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ENTREVISTA DEL DOMINGO Juan Ángel Lafuente Catedrático de Finanzas y Contabilidad de la UJI

Juan Ángel Lafuente: "Las criptomonedas son una moda sin más valor que una tarjeta"

El catedrático comenta la realidad de los criptoactivos en la provincia

El catedrático de Finanzas y Contabilidad de la UJI Juan Ángel Lafuente en el campus universitario. ERIK PRADAS

Las criptomonedas copan titulares últimamente y lo hacen por el desplome que están sufriendo en los mercados, si bien el conocimiento sobre ellas es escaso y poco se sabe de la realidad que tienen en la provincia o los efectos que generan en colectivos como los jóvenes. Juan Ángel Lafuente, catedrático de Finanzas y Contabilidad de la Universitat Jaume I, desgrana el fenómeno y otros asuntos de actualidad económica.

¿Las criptomonedas son una moda o están consolidadas?

Sin duda son una moda. Es acorde con el concepto de economía narrativa, un término acuñado por el premio Nobel Robert Shiller. Se trata de un contagio de ideas entre personas que muchas veces viene motivado por el esfuerzo de influencers por difundir historias y hacer que éstas se propaguen. Es en definitiva un proceso de viralización en el comportamiento de los agentes económicos que no responde a fundamentos de economía. Conceptualmente la criptomoneda es un medio de pago. ¿Qué valor añadido tiene sobre una tarjeta tradicional donde los cargos son, por ejemplo, en euros o dólares? A mi modo de ver ninguno. El interés de las criptomonedas es otro. En un reciente artículo en la revista de investigación Review of Financial Studies, en el periodo 2009-2017, aproximadamente una cuarta parte de todos los usuarios y cerca de la mitad de las transacciones están asociadas con actividades ilegales. 

No se conocen datos por provincias. ¿Cree que las criptomonedas en Castellón tienen un peso importante o son residuales?

No tengo datos para responder de forma precisa a esta cuestión, pero podemos utilizar como foto aproximada dos encuestas recientes: la del canal americano CNBC que muestra que el 83% de los millonarios millennials (nacidos entre 1980 y 2003) poseen criptomonedas y la del Banco Central Europeo sobre países de la eurozona, entre ellos España, que muestra que entre el 6 y el 14% de hogares encuestados posee una o más criptomonedas. Con todo lo anterior es razonable pensar que los millennials no millonarios tienen posiciones residuales.

Criptomonedas y volatilidad van de la mano. ¿Se está invirtiendo en ellas muy a la ligera?

La inversión se entiende en economía financiera como un binomio rentabilidad-riesgo. Es decir, me tiene que preocupar lo que espero ganar, pero también lo que podría perder. Y digo «espero» y «podría» porque estamos hablando de expectativas. Es decir, si compra criptomonedas para venderlas en el futuro no sabe si ganará o perderá, ni cuánto. El ciudadano tiende a fijarse en la rentabilidad (cuanto más mejor) pero a olvidarse del riesgo (cuanto más peor). Pero sabiendo que hay una relación directa entre rentabilidad y riesgo en los mercados, su decisión dependerá del apetito que se tenga por el riesgo. Una persona que invierte una parte elevada de sus ahorros en criptomonedas es un inversor con mucho apetito por el riesgo. O, dicho de otra forma, que tolera muy bien (o le preocupan poco) las fluctuaciones de los precios.

¿Puede convertirse en una adicción para los jóvenes?

No específicamente es que haya riesgo de adicción en criptomonedas, como puede haber en cualquier tipo de apuestas, tal cual ocurre en España con todo el tema de los eventos deportivos. Lo que sí es verdad es que las generaciones más jóvenes que han nacido en unos contextos más adversos, en general, que los baby boomers o la generación X. Los millenials han atravesado pandemias, crisis profundas económicas y la sensación generalizada es que estas personas tienen mejor tolerancia al riesgo y esto significa que tú estás dispuesto a asumir más riesgo que las generaciones precedentes. Y las criptomonedas como son activos arriesgados resultan relativamente más atractivas a los jóvenes que a las personas mayores.

La Agencia Tributaria ya obliga a declarar los beneficios de las transacciones con criptomonedas en la renta. ¿Hay que aumentar el control o es difícil?

El origen de la criptomoneda es la creación de dinero descentralizado, es decir, no supervisado por un banco central. En la medida que el volumen de transacciones vaya aumentando, los estados irán progresivamente incrementando el control, sobre todo por un tema de evasión de impuestos. De hecho, el Banco Central Europeo acaba de solicitar a los estados miembros de la zona euro que se apliquen nuevas normas sobre criptoactivos con carácter de urgencia dada la rápida evolución de las criptomonedas y los crecientes riesgos. Pero no será fácil el control, pues la mitad del mercado está interesada en usar este medio de pago en la red oscura.

Más allá, ¿falta educación económica y financiera? 

Sin duda. Lo podemos deducir de la última Encuesta de Competencias Financieras elaborada por el Banco de España. Pone de manifiesto las carencias en tres conceptos fundamentales: inflación, tipo de interés compuesto y diversificación del riesgo. El porcentaje de entrevistados que responde correctamente a la pregunta sobre inflación es del 58%, mientras que menos de la mitad lo hace a los otros dos conceptos. Entonces, me cuesta imaginar cómo serán dichos porcentajes si se pregunta la posición rentabilidad-riesgo que implica comprar criptomonedas. 

Guerra, inflación… ¿Es un buen momento para invertir? 

Predecir es muy difícil, por no decir imposible cuando hablamos de horizontes de más de un año. ¿Quién fue capaz de anticipar la pandemia del covid-19 en enero del 2018? Podemos afirmar que nadie. Esto se traduce en que para inversiones a corto plazo no existe un mejor momento para invertir, mientras que para la inversión a largo plazo, es muy poco importante el momento concreto en el que se realicen las compras. 

La provincia de Castellón y, en especial, sectores estratégicos como el azulejo están sufriendo el escenario actual. ¿Se está afrontando bien por la administración?

En mi opinión sí, puesto que el potencial de la política económica en un shock como éste, que es de oferta, es muy limitado. Voy a explicar lo anterior con un ejemplo. Cuando tenemos una caída de la demanda tenemos toda una batería de medidas que son potencialmente efectivas. A nivel monetario bajar los tipos de interés para abaratar el crédito y a nivel fiscal reducción de impuestos directos e indirectos, es decir aumentar la renta disponible o bajar los precios de venta. Pero si la guerra reduce de forma substancial la cosecha de trigo este año, no tenemos instrumentos de política que permitan cubrir esa caída. En situaciones así podemos subvencionar los precios. Es lo que se ha hecho con los combustibles. Pero esto no garantiza que los precios vuelvan a subir, cómo ha ocurrido. Por todo, la transición energética es crucial para el futuro. ¿Se imagina a Europa consumiendo muchísimo menos gas ruso? Quizás la guerra no se habría desatado.  

La cesta de la compra también se está viendo afectada. ¿Qué le está ocurriendo a los precios?

La tasa de variación anual del IPC de abril se sitúa en el 8,3%, lo que significa que lo que nos costaba 100 euros en abril del 2021, hoy cuesta 108,3 euros. No obstante, si atendemos a lo que se denominan índices nacionales de rúbricas observaremos que los alimentos no elaborados son los que más están subiendo. Es decir, la carne, las legumbres y hortalizas, los cereales, los aceites y grasas, la leche y los huevos, entre otros, se están encareciendo más. Por ejemplo, los aceites y grasas han incrementado su coste un 48,4% en el último año, mientras que los huevos un 21,6% y la carne de ave un 12,7%. Es por ello que al consumidor quizás le resulte confuso pensar cómo es posible que la inflación sea solo del 8,3% cuando tengo la sensación de que ahora me gasto muchísimo más cuando voy al supermercado. 

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