Enrique Cabrera, catedrático de Mecánica de Fluidos en la Universitat Politècnica de València, será uno de los ponentes principales en la cuarta edición del Foro del Agua, que tendrá lugar el 29 de abril en el Auditori i Palau de Congressos de Castelló. La cita, organizada por el periódico Mediterráneo y el patrocinio de Facsa, cuenta con la colaboración de la Diputación de Castellón y la UPV.

-Este año, en la convocatoria se analizará el binomio agua-energía desde la óptica del uso urbano y agrícola del agua ¿qué opinión le merece este tema? 

-Son los dos recursos naturales más importantes. Sin ellos la vida no existe. El agua, como tal, no ha cambiado a lo largo de la historia. La energía ha evolucionado mucho. Desde la que siempre hemos utilizado, la solar (en la actualidad redescubierta) hasta las que han emergido en los últimos siglos, las más de ellas convertidas en energía eléctrica para facilitar su uso. Hasta aquí nada nuevo. Sin embargo, su análisis conjunto y las implicaciones derivadas de su estrecha relación, solo tiene dos décadas. Este análisis integrador es fundamental para el manejo sostenible de ambos recursos y justifica plenamente la jornada. 

-¿A qué desafíos nos enfrentamos para lograr el entendimiento en estos dos sectores? 

-Las administraciones hídrica y energética nacieron mucho antes que el nexo y, por ello, no están coordinadas. Este es un problema general, porque los problemas y la tecnología avanzan con gran rapidez mientras la rigidez de la administración le impide adecuarse con rapidez a las necesidades del momento. Un ejemplo es la transformación del riego tradicional en goteo. Se ha avanzado en la resolución del problema hídrico (se ahorra agua), pero se ha generado un problema energético. El riego a manta solo necesita la energía gravitatoria mientras el localizado consume mucha energía eléctrica. Una justa reivindicación del regante es adecuar la potencia contratada a las necesidades del momento que debe resolver la administración de la energía.  

-¿A qué retos cree que deberá enfrentarse la gestión del agua en un futuro cercano? 

-En síntesis, los mayores retos son un cambio climático, que no acabamos de tomarlo en serio, y cuyas dramáticas consecuencias sufrirán nuestros nietos. No creo que, como colectivo, nos recuerden con cariño. Una mayor gobernanza cuya mejora está ligada a la racionalización de la administración. Y por último la renovación de infraestructuras obsoletas que nos impiden beber con confianza agua del grifo. Las multas de Europa por depuración inadecuada es solo un ejemplo. Cumplir con los ODS, lo exigen. 

-¿Qué medidas podrían mejorar la gestión del agua en España?  

El agua urbana mejoraría creando organismos reguladores que alejaran las decisiones impopulares (como aumentar el precio del agua) de la arena política. ¿Cómo va a querer subir un alcalde el precio del agua a quienes después les pedirá el voto? La luz nos la suben un día sí y otro también porque su precio está regulado (racional o irracionalmente, ese es otro debate) por Europa. Pero nadie culpa de la subida de la luz a su alcalde. Y conste que el precio del agua debe subirse no para aumentar el beneficio de quien gestiona estos servicios. Es necesario porque hay que renovar las infraestructuras, depurar mejor, posibilitar que todos bebamos aguas del grifo. En España el precio de la energía es similar al de Dinamarca y Alemania. El del agua es la quinta parte. Por algo será.

«Hay que tomarse enserio el cambio climático, hace falta una mayor gobernanza y es necesario renovar las infraestructuras»

-Cómo se puede lograr la eficiencia energética de la captación, transporte y distribución de agua? 

El agua pesa mucho (un metro cúbico una tonelada). Captarla, transportarla y distribuirla supone un 5% del gasto total de energía eléctrica en España. Una barbaridad. Para mejorar la eficiencia energética lo primero es diseñar bien. Por ejemplo, si las redes de riego del sindicato de mi pueblo, Vila-real, se hubieran trazado con criterios de eficiencia energética, los kWh necesarios se habrían reducido un 90%. Y si el mal ya está hecho, porque la red está mal diseñada, minimizar las pérdidas exige diagnosticar y auditar los sistemas. También los pozos de riego tienen altas ineficiencias. Pero para diagnosticar hay que medir los volúmenes elevados y nuestros agricultores no están por la labor. Estoy convencido de que, salvo los pozos gestionados por empresas del sector, ni uno de los pozos agrícolas conocen la eficiencia de su bombeo y el potencial ahorro existente.  

-¿Cómo deben de intervenir las administraciones públicas para mejorar la gestión del agua?

Aumentando el control. Pero antes deben trasladar una imagen diferente a la actual, más de fiscal que de abogado defensor. En un pozo, la división del gasto energético (el recibo de la luz) con el volumen elevado (un contador), proporciona la intensidad energética, un indicador excelente de la eficiencia del bombeo. Esa tarea debiera supervisarla la administración y aconsejar (y hasta financiar) las medidas a adoptar para rebajar el gasto energético. Hoy se puede calificar la eficiencia energética de un pozo. Esa administración debiera trabajar para que todos los pozos alcanzasen la nota máxima.

-¿Qué importancia tienen las nuevas tecnologías en la protección de los recursos naturales?

Un servicio de agua urbano es el que proporciona la máxima calidad al menor coste posible. Y ello exige utilizar la tecnología adecuada y ser eficiente. Pero para conseguirlo hay que crear el marco adecuado. La actual explosión de los paneles solares se ha conseguido suprimido el “impuesto al sol” y financiando su instalación. Reutilizar el agua, apostando por la economía circular, también exige implantar el marco adecuado. Hoy, salvo necesidad, caso de Murcia y Almería, no se reutiliza.     

-En su opinión, ¿cómo pueden los usuarios contribuir a la sostenibilidad del agua?

El agua es un terreno propicio para la demagogia. En uno de mis cursos insistía en la importancia de renovar las tuberías para minimizar las fugas. Al acabar un técnico municipal (me acuerdo hasta de su municipio) me comentó que, al respecto, había convencido al alcalde. Pero a los pocos días cambió de opinión. Mira, si me gasto el dinero levantando calles y creando incomodidades, la ciudadanía protestará. Mejor gastármelo en parques y jardines y todos contentos. De hecho, si hago lo que debo hacer, mi adversario político me ganará las elecciones y, además, le habré resuelto el problema. Por ello la mejor contribución de la ciudadanía es distinguir el populista de quien hace lo que debe hacer.  Y ello sólo es posible con una buena educación ambiental que le facilite al alcalde la toma de decisiones impopulares pero necesarias. Churchill diferenciaba nítidamente al político del hombre de estado. El primero piensa en las próximas elecciones mientras el segundo en las generaciones venideras. Cuando la ciudadanía los diferencia, contribuye a la sostenibilidad del agua.   

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