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EN PRIMERA PERSONA

Así es convertirse en propietario de una vivienda turística: "Fue una ocasión de invertir"

Particulares, de localidades de Castellón con una elevada vinculación al turismo, deciden destinar su segunda vivienda para alquiler vacacional como fuente extra de ingresos

Una de las propietarias, en su vivienda turística

«Fue una oportunidad para invertir que nos presentó un amigo y nos lanzamos a ser propietarios de una vivienda turística». Así explica Maria José Barrera, que regenta el alojamiento que ella misma ha bautizado como Atalaya 153 en Peñíscola, cómo se produjo el salto a convertirse en arrendataria de un inmueble dedicado al turismo en la localidad castellonense. Según explica, su periplo en el sector se inició hace algo más de dos años, justo a punto de irrumpir la pandemia de covid-19.

«Teníamos ahorros y la vivienda estaba disponible para comprar. Nos gustó y nos lanzamos, aunque no teníamos al principio un objetivo claro de tener una vivienda turística», detalla María José a este periódico, a la vez que explica que los resultados «han sido mucho mejores de los esperados, ya que al principio teníamos dudas porque en un municipio como es Peñíscola hay mucha oferta de apartamentos».

En su caso, trabajan a través de las plataformas Booking y Airbnb. «Nuestro propósito es tratar a los huéspedes como uno más de la familia, pues aunque no tenemos los recursos de una agencia, nos gusta estar pendientes y recibir a los visitantes personalmente, hacerles un detalle de bienvenida y ofrecer asesoramiento sobre lo que pueden descubrir por aquí», valora la propietaria.

Una de las viviendas destinadas al alquiler turístico. MEDITERRÁNEO

De hecho, tal y como confirman los datos anteriormente mencionados, la responsable de la vivienda analiza que «el verano tuvimos una ocupación muy buena y luego, los fines de semana también, aunque este año en Navidad, con la iluminación al ganar el concurso de Ferrero Rocher, ha estado todo lleno, superando todas las expectativas que teníamos».

El potencial

La propietaria de otro apartamento, el Brisa Marina, también de Peñíscola, confirma el potencial de este tipo de oferta: «Este verano lo hemos tenido completo toda la temporada y, además, este año se ha sumado la gran demanda ocasionada por las luces navideñas de Ferrero Rocher». «No nos esperábamos el gran número de reservas que nos llegaron desde el puente de diciembre hasta el fin de semana de después de Reyes», señala, lo que apunta a la mejoría de la demanda en el sector.

En su caso, aporta que «llevamos alquilándolo toda la vida, primero lo hacíamos para periodos largos, pero hace unos años decidimos ofrecerlo para alquiler vacacional por la elevada demanda», pues según añade, durante la época estival los huéspedes lo reservan para semanas o quincenas, pero el resto del año se alquila muy bien para fines de semana. 

Respecto al perfil de turistas que suelen elegir esta opción de alojamiento dice que «siempre ha tenido muy buena acogida por parte del turista internacional como el estadounidense, francés, italiano o inglés, pero desde la pandemia tenemos sobre todo turista nacional». «Las reservas suelen ser para pasar unos días en familia o en pareja», valora, al igual que ocurre en el otro inmueble de la localidad castellonense. 

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