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ECONOMÍA

La campaña de la naranja tardía arranca en Castellón con unos precios de "ruina"

Variedades de navel como lane-late o powel cotizan en el campo a tan solo 0,15 euros el kilo

Un collidor carga un capazo lleno de naranjas, una fruta que esta temporada cotiza a precios muy bajos

En apenas una semana comenzará en Castellón la recolección de la naranja tardía y el panorama que se le presenta a los productores de variedades como lane-late o powel es de todo menos bueno. A estas alturas de mes, apenas hay operaciones en el campo y las pocas que existen se cierran a precios ruinosos, de entre 0,15 y 0,16 euros el kilo. «Cuando el mercado se instala en precios bajos es muy complicado cambiar la tendencia, sobre todo por la presión que continúa ejerciendo la variedad de naranja navelina, con muy poco peso en la provincia, pero que en las zonas productoras de Valencia cotiza a tan solo 5 ó 6 céntimos», explica Carles Peris, secretario general de la Unió de Llauradors, quien augura que la temporada de la navelina será más larga de lo previsto y eso, irremediablemente, acabará repercutiendo en las naranjas tardías.

La Plana Baixa, la Plana Alta y el Baix Maestrat van a producir este año casi 72.000 toneladas de naranja tardía, un 9% más que en la temporada pasada, según datos del aforo de la Conselleria de Agricultura. Variedades como la lane-late (que en los últimos años había dado alguna alegría al sector) o powell suponen el segundo grupo de cítricos en importancia en Castellón, solo superadas por la clemenules, la joya de la corona en la provincia, con 279.000 toneladas. «La naranja este año va a ser un desastre. Ojalá podamos remontar en las próximas semanas, pero va a ser muy complicado. Los precios son de ruina», lamenta Roberto Vicent, citricultor de la Vilavella y responsable de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) en la Plana Baixa.

Competencia de Egipto y Turquía

Los precios en origen de la naranja tardía no dan, ni de lejos, para cubrir los costes de producción, y la presión que ejercen competidores como Egipto o Turquía no ayuda en nada. Al contrario, todavía hunden más las cotizaciones. «Estos dos países están vendiendo naranja tardía al mercado europeo a precio muy barato, y eso todavía nos complica más la vida a los productores de la Comunitat», sentencia Peris, quien confía poco en que la situación de un giro.  

Los productores de naranjas auguran que esta campaña será para olvidar y la cara más dulce la representa la clemenules. La temporada acabó en Navidad y lo hizo con precios en origen que oscilaron entre los 0,30 y 0,35 euros el kilo, unos valores que si bien no han compensado la caída de la producción y el alza de los costes, sí han permitido que el llaurador no pierda dinero. «Ahora se está recolectando variedades de clementinas como clemenvilla, zando o hernandina. Las dos últimas van bien, pero la primera está afectada por la enfermedad de la alternaria», describe Vicent. 

Los productores piden respuestas a la administración

La Unió de Llauradors denunció ayer que, ante la parálisis y grave crisis de precios por la que atraviesa la actual campaña citrícola, en el inicio de su segunda parte, no existe una respuesta ni por parte de las administraciones ni de la interprofesional citrícola Intercitrus. «Pese a la magnitud y gravedad de la situación, la Conselleria de Agricultura no reúne su Mesa de la Producción Primaria ni el Ministerio de Agricultura su Mesa Nacional de Cítricos. Tampoco se sabe nada de la interprofesional Intercitrus, totalmente desaparecida, y si piensa actuar ante los problemas de la campaña en curso, tal vez porque en su seno están representados los mismos comercios que importan luego producción de terceros países como Sudáfrica o Egipto», insistió la organización agraria. 

Según la Unió, el problema más grave y evidente se observa en las cotizaciones de la naranja navelina, con precios oficiales medios en origen de 0,10 euros el kilo. Sin embargo, esas mismas naranjas multiplican su precio en supermercados hasta un 1.500%, pues se venden en los mismos en una franja entre 1,40 y 2 euros. La Unió cree que Bruselas no debe negar la evidencia del daño que provocan las importaciones en los productores comunitarios. 


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