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ENTREVISTA

Un castellonense cuenta el día a día en Ucrania: «En toda guerra el periodista pone su vida en peligro»

Ricardo Mir de Francia ha contado a diario en sus crónicas de 'El Periódico de Cataluña' y 'Mediterráneo' el sinsentido y la crueldad que han dejado a su paso las tropas de Putin

El periodista castellonense Ricardo Mir de Francia está especializado en información internacional.

Jamás se pudo imaginar que le tocaría narrar las atrocidades de una guerra en la Europa del S.XXI, pero la invasión rusa de Ucrania le llevó hasta este país para contar a diario en sus crónicas de El Periódico de Cataluña y Mediterráneo el sinsentido y la crueldad que han dejado a su paso las tropas de Putin. El periodista castellonense Ricardo Mir de Francia está especializado en información internacional. Estuvo durante años de corresponsal en Washington y en Jerusalén, desde donde cubrió las continuas operaciones militares en Gaza. También estuvo en la guerra del Líbano. Ahora ha visto en primera persona el horror de una guerra que aboca a Europa a una complicada encrucijada. La matanza de civiles, que hasta hace unas semanas tenían una cotidianidad similar a la de España, nos queda a solo 3.000 kilómetros de nuestras casas.

El pasado 4 de abril, este periodista castellonense escribió en su perfil de Twitter el siguiente mensaje: «Uno de los días más duros de mi carrera profesional. Por lo que he visto y por lo que me han contado en #Bucha. Hay algo más que una masacre gratuita y eso debería preocuparnos a todos. #Ucrania @elperiodico». Tras semanas en Ucrania, ya está de vuelta en la redacción de Barcelona, aunque espera regresar pronto. De momento, no se aventura una pronta resolución del conflicto.

--¿Siempre le gustó el periodismo de guerra?

--Yo me he dedicado al periodismo internacional. Quería ser corresponsal y me fui a Jerusalén, porque siempre me ha interesado conocer el mundo y comprender cómo funciona. Además, siempre me ha gustado viajar y el periodismo era la mejor fórmula para combinar estas cosas. Quería entender otras culturas.

--Hace unos meses que volvió a una redacción y dejó las corresponsalías. ¿Se ve siempre sentado en una redacción?

--Hasta agosto pasado siempre había trabajado a mi aire, de freelance. Hasta marcharme a Ucrania, he hecho información de actualidad sobre todo tipo de asuntos, especialmente, reportajes de investigación. Un poco de todo.

--Sinceramente, no todos los periodistas estaríamos preparados para informar desde un país en guerra. ¿Qué cualidades se necesitan?

--Tienes que saber moverte, haber viajado y saber cómo acercarte a las personas para que se sientan cómodas y te cuenten sus historias más íntimas y dolorosas. Se requiere la voluntad y determinación de creer que es importante estar ahí para contarlo porque, en una guerra, se cometen muchas injusticias. El periodista pone su vida en peligro porque tiene la obligación de estar para contar lo que pasa con el fin de que las atrocidades no queden impunes.

--Imagino que cada conflicto tendrá sus características, aunque la crueldad está en todos ellos. ¿Pensaba que informaría de una guerra en Europa en pleno s. XXI?

--Nadie se acabó de creer que Rusia invadiría Ucrania a gran escala, a pesar de que había muchas señales claras de que podía suceder. A todos nos parecía una posibilidad descabellada que alguien pudiera invadir un país de forma tan cruel e ilegal. Es una guerra por decisión de Putin y pensábamos que este tipo de circunstancias no pasaban en el s. XXI.

--¿Cómo ha sido su día a día informando desde Ucrania?

--En una guerra y conflicto se trabaja constantemente. Cada día es distinto al siguiente. He hecho desde un reportaje sobre activistas ucranianos que lanzaron ciberataques a empresas e instituciones rusas, a entrevistas a supervivientes de Mariúpol. Además, estuve en la frontera entre Polonia y Ucrania para ver la salida de refugiados, luego fui a Leópolis y desde allí a Kiev. He estado dos veces en Bucha, donde era muy complicado entrar porque el Ejército ucraniano cerró la ciudad durante tres días. Logré acceder empotrado en una caravana de una organización que repartía comida, la del cocinero español José Andrés. En una guerra se trabaja muchas horas, por la mañana se hace el trabajo sobre el terreno, se habla con la gente y sobre las 17.00 o las 18.00 horas se llega al hotel para escribir la crónica. Hay días que se acaba a las 00.00 horas. Se vive mucho estrés, se duerme mal y cada día es un mundo. 

--¿Qué imágenes o testimonios son los que más le han impactado de su estancia allí?

--Me ha impactado la destrucción en algunas partes del país, gente que ha estado más de un mes escondida sin agua, calefacción ni luz, en unas condiciones inhumanas, mientras fuera bombardeaban. Han asesinado y ejecutado a la gente en Bucha cuando salía a la calle. Tengo clavada la imagen de un chaval al que mataron a su madre cuando salió a recoger leña. Su tristeza en la tumba que excavaron para ella es total. El silencio en estas ciudades tan golpeadas por las tropas rusas es profundo. Mucha gente ha muerto de una manera bárbara. Los soldados rusos fueron allí con la idea de que son nazis y fascistas. Han deshumanizado al enemigo para cometer atrocidades.

--Usted ha visto el horror y el sinsentido de la guerra en primera persona. ¿Cree que Europa está haciendo todo lo que puede a favor de Ucrania?

--Es un tema muy complicado, porque si Europa interviniera a través de la OTAN nos iríamos a un escenario muy complicado, pero no se puede dejar a Putin ganar esta guerra porque se abriría la puerta a que las fronteras se dibujen a base de cañonazos. Hay que hacer difíciles equilibrios.

--¿Ve un final cercano a la invasión rusa?

--Esto va a durar meses, la parte más grandilocuente de la guerra que planteaba tomar Kiev ha fracasado y ahora las tropas rusas se están concentrando en todo el este del país, porque parece que el Kremlin lo quiera unir a la anexionada Crimea. Allí, lo que está haciendo Putin es masacrar a la gente que tenía más simpatías por Rusia, que habla ruso. 

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