Era un día normal de caza a finales de noviembre en Eslida. El grupo estaba en la zona del Alcornocal. En un momento dado, uno de los perros olió un rastro y dejó al descubierto un jabalí. Luis González apuntó, disparó y lo mató. Hasta aquí todo normal. Pero cuál fue su sorpresa al descubrir que había cazado un animal de los que hay “uno entre un millón”.

Y es que este ejemplar tenía unos colmillos enormes. ¿Y qué?, se preguntará el no iniciado en la caza. Al fin y al cabo, los jabalís tienen colmillos, dirá. Pero es que era una hembra… y las hembras no tienen colmillos.

Yo no lo he visto nunca. Si fuera una persona, sería albina”, explica el delegado de la Federación de Caza en Castellón, Pablo Molina. La jabalina era de gran tamaño, con un peso de unos 70 kilos, y los colmillos correspondían a los de un gran macho.

Vicente Sorribes, presidente del club de cazadores de Eslida, participó en la jornada cinegética y también confiesa que “no había visto nunca” una hembra con esas características. Él fue el encargado de guiar a los perros durante la expedición. “Cuando Luis vio al animal, ya observó que tenía grandes colmillos. Tras matarlo y ver que era una hembra, se llevó una gran sorpresa”, rememora.

No hay demasiada información respecto a esta curiosidad animal ni sobre por qué se produce, aunque podría ser alguna forma de hermafroditismo, según expertos.

Sin embargo, el destino de un animal tan inusual no será su cabeza colgada en el salón de una casa o algún otro honor de este tipo. “Lo hemos pelado y lo hemos congelado. Le haremos la prueba de la triquinosis y, si sale bien, nos lo comeremos”, explica Sorribes con naturalidad.