El Periódico Mediterráneo

El Periódico Mediterráneo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Hoy lunes entra en vigor el decreto de la ‘pinyolà’

Abejas y cítricos luchan por convivir

Los apicultores chocan con los intereses de los productores de clementinas y mandarinas híbridas, las más rentables del mercado

Apicultores en una explotación de la Plana Baixa, en una imagen de archivo. Domenech Castelló

El geólogo y arqueólogo Eduardo Hernández Pacheco (1872-1965) destaca en su monografía dedicada a la cueva de la Araña (Bicorp) la existencia de una pintura de arte rupestre de hace 7.000 años que atestigua que los hombres ya se alimentaban de miel. Tal vez por eso los apicultores de la Comunitat Valenciana defienden a capa y espada su actividad en medio de un territorio donde deben convivir con los propietarios de una superficie de algo más de 160.000 hectáreas de cítricos.

Según los datos de la Conselleria de Agricultura, hay censadas unas 360.000 colmenas, con una producción de más de seis millones de kilos de miel y un valor económico aproximado de 21 millones de euros anuales. Son explotadas por cerca de 35.000 apicultores que, en su mayoría, no son profesionales, ya que no tienen más de 150 unidades.

Podría decirse que la relación de fuerzas entre citricultores y apicultores está más descompensada incluso que la existente entre el ejército ruso y el ucraniano. Sin embargo, en este caso las fuerzas invasoras son las abejas y las invadidas y agredidas -porque su incursión provoca la presencia de la denostada semilla en los frutos (conocida como la pinyolà)- son las clementinas y mandarinas. 

Hablamos de una producción, ésta última, cuyo valor en el mercado supera los 1.500 millones de euros -según el Comité de Gestión de Cítricos (CGC)- y de otra, la de miel de azahar -la que se genera cerca de las plantaciones de cítricos- de unos cuantos millones de euros. Las magnitudes no resisten comparación, de ahí que hasta ahora la balanza siempre se haya decantado en favor de defender de la agresión melífera a la actividad más fuerte.

Ratificación del acuerdo 

En enero de 2021 y tras sucesivos años de manifestaciones y protestas por parte de los apicultores, el sector productor de miel -de la mano de las principales asociaciones agrarias valencianas- suscribió el Plan de Viabilidad de la Apicultura Valenciana. El primer punto de aquel acuerdo firmado -entre otros- por los líderes agrarios de AVA-Asaja, Cristóbal Aguado y de La Unió de Llauradors, Carles Peris, reclamaba taxativamente la «eliminación de la prohibición de instalar colmenas en la zona citrícola».

Aquel pacto no impidió, sin embargo, que meses después el Consell siguiera la dinámica mantenida durante décadas y renovara el Acuerdo de medidas para limitar la polinización cruzada entre plantaciones de cítricos que conlleva alejar las colmenas durante la época de floración al menos cuatro kilómetros e cualquier plantación citrícola. 

Aquella regulación, en sentido contrario, incluía un largo listado de ubicaciones, de municipios con coordenadas exactas, donde se permitía el asentamiento de colmenas. Ese listado, ampliado sucesivamente, nunca ha sido suficiente para los apicultores.

La solución en la que, desde 2018, se viene insistiendo en tal regulación es la creación de un mapa varietal para identificar las variedades de mandarinas llamadas polinizantes - esto es, las que interaccionan a través de las abejas portadoras del polen con otras, fundamentalmente las clementinas, provocando la polinización cruzada- pero nunca ha podido llevarse a cabo.

Todavía sin mapa varietal

Con todas las fuentes estadísticas al alcance de la Administración, la Conselleria no ha sido capaz hasta el momento de diseñar tal mapa, clave para así facilitar los asentamientos más deseados por los apicultores próximos a las plantaciones de cítricos. La inercia seguida se rompió este año cuando, desde la propia Conselleria, se comunicó al sector que, de cara a la floración que se avecinaba meses después, el Ejecutivo valenciano no tenía intención de renovar el acuerdo de alejamiento que se venía imponiendo, año a año, desde 1993.

La Conselleria adujo entonces que tenía una suerte de mandato, el referido plan de viabilidad apícola, que justificaba tal decisión. La patata caliente’ pasó entonces al propio sector, al que se le conminó a buscar fórmulas con las que facilitar una mejor convivencia entre unos y otros.

AVA-Asaja, La Unió y Cooperatives Agroalimentàries , según la versión de la patronal representativa del comercio privado de cítricos, se reunieron «a espaldas» del propio Comité de Gestión de Cítricos. La unidad de acción entre los representantes agrarios en torno a la pinyolà se rompió. El CGC se reunió una sola vez con las otras organizaciones para debatir un documento de Propuestas a incorporar en 2022 en el acuerdo del Consell, el de alejamiento de colmenas - y aquellas conversaciones acabaron sólo tres días después. 

Las tres organizaciones citadas anunciaron primero el acuerdo entre ellas y posteriormente, tras reunirse el pasado día 28 de febrero con Agricultura, la administración autonómica hizo suyo aparentemente el documento. Habrá que ver ahora cómo recoge el DOGV tal cosa tras el decreto del Consell aprobado el pasado viernes.

El planteamiento que dice apoyar la Conselleria retoma el proyecto fallido del diseño, en sólo un año (para 2023), del mapa varietal en el que teóricamente se lleva trabajando desde 2018, más aún, desde que la Administración lanzó en 2008 el llamado Sistema de Información Georáfica Citrícola. Ese otro mapa varietal dejó de actualizarse años más tarde. Dicha reconversión puso en la diana a las mandarinas híbridas, las que comenzaron a plantarse a finales de los 80 y durante toda la década de los 90, para prolongar la campaña de clementinas. Hasta ese momento, la temporada de pequeños cítricos arrancaba en octubre y a duras penas se llegaba a enero. Con esas otras mandarinas híbridas tardías la recolección se prolonga de enero a marzo o abril y la de comercialización puede llegar hasta incluso mayo.

El problema es que esas mandarinas son las que, en presencia de abejas -que como gusta decir el Comité de Gestión- «pacen (se alimentan) en campos ajenos», sufren la pinyolà. Las abejas, una vez llega la primavera, trasladan el polen de esas parcelas a los de otras especies de cítricos y -en el caso, fundamentalmente, de las clementinas- se produce fecundación y con ello la presencia de las indeseadas semillas.

Ahora se plantea reconvertir esos híbridos en otros cítricos no polinizantes o, de otro lado,  obligar a proteger con mallas esas plantaciones para así aislarlas de las incursiones de las abejas. Y hacerlo todo ello incentivado con ayudas de la Conselleria.

Las medidas para regular la oferta de cítricos se deberían aplicar, según lo planteado en ese plan de transición, entre 2023 y 2025. Las que deberán cumplir los apicultores, a cumplir antes de febrero de 2026, se reducen a la creación de un censo obligatorio que permita identificar «de manera fehaciente» -insiste Agricultura- a través de GPS o chips, todos los asentamientos de colmenas.

Las mandarinas polinizantes

¿De qué mandarinas polinizantes se habla? Pues básicamente de la Fortune, la Ellendale, la Ortanique, la Nova, Murcott -las variedades tardías tradicionales- pero, sobre todo, de la que más se ha plantado en las últimas décadas, de la Nadorcott (propiedad del rey de Marruecos). Son, todas ellas, mandarinas cuyo polen tiene una viabilidad de fecundación alta y que, por ello -de mediar la acción de la abeja durante la floración- pueden provocar la presencia de semillas en ellas mismas pero, fundamentalmente, en el conjunto de variedades llamadas de primera estación, las clementinas.

En torno al 45% de la producción nacional de Nadorcott se localiza en la Comunitat. Se trata de algo más de 100.000 toneladas de un montante global superior a las 220.000 en el conjunto del país, según el aforo de la 2020/21. Ese volumen supone en torno a la cuarta parte de la producción estimada este año para las mandarinas híbridas en la Comunitat.

Esta variedad de mandarina de origen marroquí está controlada por una asociación privada; es decir, tiene oferta limitada y es una de las más rentables de las últimas décadas. De ahí la oposición del CGC y de las llamadas asociaciones independientes de agricultores (de Villarreal, Nules y València). Por eso y por los riesgos para el conjunto de clementinas, el CGC considera «su mejor arma comercial» que se evite la pinyolà.

Queda por dilucidar, más allá de la disponibilidad presupuestaria de los planes de reconversión y mallado ahora anunciados, si entre las polinizantes se incluirán otras igualmente rentables, también de obligado pago de royalties, pero cuya viabilidad del polen se dice que es media o baja, como la Spring Sunshine u Orri. Otras mandarinas también protegidas, las llamadas triploides (Garbí, Safor) o las irradiadas (Tango o Mandanova) se caracterizan por no tener semillas ni generarlas, ni siquiera en condiciones de polinización cruzada, en otros frutos de plantaciones vecinas. 

Compartir el artículo

stats