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Las granjas de Castellón ganan tamaño para poder sobrevivir

Los cierres se compensan con ampliaciones y la mayor especialización que exigen los mercados

Ganaderos observan a parte de su ganado, mientras pasta en un prado en el entorno de la Todolella, en una imagen de archivo JAVIER ORTÍ

El sector ganadero de Castellón se reinventa para sobrevivir bajo el azote de una coyuntura de costes disparados en la energía y los suministros. Es un sector inmerso, a la vez, en una crisis estructural marcada por los escasos ingresos que recibe el productor, frente a los altos precios para el cliente final. La transformación, acelerada en la última década, se centra en el redimensionamiento de las explotaciones ganaderas, creando un conjunto en el que la desaparición de un tercio de las granjas ha servido para que las que permanecen activas hayan estado en condiciones de ganar tamaño.

El último censo agrario que el Instituto Nacional de Estadística (INE)acaba de publicar revela que Castellón ha pasado en diez años de contar con 2.227 empresas dedicadas a la ganadería, a solo 1.490, con lo que se ha perdido el 33% del total. Sin embargo, en general, el número de cabezas se ha reducido en una proporción mucho menor, e incluso ha crecido de forma clara en algunos de los subsectores. Según explica el técnico de la Unió de Llauradors, Francis Ferreres, la clave que explica el fenómeno es la búsqueda de la rentabilidad suficiente para poder subsistir.

La receta para continuar

Precisamente, la receta para poder continuar pasa, en una lista que apenas es de mínimos, por crecer en tamaño, contar con más animales, actualizar y tecnificar las instalaciones desde todos los puntos de vista, incluido como elemento imprescindible el del bienestar animal, así como alcanzar un elevado grado de especialización.

Este es el camino seguido hasta el momento, complejo y repleto de dificultades, teniendo en cuenta los serios problemas a los que se enfrentan los ganaderos del interior provincial para encontrar mano de obra cualificada o la práctica inexistencia de un relevo generacional que surja de modo natural, «en un trabajo que exige dedicación las 24 horas del día los 365 días de la semana», apunta Ferreres, quien recuerda también lo importante que es este sector por lo que supone de complemento de rentas en muchos casos y su contribución para fijar a los habitantes de los pueblos pequeños y frenar la despoblación.

Por tipo de cría, la del bovino «es una de las que más se mantiene», si bien con una dimensión modesta. Son 300 granjas, 32 menos que hace una década, pero con unas pocas cabezas más. 

La ganadería en Castellón.

El porcino crece

Es uno de los subsectores ganaderos castellonenses más conocidos y, aunque ha perdido 39 explotaciones en el periodo estudiado, ha crecido en número de animales, se manera que son ya más de 758.000 los que se gestionan, según el INE, cifra que el técnico de la Unió matiza a la baja en unos cien mil. El sector va «hacia granjas más grandes de madres, atendidas por personal altamente especializado», apunta.

En lo que se refiere a la avicultura, de las 315 explotaciones que quedan (eran 532 hace diez años), solo una no está integrada, es decir, realiza el ciclo completo y todos, empresas integradoras y las de engorde «están ahora igual de fastidiados», indica Francis Ferreres, quien pone de manifiesto que, pese a haberse realizado importantes inversiones en tecnificacion y redimensionamiento, la rentabilidad es casi nula. 

Precisamente por el crecimiento que se ha materializado para poder ser competitivos, se ha incrementado también el número de cabezas en la avicultura provincial, con un millón más que una década atrás, al alcanzar una cifra de más de nueve millones.

Otros subsectores, como ovino y caprino, han visto caer de forma intensa el número de explotaciones y de forma muy moderada el de las cabezas del ganado de las que se ocupan, una situación que se repite en esencia en el del equino. Castellón ha pasado de contar con 165 granjas de caballos a solo 43, pero estas acumulan cerca de 2.000 cabezas, pocas menos que las contabilizadas diez años antes.

En el caso de las granjas de conejas madres, un sector no integrado, Ferreres entiende que «lleva camino de desaparecer». Ahora son 78 cuando eran 199. Por último, las colmenas es la única actividad ganadera que suma explotaciones, al pasar de 170 a 219, favorecido por una tendencia de mercado que demanda más miel.

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