Mascarilla sí o no. Este es, sin duda, el eterno debate desde que estalló la crisis del coronavirus hace más de dos años. Tras varios meses con la incidencia del virus a la baja es ahora, cuando se empieza a detectar un preocupante repunte, el momento en el que aparecen voces de expertos apostando por recuperarla en interiores, donde fue eliminada el pasado abril con las únicas excepciones de los centros sanitarios y el transporte público.
De momento, el Gobierno, que es quien siempre ha tomado las decisiones a este respecto por ser una normativa estatal, apuesta por no volver a hacerla obligatoria, aunque la Conselleria de Sanitat se muestra partidaria de recuperarla en espacios con mala ventilación en los que pueden haber ciertas aglomeraciones.
Tras el consejo de ministros de ayer, la ministra de Sanidad, Carolina Darias, aseguró que continuará la tendencia ascendente de contagios que se observa desde hace semanas y volvió a recomendar a las personas vulnerables que se pongan la mascarilla y al resto de la población que aplique el «sentido común en interiores con mucha gente». De todos modos, a pesar de esta recomendación, lo que parece que no está encima de la mesa del Ejecutivo de Sánchez es volver a hacerla precisa.
Postura del Consell
Más contundente sobre el empleo de los tapabocas se mostró ayer el conseller de Sanitat, Miguel Mínguez, quien apeló a la solidaridad y al uso responsable de los mismos por parte de la ciudadanía, en un momento de «ascenso» del coronavirus. Así admitió que se ha visto un pico «rápido, excesivamente rápido» del covid en los últimos días.
El titular de Sanitat pidió a la población que sea «solidaria» en la protección de ciudadanos considerados «frágiles», como son los mayores de 80 años, con patologías y mayores de 60 y pacientes inmunodeprimidos. En todo caso, subrayó que afortunadamente es un momento de la pandemia «en el que la patología es más leve».