A 30 kilómetros de Bejís, justo en el desvío que conduce hacia otras poblaciones como Torás, Sacañet o Teresa, el negro domina el paisaje. Es el resultado de una semana con las llamas campando a sus anchas en los alrededores de estas poblaciones. Ayer, por fin, unos 1.500 vecinos del Alto Palancia pudieron volver a sus casas después que el incendio estuviera estabilizado en el perímetro urbano. La gran mayoría se reconocía ya en la carretera. Retornaban de casas de familiares en Viver, Segorbe, Castelló u Orpesa. Los nervios dominaron el viaje de ida. «Estábamos muy nerviosos por comprobar que nuestras casas estaban en buen estado», asegura Olga Pradas, una vecina que se hospedó en Segorbe. Pero una vez cruzar el desvío hacia Bejís y Torás, el paisaje les comenzó a preparar para los que les deparaba

Los vecinos de Bejís vuelven a sus hogares

Los vecinos de Bejís vuelven a sus hogares GABRIEL UTIEL

«Esto es una desgracia», exclama Herminia, quien no puede contener las lágrimas al llegar a la puerta de su bar, el Tren Pita, en el centro del municipio. «Bejís era verde y ahora todo es negro. Este pueblo era conocido por su naturaleza y es desgarrador verlo así, negro y seco. Es un golpe muy grande para todos». Mientras su hijo remoja la entrada del local con la manguera, Herminia barre la ceniza que ha entrado en el interior, cuyas paredes están repletas de fotografías del entorno natural del pueblo. «La ola de solidaridad que ha generado el incendio ha sido tremenda. Todos los vecinos se han volcado con nosotros», explica la propietaria, que aún se estremece al recordar el desalojo. «Estábamos dando de comer a todos los trabajadores del servicio de emergencias y nos tuvimos que ir. Mira, ahí hay un cuenco con agua que dejamos para que bebiera un perro la mañana del cierre», señala mientras la ceniza se arremolina todavía en la acera. 

Empleados de un bar de Bejís limpian la terraza para poder retomar la actividad. GABRIEL UTIEL BLANCO

A pocos metros de ahí, se encuentra el consistorio, donde los vecinos van ordenadamente a por agua, ya que por prevención no pueden utilizar la del grifo. «Mi hija no se ha enterado de casi nada. Hemos intentado distraerla con juegos, aunque hubo un momento que tenía miedo», explica Olga con alivio mientras su hija vuelve a jugar en la plaza. Su padre ha perdido todas sus colmenas. 

«Al fin hemos podido llegar a casa, estamos viendo a ver qué pasa», asegura la alcaldesa del municipio, María José Madrid. Según ella, los vecinos llegarán de forma escalonada durante todo el fin de semana. «La vida volverá a su normalidad poco a poco», espera. 

Los daños son evidentes en el salón de esta vivienda de Bejís. GABRIEL UTIEL BLANCO

En el caso de Bejís, la mayoría de las casas del núcleo urbano han salido ilesas del fuego, aunque no todas han corrido la misma suerte. A un vecino de València, José Belmonte, se le ha caído el «alma» a los pies cuando ha entrado en su vivienda, un piso ubicado en el número 13 de la calle Camino del Castillo. Al abrir la puerta, se ha encontrado con el salón de su casa familiar arrasado por el fuego. «Aquí he vivido toda mi infancia junto a mis primos. Está siendo muy duro, pero al final, podría haber sido peor», explica mientras contempla las vistas desde el salón. Aquí, las llamas reventaron los cristales de la vivienda, abombando también los marcos de las ventanas. Pese a todo, la estructura de la finca no se ha visto dañada por el incendio, así que no pasará mucho tiempo hasta que vuelva su casa. Aunque nada volverá a ser como antes. «Entrar en mi casa y ver el destrozo me ha impactado mucho, pero todavía me ha asombrado más ver el paisaje. He llorado como un niño hasta llegar a Bejís», asegura.

En Torás

El flujo de coches hacia el municipio no se ha detenido hasta bien entrada la tarde. En Torás, los daños también han sido desiguales. La granja de cerdos se ha salvado al completo, sin ninguna baja. Mientras que las dos granjas de pollos han quedado totalmente calcinadas por el fuego, dando muerte a cientos animales. 

El bar Manola de Torás recibe la solidaridad de una ONG de EEUU. GABRIEL UTIEL BLANCO

En este municipio, el reparto de agua también ha sido continuo, así como los reencuentros entre vecinos después de una tragedia como la vivida en los últimos días. Algo que han querido retratar también medios internacionales. De hecho, hasta Torás se ha desplazado un equipo de periodistas daneses del diario Information.dk para realizar un reportaje sobre la ola de incendios en el Mediterráneo. Ayer, llegaron hasta el bar Manola, donde fueron atendidos por la familia que regentaba anteriormente el local. La emoción del reencuentro y la llegada de caras nuevas a este pequeño municipio hizo que se organizara un aperitivo improvisado entre vecinos y profesionales de prensa, donde se repartió lo poco que había dejado esta familia. Un atisbo de normalidad que dejó entrever que la vida volvía a su curso.

Durante las primeras jornadas habrá que centrarse en la limpieza de los rastros en el casco urbano. Posteriormente habrá que hacer una evaluación de los daños en los terrenos del resto de los términos municipales. Mientras aún hay verano para rato, muchos vecinos coinciden en que el próximo invierno será desolador, al pasar del verde a un triste negro.