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ECONOMÍA

El precio de la naranja en Castellón: la 'nulera' arranca con hasta 0,37 euros el kilo y gastos desbocados

Las primeras operaciones en el campo se cierran con cifras que insuflan cierto optimismo al sector

Un collidor en plena tarea de recolección de naranjas. La temporada citrícola empezará en apenas unos días. AGUSTI PERALES IBORRA

Falta algo más de un mes para que se inicie la recolección de la variedad clemenules, la reina de los cítricos en Castellón, pero a pie de campo ya empiezan a cerrarse las primeras operaciones de compraventa. Y los números, este año sí, parece que invitan a un moderado optimismo. La información de la Mesa de precios de cítricos del Consulado de la Lonja de Valencia, con datos de la jornada de ayer, refleja que los precios de esos primeros tratos comerciales oscilan entre los 0,30 y los 0,37 euros el kilo, aunque hay algunas operaciones que llegan incluso a los 0,45 euros. «Las cifras no están nada mal. Ya firmaría para que se mantengan así durante toda la campaña, aunque habrá que ver qué pasa en las próximas semanas», explica Roberto Vicent, citricultor de la Vilavella y responsable del sector de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) en la Plana Baixa. 

Aunque las cifras que refleja la Lonja de cítricos invitan a pensar que la actual campaña podría ser mejor que la anterior (la producción de clemenules superará las 331.000 toneladas, un 14,2% más que durante la temporada 2021-2022), la realidad es que el sector vuelve a enfrentarse a unos costes de producción que siguen desbocados. El año pasado el precio de la luz, el gasóleo y los fertilizantes batió todos los récords y este año la situación todavía es peor. «Por debajo de los 0,36 euros el kilos los productores de clementinas perdemos dinero», asegura Carles Peris, secretario general de la Unió de Llauradors i Ramaders.  

La organización agraria estima que, con los gastos actuales, para cubrir los costes de producción el agricultor necesita vender la clemenules a entre 0,30 y 0,32 euros. «Pero nosotros trabajamos para ganar algo de dinero, así que sinceramente por menos de 0,36 euros y producir más de 3.000 kilos por hanegada no podremos tener rentabilidad», señala Peris.

Si los primeros precios se sitúan en un máximo de 0,37 euros en el caso de la clemenules, las operaciones de compraventa de navelinas, la segunda variedad en importancia en la provincia, se colocan en una horquilla que va entre los 0,18 y los 0,24 euros el kilo. «Vender las naranjas por debajo de 0,32 es perder dinero porque no permite cubrir los costes tras incrementarse más del 40% en el último año», describen desde AVA-Asaja, que reclama al Gobierno que «cumpla escrupulosamente la ley de la cadena alimentaria que prohíbe vender a pérdidas». Y para ello reivindica que sea un organismo público el que publique los costes efectivos de producción y, acogiéndose a estos datos oficiales, que solicite a la Agencia de Control e Información Alimentarios (AICA) que abra una investigación de oficio ante cualquier contrato de compraventa que establezca una cotización al menos un 10% por debajo de los costes.

Control de precios y promoción de la naranja valenciana para incentivar su consumo tanto en la Unión Europea como en España. La Unió considera fundamental que se realicen campañas de promoción de los cítricos ante el retroceso del consumo y las exportaciones durante los últimos años y reclama asimismo a la Generalitat que impulse únicamente campañas de publicidad de los cítricos producidos en la Comunitat. 

El peligro de la araña roja

Pese a que las primeras cifras no son malas para los productores de clemenules (la temporada pasada se caracterizó por un descenso en la producción de casi un 40%y unos precios que en el mejor de los casos se quedaron en torno a los 0,28 euros), los llauradors de Castellón aseguran tener la moral muy baja. «Venimos de una campaña mala, en la que ni la producción ni los precios acompañaron y ahora nuestra preocupación está en la araña roja, que nos está afectando muchísimo», explica Roberto Vicent, quien constata que la afectación de esta plaga (deja pequeñas manchas marrones o amarilla en hojas y frutos, perdiendo valor comercial) es más alta que nunca. «Hay árboles que tienen todas las hojas en el suelo y hay mucha fruta afectada», describe, al tiempo que achaca la histórica presencia de esta plaga al intenso calor de los últimos meses. 

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