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OBITUARIO

Fallece Diego Hernández, un guardia civil vocacional

Diego Hernández

Mi amigo Diego Hernández no ha podido vencer al covid-19. Llegó la noticia como un bombazo inesperado, en medio de la devastadora realidad que cada día nos acucia en estos tiempos endemoniados que vivimos. Tiempos de la maldita pandemia desatada por el virus que ha cambiado la vida de la humanidad y no deja de cobrarse víctimas. Tiempos en los que se hace necesaria la generosa colaboración del conjunto de la ciudadanía a la hora de cumplir las medidas establecidas por las autoridades sanitarias. Diego las cumplía escrupulosamente. Un ejemplo más de la alta peligrosidad de contagio que supone el virus que tiene en jaque al planeta. 

Diego estuvo siempre entregado al servicio de la sociedad, superó momentos de peligro en el País Vasco, en los años de plomo de la banda criminal ETA. Nunca mostró flaqueza en el cumplimiento del deber. Sirvió con dedicación en diversos destinos que lo llevaron a residir en Aragón, Cataluña y la Comunidad Valenciana. Siempre fue un guardia civil vocacional, de los que hacen verdad la máxima: "El honor es la divisa del Cuerpo". Ya en situación de reserva, trabajaba en las oficinas del ISFAS cuando enfermó y tras dos semanas luchando en el hospital, Diego perdió la última batalla. El virus se llevó por delante una trayectoria de dedicación benemérita, siempre en bien de los demás, reconocida con diversas condecoraciones que reflejan una brillante hoja de servicios.

Diego Hernández nació en Castellón, y aunque residía en Valencia siempre mantuvo una estrecha relación con la capital de la Plana donde viven su madre Felicia, viuda de José, y hermanos: Feli, José Ramón y Antonio. Las raíces de los Hernández Sánchez están en el municipio albaceteño de Ontur, allí conservan las fincas agrarias y la casa que sigue siendo centro de reunión. Desde ahora con el gran vacío de Diego, hermano mayor y alma de la familia, cuyo espíritu ya transita por el infinito de Alfa y Omega. La más sentida condolencia a su esposa, Cati y a sus hijos, Rubén y Sandra. También deja cuatro nietos. Descansa en paz, hombre de bien.

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