«Es el incendio más agresivo que he podido ver». Quien lo dice es Áxel González Camuñas, bombero del Ayuntamiento de Castelló y con una amplia experiencia profesional tanto en este cuerpo municipal como en la UME, quien el pasado martes no se lo pensó dos veces cuando sus superiores le preguntaron por su disponibilidad para contribuir en la extinción del incendio de Bejís. Las llamas se propagaban a gran velocidad y necesitaban refuerzos de forma inmediata. Sin embargo, y pese al despliegue de medios, Castelló nunca ha quedado desatendida porque era la prioridad principal del Ayuntamiento de la capital.

Áxel González tiene 38 años y es bombero de Castelló desde hace seis años. Anteriormente, estuvo diez años en la UME.

Áxel González tiene 38 años y es bombero de Castelló desde hace seis años. Anteriormente, estuvo diez años en la UME.

El primer destino de Áxel y sus compañeros fue Toràs, donde el incendio estaba descontrolado y era muy difícil «tirar manguera porque el fuego subía muy rápido debido al terreno escarpado e irregular al que se sumaba el viento y las altas temperaturas». «Era casi imposible trabajar porque las llamas iban muy rápido», dice. «El pueblo, que estaba desalojado, se encontraba en una burbuja de humo y era imposible respirar, viviendas y almacenes se quemaban...», explica este bombero, quien asegura que nunca llegó a imaginar que el incendio fuera de esa magnitud, en muchas ocasiones inasumible. Fue precisamente en esta localidad donde el fuego, virulento y descontrolado, les jugó una mala pasada al cercarlos en una terraza y del que se tuvieron que defender proyectando el agua para que las llamas no les alcanzaran pasando estas por encima del muro donde se resguardaban de las mismas.

La escasa lluvia del miércoles acompañada de numerosos rayos no ayudó y, «al estar muy seco todo el terreno», volvió a activarse el incendio en las copas de los árboles. El monte seguía ardiendo. Y no solo la vegetación, en esta localidad había también animales y la gente se quedaba sin casas. «En una de ellas tuvimos que entrar con equipo de respiración autónoma e intervención», recuerda.

De Toràs pasaron a El Toro donde realizaron tareas de prevención con el fin de que el fuego no llegara al pueblo, que no se había evacuado aunque sí confinado. En las inmediaciones también se prendió fuego que tuvieron que sofocar aunque la hospitalidad de los vecinos, «que nos ofrecieron agua, comida, café, no nos faltó de nada», ha sido un halo de aire fresco en el centro de la tragedia.

Áxel confía en que el incendio se apague pronto porque «crea mucha impotencia ver que no se puede hacer nada más por extinguirlo». «El problema principal es que los montes no están limpios de maleza», concluye este bombero que, junto a sus compañeros, ha luchado con todas sus fuerzas por parar este incendio «devastador».

Por este motivo, la alcaldesa Amparo Marco les agradeció ayer su labor por también defender Teresa, Canales, Barracas y el entorno de la Cueva Santa.