El Periódico Mediterráneo

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PROBLEMAS EN LA INDUSTRIA

Las batallas de la cogeneración cerámica

El sector azulejero apaga sus plantas por las pérdidas, pero las quejas son una constante desde hace años

Interior de una empresa cerámica de Castellón

Si la factura de la luz es uno de los misterios más indescifrables de nuestras vidas cotidianas, más complicado es entender la variedad de sistemas empleados para producir electricidad. Uno de ellos es la cogeneración, que utilizan muchas empresas como la cerámica. Una industria que necesita grandes cantidades de gas para fabricar sus productos, pero que aprovecha parte de este gas para generar electricidad y volcarla a la red.

Estos días, las cogeneradoras denuncian la discriminación que sufren: mientras el precio de la electricidad está por las nubes, sus retribuciones están congeladas desde hace tiempo. El precio del gas supera los 200 euros, pero no reciben el mecanismo de compensación que tienen otras vías de producción eléctrica. De este modo, lejos de ser una vía de competitividad para el azulejo, se ha convertido en una fuente de pérdidas. Azuliber anunció el martes que detenía la actividad y mandaba a sus trabajadores a un ERTE, lo que podría darse en otras industrias que cuentan con la cogeneración. Pero este no es el único choque con el Gobierno en los últimos años.

La lucha por tener más vida útil

Una de las controversias entre la cerámica y el Gobierno a cuenta de la cogeneración tiene que ver con la norma sobre la vida útil de las plantas. Buena parte de ellas se instalaron a mediados de los años 90, cuando se consolidó la sustitución de los derivados del petróleo por el gas para fabricar baldosas. Esto significa que sobre el año 2018 muchas plantas completaron su ciclo. Pueden seguir funcionando, pero no cobran por volcar electricidad a la red, lo que supone una pérdida de ingresos.

Lograron una prórroga de dos años, pero en el 2020 se acabó el nuevo plazo. Según la patronal azulejera, Ascer, a finales del pasado año se perdió el 20% de la capacidad total. Reclamaron al Gobierno un nuevo marco estable que rescatara a estas plantas, sin lograr sus objetivos. La misma entidad señala que hay 28 empresas de cerámica con plantas, con algo menos de 200 megavatios de potencia. Una cantidad que cada vez va a menos.

Un amplio historial de ‘hachazos’

En el sector se ha convertido en un concepto tradicional. El hachazo define al momento en el que el Gobierno de turno propone unas retribuciones a la baja, lo que supone una merma de ingresos para el azulejo. Uno de ellos se dio en el año 2014, con un real decreto del entonces ministro, José Manuel Soria, que supuso una reducción de retribuciones de 1.700 millones de euros, denunció el sector. Dos años más tarde, la reducción fue más moderada, de 28 millones, al eliminar los complementos creados para potenciar la eficiencia energética.

El último gran episodio se dio en febrero del 2020, justo antes de que comenzara la pandemia. Se contempló una reducción de cerca del 14%, a la vez que los costes de generación eléctrica iban al alza. Finalmente, tras presentar alegaciones, la propuesta final fue de un 8%. El periodo de excepcionalidad de la pandemia ha acabado con los hachazos, por ahora.

Divergencias con la Unión Europea

Dentro de una de las batallas entre el Gobierno y la industria por este asunto, sorprendió la afirmación efectuada por la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, en febrero del 2020. En sede parlamentaria aseguró que las cogeneraciones «ya están amortizadas» y abogó por «evitar estar anclados en soluciones que puedan quedarse antiguas y complicadas de gestionar en el tiempo por venir». Como alternativa, proponía «soluciones fundamentalmente renovables». En cambio, desde Acogen inciden que la Unión Europea defiende el uso de la cogeneración como un sistema de alta eficiencia para conseguir electricidad, y un factor fundamental para la descarbonización.

La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, en una intervención en el Congreso de los Diputados.

Pérdidas por la excepción ibérica

Tiene razón la ministra cuando afirma que el mercado de la electricidad está roto, como consecuencia de la escalada del precio del gas y de los mecanismos de la Unión Europea que priman a la fuente más cara a la hora de generar electricidad. Por esta razón se luchó ante Bruselas para conseguir la excepción ibérica, un mecanismo que pone un tope al precio del gas para este uso, aunque luego hay que aplicar una serie de compensaciones. Algo de lo que se pueden beneficiar los ciclos combinados, pero no la cogeneración.

Esta queja manifestada desde Acogen y el sector cerámico se debe a una especie de excepción dentro de la excepción ibérica, porque Portugal sí que aplica la igualdad entre las formas de producir luz. Hay amenaza de cierres, y comunidades como la valenciana presionan, pero por el momento no hay respuesta. 

Por fin una nueva vía de diálogo

El cierre de Azuliber y de otras muchas empresas en España ha logrado que la ministra Ribera se reuniera el viernes con los cogeneradores. No hay compromisos concretos por ahora, pero destacan que hay abierta una vía de diálogo. El lunes 5 hay más reuniones. No hay tiempo que perder para una solución.

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