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ECONOMÍA

SOS de los agricultores de Castellón: trabajan a pérdidas y avisan de abandonos en el campo

El coste de regar y abonar un hanegada ha pasado de 120 a 300 euros al año y asfixia a la citricultura

Los costes de los fertilizantes marcan máximos y ahogan al productor. AJ GONZALEZ

La naranja, el tomate o la judía están más caros que nunca en el supermercado, pero la paradoja es que el alza de precios coincide con un momento de enorme descontento en el campo de Castellón. Y la explicación radica en que mientras han ido creciendo los precios de venta de frutas y verduras también lo han hecho los costes de producción. Tanto que para la mayoría de llauradors de la provincia cultivar un kilo de mandarinas o uno de sandías ya no resulta rentable. «En estos momentos producimos para sumar pérdidas y, si la situación no cambia, o alguien no nos echa una mano, habrá muchos que abandonarán el sector», resume Vicente Canós, agricultor de Moncofa y presidente de la Comunitat local de Regantes.

El puzle de los costes de producción del sector agrícola se compone, sobre todo, de dos piezas: energía (gasóleo y electricidad, indispensable para el riego de las fincas) y fertilizantes. Y todos han subido con fuerza. «Durante el último año y medio los abonos han aumentado un 300% y la luz también está desorbitada», explica Pascual Broch, presidente del Sindicato Central de Aguas del Riu Millars, una entidad que engloba a once comunidades de regantes de la provincia, 20.000 hectáreas de cultivo y unos 20.000 socios. «Si esto se alarga en el tiempo lo que nos tememos es que muchos agricultores se darán de baja, cansados de perder dinero», añade.

A principios de este mismo año Broch hizo un estudio del coste de algunos fertilizantes y las conclusiones son demoledoras. En doce meses (desde enero del 2021 a enero del 2022), el nitrato de amonio ha pasado de costar 0,33 a 0,93 euros. Y con el ácido fosfórico ocurre lo mismo: de 0,47 a 1,27 euros. «Las diferencias son enormes y desde enero a ahora los precios todavía han subido más», explica. 

Aunque las tarifas difieren según la comunidad de regantes, por lo general abonar y regar cuesta entre 120 y 140 euros por hanegada y año. Y tras el subidón sin precedentes de los costes esta cifra se ha disparado a los 300 euros. «El pesimismo es total y el llaurador hace meses que no gana para disgustos», aseguran en la Comunidad general de Regantes de la Vall d’Uixó y a la que pertenecen once sociedades locales de riego con unos 4.000 agricultores asociados. Y eso que en la Vall, por ejemplo, aún riegan con la tarifa eléctrica del 2021. «Estamos negociando con las compañías eléctricas los precios para este año y las tarifas que nos pasan son para asustarnos. Si nos decantamos por un precio fijo pasamos de los 6 céntimos que pagamos ahora a 20 céntimos», cuentan en esta comunidad de regantes donde dan por sentado que a partir del 1 de junio los costes serán aún más elevados.

Reuniones con los socios

Las asociaciones de regantes se sienten asfixiadas por los gastos a los que deben hacer frente y muchas han convocado reuniones para abordar la situación. Moncofa, donde solo la factura de los fertilizantes ha pasado de 80.000 a 120.000 euros y el coste de las reparaciones se ha multiplicado, la celebrará mañana. «Hay municipios de la provincia donde la comunidad de regantes ha tomado la decisión de dar agua y que cada agricultor se pague el abonado, pero en Moncofa la última palabra la tienen los socios», argumenta Canós. 

Para colmo, el productor no puede acogerse a ninguna ayuda. «La Conselleria nos ha dicho que este año no podrá dar ayudas para paliar la subida de precios y, sin ellas, la situación será inaguantable», asegura el presidente de los regantes de Moncofa. 

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