sus directivos en los seísmos registrados en septiembre y octubre del 2013 en el norte de Castellón, principalmente en Vinaròs, y en el sur de Tarragona.