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ECONOMÍA

Los jóvenes de Castellón dan la espalda a los oficios tradicionales y dejan vacías 1.500 plazas de FP

La electricidad o la carpintería están entre las ramas con menos alumnos y la fontanería carece de formación reglada pese a que faltan un millar de profesionales

Dos jóvenes realizan prácticas de electrónica en un instituto de FP.

Si vive en Castellón y sufre una avería en casa y requiere de los servicios de un fontanero o un electricista tendrá que armarse de paciencia. Estos dos colectivos no dan abasto y su volumen de trabajo resulta mucho más alto del que pueden asumir. Y todo por culpa de la falta de profesionales. «No hay fontaneros. Las empresas los buscamos hasta debajo de las piedras, pero no encontramos a nadie. Resulta frustrante», asegura Javier González, presidente de la asociación provincial de instaladores y mantenedores de agua, gas y calefacción (Apimagc), una entidad que aglutina a 350 compañías y que cifra el déficit en más de un millar de profesionales.

Las empresas de fontanería no encuentran trabajadores y lo mismo les ocurre a las de electricidad, construcción, transporte u hostelería, que calculan que en estos momentos en Castellón hay más de 4.000 vacantes de oficios tradicionales que nadie quiere cubrir.

Los empresarios cuentan por decenas los puestos de trabajo para los que no hay ni un solo candidato y las estadísticas demuestran que desde hace uno años hay un descenso de vocaciones y de profesionales técnicos. Un dato basta para entenderlo. Las aulas de Formación Profesional (FP) relacionadas con oficios como el de camarero, albañil, electricista o carpintero tienen este curso más de 1.500 plazas vacantes, según datos de la Conselleria de Educación, lo que demuestra que los más jóvenes han perdido el interés por algunas de las profesiones que más posibilidades de trabajo tienen. 

Pese a los institutos de la provincia ofertan 1.612 plazas para cursar grados relacionados con la electricidad o la electrónica, las plazas libres superan las 600 y con las ramas de la hostelería o la carpintería sucede algo similar: apenas se cubren entre el 40 y el 50% de los puestos ofertados. En cambio, en los ciclos formativos relacionados con la sanidad, el deporte o las industrias alimentarias, la ocupación supera el 90%. «Cada vez salen menos jóvenes con una FP de electricidad y eso que el que estudia esta rama tiene futuro», explica José Luis Domingo, secretario de la asociación de instaladores eléctricos de Castellón (Aiecs).  

En peligro de extinción

Los jóvenes rehúyen los estudios relacionados con los oficios tradicionales pero hay otras profesiones que ni siquiera tienen opción de formar a los alumnos. Es el caso de la fontanería, que desde el 2010 (año en el que desapareció el carnet de fontanero), carece de cursos específicos. «Si un joven quiere ser fontanero no puede acudir a ningún instituto a aprender porque la formación no existe. Lo único que puede hacer es acudir una empresa para que le enseñen el oficio», explica González, quien añade que las compañías del sector «estarán encantadas» de enseñarle un oficio cada día más minoritario y en el que uno se puede ganar muy bien la vida. «Si la Administración no se pone pronto las pilas dentro de poco la situación será insostenible. Somos un sector importante y el relevo es cero», avisa.  

El diagnóstico está claro y en todos los sectores reconocen que parte de la solución radica en promocionar la FP y poner en valor unos oficios esenciales «pero que pasan desapercibidos « la para la mayoría de los jóvenes. 

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