El regalo de Cristiano Ronaldo a su representante Jorge Mendes por la boda del popular agente fue una playa privada en Grecia. En Italia es habitual tener que pagar cantidades no inferiores a cinco euros para acceder a la mayoría de las playas. En España el concepto de playas privadas no es legal, aunque en determinadas zonas turísticas es habitual tener que pagar para acceder al parking situado junto a la costa, siendo esta ubicación la única en la que puedes estacionar en varios kilómetros a la redonda. Castellón se ‘salva’ hasta ahora de buena parte de estas prácticas, aunque en el caso de que se encuentren con alguna pretendida excepción los bañistas pueden apelar a los artículos 27 y 28 de la Ley de Costas, en los que entre otros objetivos se recogen los siguientes: “Garantizar el uso público del mar, de su ribera y del resto del dominio público marítimo-terrestres, sin más excepciones que las derivadas de razones de interés público debidamente justificadas”.

Las playas son por tanto en todo el territorio nacional un lujo para todos los públicos sin excepción, que pueden acceder a ellas de forma libre y gratuita para poder combatir los calores del verano. A diferencia de otros países como Italia, en el que unas 30.000 empresas privadas gestionan porciones de playa que suman el 40% del litoral del país, en España, y más concretamente en Castellón, no hace falta pagar ninguna entrada para llegar al mar.

¿Qué pasa si un hotel, un casino, restaurante o discoteca delimita el acceso a la arena? No es raro encontrarnos con publicidad fraudulenta que intenta ‘vender’ de forma exclusiva una determinada playa. Las playas privadas, incide el abogado Francisco Javier Fernández Huguet, “están prohibidas” y deja la siguiente aclaración para posibles empresas que se vean tentadas de infringir la ley: “El acceso a la playa se encuentra regulado, es decir, aunque haya un hotel que se encuentre en primera línea, deben existir, al menos cada 200 metros, accesos a la playa para viandantes o, cada 500 metros, para quienes acudan en vehículo”.

Queda claro por tanto que nada ni nadie puede prohibir que un bañista se dé un chapuzón en la playa de Castellón que desee, respetando eso sí el entorno y evitando ensuciar un bien público tan valioso como este. 

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