La electrificación parece ser el camino a la descarbonización, tanto en el sector energético como en los procesos industriales intensivos de calor y transporte. El hidrógeno jugará un papel clave en dotar de gestionabilidad a las fuentes de generación de energía renovable, ya que la posibilidad de almacenarlo acercaría a las fuentes fotovoltaicas y eólicas a cubrir demanda incluso cuando el recurso no esté disponible. En esta línea, César Álvarez, director general del Área de Hidrógeno Verde de Enerhi, compartirá sus reflexiones sobre el mercado energético español, la Unión Europea y el contexto global del sector energético a mitad del camino de la transición a una matriz neutra en carbono, en la ponencia que realizará hoy a las 10.40 horas en el III Ecoforum.

El mundo transita desde hace tiempo muchas crisis que lo afectan en su totalidad, y en todas el origen son las personas que lo habitan. También hay muchas personas, instituciones, empresas y estados que trabajan para solucionar estos problemas. Desde hace décadas resuena la problemática del cambio climático, resultado del accionar humano en toda su expresión; particularmente el sector energético tiene un rol protagónico en el aporte negativo en cuanto a lo que se ha convertido en el indicador más reconocido y mensurable de uno de los motivos principales del cambio climático, las emisiones de dióxido de carbono (CO2). Los impactos son muchos más, pero se ha adoptado lo que Jan Konietzko denomina carbon tunnel vision, donde pareciera que el único factor a mitigar son las emisiones de CO2 o CO2 equivalente.

El sector energético ha propuesto y se ha obligado a caminar hacia una matriz de generación más limpia, minimizando el uso de los combustibles fósiles a través de la electrificación con fuentes renovables. Esto suponía una solución parcial, ya que existen sectores que no pueden electrificarse fácilmente, como el transporte y las industrias que usan calor. En esta arista es donde el hidrógeno renovable puede jugar su mejor carta, complementando las carencias de las tecnologías de generación renovables conocidas a día de hoy y su poca gestionabilidad, al usar recursos como el sol y el viento cuya disponibilidad no responde a las demandas de las actividades humanas.

César Álvarez, director general del Área de Hidrógeno Verde de Enerhi

La transición energética (que intenta ser justa) es el proceso de un cambio de paradigma que está profundamente incorporado en el quehacer de todas las actividades humanas, es por eso que su implementación es paulatina y requiere ajustes permanentes periódicos, para no dejar a nadie atrás. Comprender esto en el contexto global es importante, porque muchos escenarios coyunturales han sido, no solo pronosticados por los expertos de la transición, sino proyectados como parte del camino. 

Nos hallamos a mitad de camino del primer horizonte de la transición (2030) en el cual ya se manifiestan ciertos síntomas, sobre todo en los mercados, que hacen parecer que nos alejamos de las soluciones y generamos nuevos problemas.

El mercado energético español no está fuera de estas consecuencias, últimamente los estados miembros de la UE se han visto afectados por un incremento en el precio de la electricidad rompiendo récords históricos, así como también del gas natural y los derechos de emisiones de CO2.

Si bien los factores que causan este escenario son múltiples, todos pertenecen al esquema de la transición energética y la presión de los actores que se oponen a este proceso.

Cero emisiones

El hidrógeno es un gas que, como característica principal, no posee Carbono (C) en su composición, lo que descarta cualquier tipo de emisión del mismo tras su uso (de cualquier manera). Es nombrado últimamente como un vector energético, ya que es una sustancia que almacena energía, y la misma puede utilizarse después de manera controlada (a través de una pila de combustible o Fuel Cell).

El hidrógeno verde (renovable) resurge en el 2020 como un elemento que podría superar la barrera que suponen las tecnologías desplegadas hasta este momento para alcanzar la neutralidad de carbono. Lo que lo convierte en una alternativa real y concreta es que no se trata de una tecnología en fase de laboratorio, sino que existe en escalas industriales, y grandes cantidades del mismo son producidos y consumidos para diversos procesos, vinculados a las industrias fósiles (hidrógeno gris).

El hidrógeno renovable es un potencial elemento que permitirá, no solo descarbonizar los ámbitos donde se utilice para reemplazar combustibles fósiles (energía, transporte e industrias), sino que contribuirá en dos procesos necesarios para España. El primero, lograr independencia energética; y el segundo, ser una posible solución para el reto demográfico.

España tiene una matriz energética altamente dependiente del gas natural, que es importado en su totalidad de proveedores externos a la UE, lo cual es un escenario geopolítico desfavorable. La economía del hidrógeno posibilita el almacenamiento y transporte de la energía, por lo que dotaría de gestionabilidad a las fuentes renovables, pudiendo almacenar lo necesario en volúmenes y períodos de tiempo mayores que la mejor batería de Ion-Li existente. Y todas las proyecciones para el hidrógeno son de mejoras, tanto en la tecnología de los electrolizadores (máquinas para dividir el átomo de agua en hidrógeno y oxigeno utilizando la energía eléctrica renovable), como los costes.