Fernando comenzó con solo seis años a navegar en el Club Náutico de Castellón. Sus primeros pasos en el mar los realizó con un barquito de apenas tres metros de longitud (ahora está a bordo de un crucero de 130), y posteriormente llegó a competir en deportes náuticos y fue instructor. Mientras tanto compaginaba sus estudios en el Colegio Lluís Revest, primero, y en el San Cristóbal, después. Cuando concluyó el bachiller tenía claro que iba a dedicarse al mar, aunque tenía dos opciones: “Pensé en dedicarme a la arquitectura náutica para diseñar barcos, pero al final me decidí por pilotarlos". Es por ello que cursó en Santander Ingeniería Marítima, Naval y Oceánica, licenciatura en la que concluyó en la quinta mejor posición de toda España: “Antes aprobaba, pero con notas normales, pero la carrera me gustó tanto que me fue bastante bien”.
Con solo 23 años de edad, Fernando Schleich Ortiz ha pasado ya casi tanto tiempo en el agua como en tierra. No en vano, durante la pandemia dio tantos kilómetros como los que tiene una vuelta al mundo a bordo de un petrolero que transportaba la friolera de un millón de barriles de petróleo. Teniendo en cuenta que en la actualidad el barril cuesta unos 100 dólares, portaba por tanto 100 millones de dólares de carga, aunque el protagonista asegura que “el barco vale mucho más. Se tardan muchos años en amortizarlos”.
Aviso a navegantes
Quien esté interesado en emprender la carrera para ser capitán de marino mercante o crucero, como aspira Fernando, cuenta con esta licenciatura en puntos como Santander, Cádiz, Portugalete, Barcelona, Canarias o Galicia. Asegura el joven de Castelló que “una vez concluyes estos estudios no hay apenas paro, es fácil encontrar trabajo”. Y para quien se marea también hay empleo: “Hay mucho trabajo en tierra también en las terminales de los puertos”. Quien sí lo tiene peor es quien gusta de tomar una cervecita: “En los barcos no se puede beber. No puede ni entrar el alcohol. Yo lo llevo bien porque soy abstemio y lo veo normal porque llevar estos barcos es una gran responsabilidad”.
Pese a su juventud, Fernando ya acumula dos experiencias importantes en su camino hacia capitán, pues tras graduarse pasó por el citado petrolero por países como Uruguay, donde embarcó, Singapur, Corea del Sur, China o Omán. “Éramos unas 25 personas a bordo: el capitán, cuatro oficiales, maquinistas, marineros…”. En la actualidad el destacado alumno, que concluyó la carrera con una nota de 8,5 sobre 10, ha cambiado el petrolero por un crucero a vela de 130 metros de longitud que comenzó a navegar en el Caribe y en la actualidad se encuentra en el Mediterráneo”.
Sobre la carrera de Ingeniería Marítima, Naval y Oceánica, en la que concluyó en la quinta posición nacional del Ranking Nacional 2021 de la Sociedad Española de Excelencia Académica, confirma que “en sí no es complicada, aunque sí tiene asignaturas bastante duras. Si estudias es posible aprobar, pero para sacar las notas que saqué hay que esforzarse bastante”. Fernando, que heredó de su padre la pasión por el mar, confía en seguir quemando etapas hasta ser capitán, una profesión más que bien remunerada, pues su sueldo medio oscila entre los 10.000 y los 20.000 euros al mes: “Depende de la bandera del buque o de la carga, pero para llegar ahí aún me queda mucho”.
Por muchas millas que recorra, Fernando sí tiene claro que seguirá volviendo a su tierra natal siempre que pueda: “Mi pareja es de Santander, pero nos gusta mucho Castellón. Además ahí tengo a la familia y amigos, a los que echo mucho de menos, igual que a la comida”, bromea el joven, que compagina su profesión con el windsurf o la vela ligera.
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