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POLÍTICA

Marzà deja Educación y no descarta ser el candidato por Compromís

El conseller deja el departamento tras siete años y su salida abre el abanico en la remodelación del Consell

Vicent Marzà, ayer en la sede de Compromís y tras anunciar que deja la Conselleria de Educación. Fernando Bustamante

Vicent Marzà abandona la Conselleria de Educación. Ha sido el conseller más longevo al frente de una de las áreas más complicadas de la Generalitat. Pero Marzà ni se marcha, ni deja la primera línea. Al contrario se refuerza su perfil político con las elecciones autonómicas, previstas para mayo de 2023, en el horizonte. El movimiento se presenta como estrategia para fortalecer Compromís, pero pone al dimisionario conseller en la carrera electoral y en la recámara por lo que pueda pasar.

Compromís podría tener que afrontar en un horizonte no demasiado lejano la posible imputación de su lideresa y vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra. Y Marzà, coordinador político en la ejecutiva Més, el principal partido de Compromís, refuerza ese perfil, alejado ya de la gestión al frente de la Conselleria de Educación, donde deja a la número dos de Compromís en el departamento, la exalcaldesa de Sueca, Raquel Tamarit en un recambio de clara continuidad.

Marzà se marcha para tratar de revitalizar la coalición y aumentar su pulso político a un año de las elecciones y cuando los sondeos señalan cierto desgaste en una coalición que logró 19 diputados en 2015 pero que cayó hasta los 17 en 2019. Una decisión que Marzà toma por iniciativa propia y del que informó a la vicepresidenta Oltra el martes, pocas horas antes de que se hiciera público ayer por la mañana. 

Una iniciativa personal

En Compromís se descartaba el mismo martes que la coalición nacionalista se dispusiera a hacer algún cambio en sus conselleries, lo que evidencia que la salida es una iniciativa personal de Vicent Marzà.  Una salida de la conselleria que de alguna forma interpela a la vicepresidenta a quien la oposición exige a diario la dimisión, una presión que ha aumentado en las últimas horas con declaraciones como la de la consellera de Justicia, Gabriela Bravo, que ha deslizado que ella dimitiría si estuviera en la posición de Oltra. Pero la vicepresidenta no se siente presionada. En esa situación, Marzà se posiciona para el futuro. Asegura que estará siempre ha disposición de su partido y nunca se descarta. Ya lo hizo antes de la pandemia. «Estaré barriendo la sede o de conseller, donde mi partido me sitúe», suele decir. Ayer también lo dijo. «Estaré construyendo país y una sociedad más justa; puede ser que alguien aprovechara el hecho de ser conseller para liderar después alguna plataforma, pero no es mi forma de ser, no quiero aprovecharlo para cuestiones partidistas», dijo. Y asegura que no tiene ninguna ambición personal, que solamente le impulsa lo colectivo.  

Los principales referentes de la coalición han cerrado filas con Oltra y han abierto la puerta a que pueda presentarse como candidata a las elecciones de 2023 incluso si fuera imputada por el Tribunal Superior de Justicia (TSJ). Pero por lo que pueda pasar la opción de Vicent Marzà está, aunque en principio el que más opciones tendría de encabezar la candidatura sería el diputado en el Congreso, Joan Baldoví.

Con todo, Vicent Marzà marcó cierta distancia con Mónica Oltra ayer. Evitó comentarios elogiosos hacia la vicepresidenta y la encargada de realizar el cierre de filas con Oltra fue la secretaria general de Més, Àgueda Micó.  

Cierre de filas con la lideresa

Señaló que Oltra tiene la máxima confianza y el apoyo de toda la organización para mantener ese liderazgo en las elecciones y que se ha ganado el derecho a decidir su futuro político. Pero Marzà ha asegurado que no entraba a a valorar otras decisiones y que él tomaba la suya de abandonar la conselleria acordada con su partido. Es la que tocaba. «Valoro lo que he hecho yo, cada uno tenemos una manera de gestionar y gobernar. Las personas pasamos, quedan las políticas», señaló.

El conseller saliente ha aprovechado el contexto de remodelación de gobierno abierto por el president de la Generalitat valenciana, Ximo Puig, tras la salida del portavoz parlamentario socialista, Manolo Mata, de las Corts y ha insistido en que deja Educación con la pandemia ya controlada y que esa es una de las claves de una renuncia que meditaba desde hace ya tiempo. 

Un conseller con mochila

Vicent Marzà (Castelló, 1983) ha estado más de 2.500 días al frente de Educación, Cultura y Deporte. Cuando su renuncia sea oficial, atrás quedarán 7 años de gestión que han dado un vuelco a la política educativa, maltrecha por los recortes del PP. Aunque aún queda por pedalear, la enseñanza valenciana ahora es ‘alumna aventajada’, al tener ya implantadas medidas que la nueva ley educativa estenderá a toda España.

De Xarxa Llibres a la pandemia, el conseller más joven del Botànic y el más longevo con la cartera educativa, tuvo primero que limar asperezas con la concertada y, años después, afrontar el cierre de los colegios en marzo de 2020, activando una respuesta educativa sin precedentes y «cheques» que cubrieron las becas de comedor.

De Campanar dependen 800.000 alumnos de todos los niveles preuniversitarios. Una tarea ingente y una conselleria mastodonte -más de 2015 a 2019, cuando también tenía Universidades y Ciencia-, que desgasta, y ante una comunidad educativa siempre exigente, pero que mayormente ha cerrado filas en torno al conseller. 

Maestro, abanderado de Castelló y amante del ciclismo, Marzà se llevará en la mochila que siempre porta, el Plurilingüismo; la mejora de las infraestructuras (sobre todo por los 41 centros construidos con Edificant-; el despegue de la FP, con becas y un 30 % más de alumnos; o las aulas gratuitas de dos años.

No obstante, su gestión -sin estridencias ni un personalismo excesivo-, también tiene baches. El plurilingüismo inicial se revisó -para cumplir el mínimo del 25 % de castellano-; algunos centros concertados han recuperado los conciertos de Bachillerato y FP a golpe de sentencia; y uno de los directores generales, Rubén Trenzano, fue imputado aunque finalmente absuelto. Más de un dolor de cabeza también ha causado la gestión del personal. Y es que, la conselleria gestiona la cifra récord de 78.000 docentes, sin olvidar las históricas oposiciones de 2018 a 2022, con 13.000 plazas.

Los deberes pendientes son seguir con la bajada de ratios y la reducción de la burocracia; la consolidación de 9.000 interinos; y la promesa de la gratuidad del comedor para todos, además de la digitalización y el futuro de las escoletes. 

En Cultura, Marzà ha afrontado dos grandes crisis. En 2017 el intendente del Les Arts, Davide Livermore, dimitió antes de que la Generalitat prescindiese de él por incumplir la normativa de contratación del sector público. La administración convocó un proceso público del que salió el actual director, Jesús Iglesias Noriega. Y en 2020 el IVAM vivió su particular crisis cuando su consejo rector dimitió al no renovarse al entonces director José Miguel G. Cortés e iniciar otro concurso público. Solo dos personas se presentaron y ahora una de ellas, Nuria Enguita, dirige el IVAM.

Marzà apartó así a dos gestores heredados del PP e hizo algo parecido al transformar la antigua CulturArts en el actual Institut Valencià de Cultura que dirige Abel Guarinos tras otro concurso. Desde allí ha canalizado la gestión de las artes escénicas, la música o el cine con planes de inversión como Fes Cultura o reActivem, sustanciosas ayudas para paliar los efectos de la pandemia.


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