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ANÁLISIS DE PATIM Y ESPECIALISTAS DE LA UJI SOBRE ALCOHOL Y JUVENTUD EN LA PROVINCIA

De las copas toda la noche al 'atracón' de alcohol en Castellón

La nueva ‘moda’ del 'binge drinking' es más perjudicial y más frecuente en mujeres que en hombres

Un solar de la capital de la Plana, con restos de un botellón. En la fotografía, una cerveza con cero alcohol convive con una botella de ron.

Según la encuesta del Ministerio de Sanidad del 2021, un tercio de los jóvenes de 14 a 18 años en Castellón y resto de la Comunitat ha probado el binge drinking, con mayor prevalencia de mujeres (casi el 33%) que hombres (28%), cinco puntos menos. ¿Qué es? Pues un atracón de alcohol, con consumo de golpe, más compulsivo y perjudicial, frente a la tendencia de décadas atrás de ir bebiendo copas a lo largo de la noche, no menos nociva pero distinta.

El presidente de Patim, Paco López, cuya organización ayuda a las personas que sufren adicciones, pone de manifiesto que existe «un verdadero problema» pues, «la edad de inicio en el alcohol ha descendido. Un 8% de hombres frente a un 4,8% de mujeres ha tenido su primer contacto con la bebida (no es consumo) antes de los 12 años». «Entrada la adolescencia llega el consumo --agregó-- y se prolonga en la madurez, dejando de ser algo pasajero de la juventud. Estamos detectando en Patim que el mayor grupo de personas que consume alcohol en Castellón tiene entre 25 y 29 años».  

En esto, para López, ha pesado el confinamiento. «Ha hecho que se compre y se consuma bebida en casa, en más cantidad y calidad. Se sigue percibiendo el alcohol como la sustancia menos peligrosa por los estudiantes, y solo se le da más atención cuando hay atención médica por comas etílicos. Pero el abuso se debería ver como problema», hizo hincapié.

Microbotellón y coche

Patim también avisa que el binge drinking va en aumento: se colocan de alcohol de golpe y luego se socializan en sitios cerrados o abiertos pero allí ya no consumen para evitar ser sancionados por botellón. «Es un consumo cuatro o más veces superior que el de salir por bares como antes», indicó. Otro cambio es que el gran botellón y los parkineros desaparecen «pero el microbotellón de grupos, en coches, es constante en urbanizaciones, en las afueras de la ciudad, con alcohol en el maletero», manifestó.

Por su parte, Generós Ortet y Manuel Ignacio Ibáñez --coordinadores del grupo de investigación IDAP (Personalidad y Psicopatología) en la UJI-- también analizan el consumo de alcohol y drogas en los jóvenes en Castellón. «La situación de pandemia tuvo un efecto claro en el aumento del consumo de alcohol, en especial en casa, en el confinamiento, por las restricciones», indican los expertos.

Con fiestas o sin fiestas

En su opinión, haber estado sin fiestas multitudinarias dos años «no tiene por qué incrementar el número de jóvenes que se inicien en el consumo de alcohol». Analizan que «al volver a la normalidad, los factores previos a la pandemia que favorecían el consumo de alcohol, como el tener amigos consumidores, reuniones de jóvenes donde hay alcohol o ciertas características individuales, que continuarán siendo los factores principales de riesgo, independientemente de si hay o no fiestas». Para Ortet e Ibáñez los casos de borrachera en niños de 12 y 13 años, por desgracia, «se daban ya en fiestas de la Magdalena antes de llegar la pandemia del coronavirus» y quisieron poner de manifiesto que «esta casuística de menores ebrios a tan corta edad representa un porcentaje minoritario respecto a la juventud».

La familia: un arma para combatir un deterioro sin salida

Desde Patim Castellón, su presidente Paco López avisa que «los efectos de consumir alcohol en exceso y de forma compulsiva producen alteraciones a nivel cognitivo, disminuyen la capacidad de toma de decisiones, dificultan el aprendizaje y causan deterioro neurocognitivo y retraso madurativo». Para López, «las sanciones administrativas y campañas de concienciación deben existir, pero sobre todo hay que velar por los modelos de familia y ver qué valores enseña. La sociedad varía con los microcambios de cada cual».

Para Ortet e Ibáñez , del grupo de expertos de la UJI, «el consumo de alcohol en niños y niñas tiene claros efectos perjudiciales para la salud y, en especial en la adolescencia, el ‘binge drinking’ afecta sobre todo al desarrollo físico y psicológico». Prevenir un consumo problemático pasa por usar técnicas personalizadas y ofrecer alternativas de ocio ‘sin’.


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